Alicia
La brisa matutina acaricia las torres de Éclarys, trayendo consigo la fragancia de la hierba recién cortada y el murmullo lejano de los estudiantes practicando hechizos en los patios. Estoy de pie en la entrada principal, con la espalda recta y la barbilla en alto, como me han enseñado desde pequeña. El sol ilumina los grandes ventanales góticos, y siento la presencia de las estatuas vigilantes que decoran la entrada mientras el rumor de las hojas del roble encantado cercano llena el aire. Hoy debo recibir al nuevo alumno, un joven cuya llegada ha generado tanto murmullos como recelos.
La brisa matutina acaricia las torres de Éclarys, trayendo consigo la fragancia de la hierba recién cortada y el murmullo lejano de los estudiantes practicando hechizos en los patios. Estoy de pie en la entrada principal, con la espalda recta y la barbilla en alto, como me han enseñado desde pequeña. El sol ilumina los grandes ventanales góticos, y siento la presencia de las estatuas vigilantes que decoran la entrada. Hoy debo recibir al nuevo alumno, un joven cuya llegada ha generado tanto murmullos como recelos.
Lo veo aproximarse, caminando junto a Seraphine, con el uniforme de Éclarys: el chaleco azul profundo casi negro y la camisa blanca contrastan con su piel bronceada y el oscuro cabello que aún se nota húmedo, como si hubiera hecho un esfuerzo por lucir presentable. Peinado y bañado, parece un joven completamente diferente al que vi en el juicio, cubierto de suciedad y andrajoso. Ahora luce más alto de lo que recordaba, con una sombra de barba apenas visible y una musculatura que se adivina bajo la tela del uniforme, tan opuesta a mi propia piel nívea y delicada. Sin embargo, su postura está lejos de ser la de alguien cómodo; parece que el uniforme le pesa, que lo incomoda. Tiene los hombros tensos y mantiene las manos dentro de los bolsillos del pantalón negro, como si quisiera ocultarse.
Cuando se detienen frente a mí, saludo a Seraphine, quien me devuelve una sonrisa que parece saber más de lo que está dispuesta a decir.
—Te dejo en buenas manos, Ethan —dice Seraphine con una sonrisa que roza lo travieso. La miro de reojo, y antes de que pueda replicar, ella me lanza una última mirada que parece sugerir que sabe algo que yo no.
—Nos veremos luego —Añade antes de alejarse, sus rizos dorados rebotando con cada paso, dejándonos solos.
El silencio se instala brevemente entre nosotros. Ethan parece observarlo todo con una cautela inusitada, y yo lo observo a él. La diferencia entre el joven desaliñado que vi en el juicio y este es notable, pero todavía hay algo en su mirada que sugiere que, por muy limpio que esté ahora, su alma aún lleva la suciedad de los calabozos. Sus ojos, de un tono profundo, se mantienen fríos, casi desafiantes, y su mandíbula está tensa. No estoy segura de si se siente incómodo por el uniforme o por el hecho de estar aquí en primer lugar.
—Bienvenido a Éclarys, —comienzo, intentando romper el hielo con un tono firme pero cortés. —Yo seré tu guía durante esta primera semana.
Le doy una leve inclinación de cabeza.
—Es un privilegio que te hayan permitido estudiar aquí, considerando las circunstancias.
Ethan asiente con un movimiento casi imperceptible, sin molestarse en disimular la falta de entusiasmo en su rostro.
—Supongo que tengo que agradecerlo,— dice en voz baja, su tono carente de gratitud genuina.
Ligeramente disgustada por su carencia de entusiasmo a la grandiosidad de la academia que me ha formado gran parte de mi vida, me doy la vuelta y empiezo a caminar por los pasillos, consciente de que él me sigue a unos pasos de distancia.
—Éclarys es más que una academia,— le explico, manteniendo mi voz serena. —Aquí no solo se entrena a los hechiceros más poderosos, sino que se preserva la sabiduría mágica de generaciones.
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El Despertar Obscuro: El Ascenso.
FantasyEn un mundo donde la magia es tanto un don como una maldición, Ethan, un joven de campo marcado por la dualidad de su herencia, descubre que su vida ordinaria en la tranquila granja de sus abuelos ha terminado. Hijo de un poderoso mago y una madre h...