Capítulo dos: No hay vuelta atrás.

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Ethan.

El fénix, un fulgor dorado, la sensación de caer y luego el dolor de mi cuerpo impactando con fuerza contra el suelo. Después, mi mente se dispersa y como si alguien hubiese bajado un switch en mi cabeza, todo se vuelve oscuridad absoluta. Eso es lo último que recuerdo.

Abro los ojos con cautela, sintiendo cómo el calor del sol me golpea directamente, obligándome a entrecerrarlos para protegerme de su brillo deslumbrante. Mi cuerpo se siente débil, como si hubiera pasado una eternidad en un estado de letargo. Espero escuchar el susurro reconfortante del río o la voz de mis abuelos, pero todo lo que llega a mis oídos es el silbido del viento contra los restos de lo que parece ser una estructura metálica. ¿Dónde demonios estoy?

Me llevo la mano a mi rostro, sintiendo granos de arena filtrándose entre mis dedos hacia la piel de mis mejillas. ¿De dónde ha salido esa arena? Entonces, cubriendome con mi mano de los rayos del sol que golpean mi rostro, abro por completo los ojos y me incorporo, sentandome en un sucio suelo que parece no haber conocido la escoba desde hace siglos.

No estoy ni en el claro, ni cerca del río, tampoco en casa de mis abuelos y mucho menos en el pueblo. Con un asombro y una confusión que hace que mi corazón pegue un vuelco, descubro que estoy en lo alto de un edificio en ruinas. Frente a mí, los restos de lo que alguna vez tuvo que ser una pared de ladrillo se mantienen como parte de esta construcción olvidada en el tiempo. El gran hueco en lo que queda de pared me permite ver un panorama desolador, con tierras tan áridas que no alcanzo a ver ni una sola planta creciendo del suelo. No hay ni un toque de verde en medio de este paisaje desprovisto de vida.

¡¿Dónde demonios estoy?! Mi pulso comienza a acelerarse de inmediato al ritmo en que un caballo galopa, incluso puedo sentir fuertemente mis latidos contra mi pecho, haciendo eco en mis oídos. No entiendo nada. ¿Me han secuestrado? ¿Qué es este lugar? ¿Cómo he llegado hasta aquí? ¿Es acaso una ilusión? ¿Un sueño? ¿Una pesadilla?.

El claro, el fénix, el destello de luz y luego la negrura absoluta que envolvió mi mente. ¿Qué me he perdido? En mi mente repaso una y otra vez los últimos acontecimientos que viví antes de llegar aquí mientras mi respiración se agita y mi mano pasa por mi cabello una y otra vez, reflejo de la ansiedad que comienza a consumirme alimentada por el miedo que siento al estar solo en este lugar desconocido y potencialmente peligroso.

Tengo que calmarme. Tengo demasiadas preguntas, empezando por dónde diantres estoy y cómo he llegado hasta aquí, pero primero debo calmarme si quiero tener esperanza alguna de encontrar respuestas. Mi mano derecha sobre mi pecho, aferrada a la tela de mi playera rasgada por la maleza en aquella frenética carrera para alcanzar al fénix, comienza a relajarse lentamente. Necesito despejar mi mente y los pensamientos que se arremolinan en mi cabeza, así como el torbellino de emociones en mi interior que estaba llevando mi corazón a pulsaciones tan aceleradas que estaría a punto de morir si seguía así.

Recuerdo haber leído en internet que en momentos de ansiedad ayuda distraer la mente de los pensamientos que causan malestar, identificando cosas a tu alrededor por medio de los cinco sentidos. Confiando en esa información, intento aquella táctica antes de que el pánico termine de apoderarse de mí

Cierro los ojos y escucho con atención. Percibo el sonido del viento, bochornoso y cargado de polvo y arena que acaricia de manera desagradable mi piel. Entre el murmullo del viento, escucho el crujir de un pedazo de metal golpeando los restos de ladrillo a mi alrededor, recordándome la fragilidad de la estructura en la que me encuentro, o más bien de los restos de lo que alguna vez fue. No hay ningún sonido de vida alrededor, ni pájaros, ni hojas meciéndose por el viento, mucho menos el barullo usual del pueblo; claro, ya no estoy en el pueblo.

El Despertar Obscuro: El Ascenso.Where stories live. Discover now