Capítulo siete: Gehena.

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Ethan

Los vorálopes han sido un desafío, pero la victoria siempre levanta los ánimos. Estoy junto al fuego, limpiando mis dagas con movimientos mecánicos. Siento un cansancio profundo, no solo físico, sino emocional. Desde que me uní a los slayers, no he tenido un momento para bajar la guardia. Y a pesar de mi esfuerzo, sigue pareciendo que nunca es suficiente.

Mientras observo las llamas danzando, siento una presencia a mi lado. No necesito mirar para saber que es ella. Gehena tiene esa forma de aparecer sin hacer ruido, como una sombra seductora que se desliza por entre los espacios vacíos.

—¿Pensativo? —su voz suave rompe el silencio a mi alrededor, pero no lo perturba. Es como si Gehena siempre supiera qué tono usar para no invadir del todo, solo lo suficiente para hacerse notar.

—Solo... cansado —respondo, sin mirarla, intentando no demostrar cuánto me afecta su cercanía. Mi corazón ya comienza a acelerar, y esa es la reacción que detesto y deseo a partes iguales.

Gehena se sienta junto a mí, su postura relajada, pero hay una energía latente en ella, algo que nunca he podido descifrar. Como una serpiente enroscada, lista para atacar en cualquier momento, pero que por ahora solo observa. Se inclina un poco hacia mí, su mirada me derrite y me hace imposible apartar la vista.

—Hoy te vi luchar —dice en un tono bajo, casi íntimo—. Hay algo en la forma en que te mueves... es diferente.

Su mirada se posa en mí, y siento que me estoy hundiendo en sus ojos oscuros. La sensación de ser visto, de que alguien finalmente me nota, me envuelve como una manta cálida.

—¿Diferente cómo? —logro preguntar, mi voz suena más insegura de lo que me gustaría.

Ella sonríe, esa sonrisa pequeña y misteriosa que siempre me deja deseando más. Un dedo frío roza mi antebrazo, apenas un toque, pero lo suficiente para enviar una descarga a través de mi piel.

—No sé, Ethan. Quizás... hay algo en ti que todavía no descubres. Una chispa que está ahí, esperando salir. —Su dedo traza una línea lenta hasta mi muñeca, y luego se aparta—. Es fascinante de ver.

Mi mente se enreda en sus palabras. Esa chispa de la que habla... ¿es magia? ¿Es fuerza? Quiero preguntar, pero antes de que pueda hacerlo, Gehena se pone de pie de repente, su energía cambiando como si hubiera recordado algo urgente.

—Voy a caminar un poco —dice, como si la conversación no hubiese sido nada importante—. Tal vez quieras acompañarme.

No me da tiempo de reaccionar antes de alejarse. Pero el magnetismo de su invitación es imposible de ignorar. Dejo mis dagas a un lado y me levanto, siguiéndola entre las sombras de la noche.

Caminamos en silencio durante un buen rato, la oscuridad apenas rota por el brillo de la luna. Gehena no dice nada, pero su presencia lo llena todo. Cada paso que da parece calculado, como si el bosque mismo le perteneciera. Yo sigo detrás, sintiéndome como un niño pequeño en busca de la atención de alguien que siempre está más allá de su alcance.

Finalmente, Gehena se detiene cerca de un pequeño arroyo. La luz de la luna se refleja en el agua, dándole un brillo espectral. Ella se inclina hacia una roca y se sienta, sus ojos nunca apartándose del agua.

—Eres muy callado, Ethan. —Su voz rompe el silencio de nuevo, pero esta vez hay algo más en ella. Una nota de desafío.

—Solo intento no interrumpir... no sé qué decir a veces —respondo, sintiéndome torpe de nuevo. Siempre me siento así cerca de ella, como si nunca supiera qué es lo correcto.

El Despertar Obscuro: El Ascenso.Where stories live. Discover now