Capítulo quince: El primer contacto.

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Alicia

La luz de la mañana se filtra por las pesadas cortinas, envolviendo la habitación en tonos suaves de dorado, pero a mí me parece una luz fría, distante, como cada nuevo amanecer. El aire fresco trae consigo el olor de las flores del jardín, apenas perceptible, casi como una provocación. Mi cuerpo, aún envuelto en el calor de las sábanas, desea quedarse así, en esa quietud, unos segundos más. Pero la calma no es algo permitido en mi vida. No aquí, no hoy.

Abro los ojos y la familiaridad me envuelve como un manto de responsabilidades. La habitación está exactamente como la dejé anoche, impecable, pero de una forma que raya en lo impersonal. No hay nada aquí que me pertenezca realmente. Todo es un reflejo del linaje Alistar. La cama de madera oscura tallada con esos intrincados detalles florales que alguna vez admiré, ahora es solo una pieza más en el museo de mi vida. El tocador de mármol con su espejo inmenso refleja a la Alicia que mi padre espera ver: ordenada, fría, perfecta. No hay lugar para el caos. "El desorden exterior es reflejo de una mente débil", me recuerda su voz, aunque él no esté presente.

Mi mirada cae sobre el uniforme que he preparado con la misma precisión que se espera de mí. El azul profundo de la túnica de Éclarys cuelga en el perchero, impecable. El bordado dorado del emblema de la academia reluce bajo la luz de la mañana, como un recordatorio constante de mi lugar en este mundo. Una estrella rodeada de símbolos arcanos... siempre me ha resultado irónico. Se supone que representa la grandeza, pero para mí solo simboliza la jaula que me ha aprisionado desde que entré en esa academia. Y pensar que en dos días regreso a la academia, de vuelta a dormir en los cuartos compartidos de Éclarys y a vivir entre libros.

Descalza, siento el frío del suelo de mármol bajo mis pies. Es un recordatorio tangible de la implacabilidad que me rodea. No hay espacio para el error. Cada día es una prueba. Cada decisión, cada palabra, cada mirada... todo es evaluado, escrutado. "Una Alistar nunca puede permitirse el lujo de ser imperfecta", es una frase que nunca se me ha dicho, pero que ha sido esculpida en cada rincón de mi existencia.

Mientras me visto, mis movimientos son precisos, casi automáticos. Las manos conocen el camino: cada botón, cada pliegue, todo debe estar en su lugar. Mi reflejo en el espejo me observa con una frialdad que me resulta familiar. Mi cabello, rubio platinado, cae en ondas suaves sobre mis hombros, tal como lo prefieren. "Siempre impecable, Alicia", solía decir mi madre mientras me peinaba. La dulzura en su voz no ocultaba lo que realmente esperaba de mí. El mismo mensaje, pero dicho de manera más sutil que mi padre. "La apariencia es importante... pero nunca más que tu desempeño."

Pero incluso en su dulzura había algo ausente. Recuerdo sus manos en mi cabello, peinándome con delicadeza, pero su mente parecía estar en otro lugar. Siempre lo ha estado. En mi padre, en su posición en el Consejo, en todo lo que significa ser la esposa de Caelum Alistar. Y yo... yo siempre he sido una segunda prioridad, aunque nunca lo admitirían.

Mis pensamientos vagan hacia momentos de mi infancia que prefiero no evocar, pero que, en mañanas como esta, emergen sin pedir permiso. Aquella niña que pasaba horas corriendo entre los rosales, imaginando que algún día podría volar libre, como una bruja poderosa, desafiando los límites de la magia y las expectativas que me impusieron desde que tengo memoria. Pero esa niña se esfumó hace tiempo, aplastada por la presión de un apellido demasiado pesado para ser llevado con ligereza.

Mi relación con mis padres siempre ha sido una danza complicada, una coreografía bien ensayada. Mi madre, Linéa, es todo lo que una dama noble debería ser: perfecta en su apariencia, encantadora en su trato, pero ausente en esencia. Y mi padre... bueno, Caelum Alistar no es un hombre que permita emociones. Siempre ha sido frío, implacable, tanto conmigo como con el mundo. Para él, no soy más que un reflejo de lo que él mismo ha construido. Debo ser su legado, su mayor triunfo.

El Despertar Obscuro: El Ascenso.Where stories live. Discover now