Capítulo cuatro: Salobreval.

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Ethan

Durante el camino, monto en el taurus de Asaji, una bestia formidable y poderosa que avanza con firmeza hacia Salobreval, el destino del grupo. Aunque el viaje no se extiende demasiado, el sol implacable castiga nuestras espaldas mientras los taurus avanzan a una velocidad moderada. Asaji, con su voz grave y segura, comienza a relatarme la importancia de Salobreval.

-Nosotros somos slayers-, dice con orgullo, sin necesidad de preguntar doy por sentado que se refiere a cazadores, pero como si me leyera la mente, algo que no es muy complicado con mis notorias expresiones faciales que llevan consigo una sombra de duda, me da una breve explicación que repele cualquier incognita que pudiese quedarme -"Slayer" es como denominamos a cualquiera que se atreva a cazar monstruos en este mundo hostil. Y en Salobreval, hay un mercader conocido por comprar el fluido de krackers, esa sustancia verde brillante que Stump extrajo del aguijón de la bestia. Sirve para crear pociones de diversos efectos: algunas de curación, otras tan venenosas que podrían arruinar tu existencia en un solo sorbo -.

-En la aldea podremos descansar. Ese kracker estaba gestando una cría en su interior, lo que hizo que produjera más fluido. Eso nos dará suficiente dinero como para vivir vivir bien alrededor de un mes -me dice Asaji, su vista fija al frente mientras sus ojos agudos observan con atención el panorama, listo para identificar cualquier peligro que pudiera aparecer.

-Allí podrás reponer fuerzas y continuar tu viaje a la Ciudad de los Mil Pilares... si es que logras llegar -añade, y en su tono hay una advertencia que resuena en mi mente, sembrando la duda. ¿Podría ser más difícil que las adversidades que ya me ha presentado el Yermo?

Sus palabras son claras: no podré seguir mi viaje con ellos. Esto me desilusiona y borra la pequeña sensación de seguridad que me daba estar rodeado de otros. Sin embargo, decido no decir nada al respecto.

Así, el camino continúa en silencio. Me gustaría decir que es como un viaje en carretera como los que hacía con mis abuelos, pero no hay nada que ver aquí excepto el desierto implacable. La vista se extiende en un vasto mar de arena y rocas, con ocasionales remolinos de polvo que se levantan al paso de los taurus.

Mis pensamientos vagan y, sin mucho más que hacer, mi mirada se posa en la joven Gehena, a quien vi tomar muestras del kracker. Para ser una cazadora de bestias del Yermo de la Desolación, es bastante bonita. Su cabello lacio, de un castaño que brilla bajo el sol, cae como una cascada suave hasta poco más abajo de sus hombros. Sus ojos, marrones con destellos rojizos, parecen atraer mi mirada como si un hilo invisible nos uniera. Me parece hermosa a pesar de no tener un cuerpo exuberante, pues su atractivo recae en la gracia con la que se mueve y en su mirada cargada con ciertos tintes coquetos.

Nuestras miradas se cruzan varias veces, y en la tercera, me regala una pequeña sonrisa que me deja sin aliento, recordándome la torpeza de mi adolescencia. En ese breve intercambio, siento una chispa de humanidad en medio de la desolación, una conexión fugaz que me recuerda que, a pesar de las circunstancias, no estoy completamente solo en este mundo inhóspito. Mi corazón late más rápido, y por un instante, la dureza del viaje y las incertidumbres del futuro se desvanecen, reemplazadas por una esperanza renovada.

Pero esta sensación de calidez se ve rápidamente opacada cuando Asaji me advierte de que nos dirigimos a una aldea. Salobreval. En mi mente, imaginé calles bulliciosas llenas de mercaderes, magia y vitalidad. Sin embargo, al atravesar los límites de la aldea, lo que encuentro es un eco sombrío de la desolación que asedia incansablemente este lugar. El nombre del Yermo de la Desolación cobra sentido en mi mente.

Al entrar a Salobreval, en lugar de flores exuberantes o frutos suculentos, solo veo sembradíos deformes que brotan de la tierra, torcidos y moribundos, como si el mismo suelo se burlara de los intentos de sus habitantes por sobrevivir.

El Despertar Obscuro: El Ascenso.Where stories live. Discover now