Eres mía

𝒞𝒶𝓅𝒾́𝓉𝓊𝓁𝑜 𝒯𝓇𝑒𝒸𝑒

𝒦𝓌𝑜𝓃 𝒯𝓃

En la mañana desperté y vi a Jeon en mi cama, ambos estábamos desnudos y mi corazón dio vuelcos.

Recordé todo lo que había pasado anoche, lo que le dije antes de tener relaciones con él.

Estoy segura que así dejará de molestarme, pero verlo dormir en mi cama se veía tan tierno y un chico lo contrario al fuck boy que conozco.

Aunque realmente ya habíamos dormido juntos, pero de otra manera diferente.

Estaba por despertar y cerré mis ojos, no quería que me encontrara viéndolo.

— Tan linda que eres —susurró.

Lo sentí moverse y abrí un poco los ojos, topándome con su gran y musculosa espalda, se estaba poniendo la ropa, es obvio que buscaba solo sexo y yo prácticamente me entregué a él.

Estaba por salir de mi habitación y abrí los ojos totalmente.

— ¿Te vas? —pregunté.

— Si, solo fue una noche. —dijo en un tono frío y seco.

— Lo sé, eso fue lo que pedí. Cierra la puerta cuando te vallas.

Me miró una última vez y salió, escuché cerrarse la puerta principal y solté un suspiro.

🍄

Llegué a la escuela, la chica que se sienta con Mingyu también estaba ahí, dude en hacerlo, pero me paré a su lado y la miré.

— Hola —saludé.

— Hola.

— ¿Será que podamos cambiar de lugar?

— ¿Con quien te sientas? —preguntó.

— Con Jeon.

— Si, si claro.

Tomó sus cosas y se fue sonriendo a su nuevo lugar, por mi parte también lo hice, me senté y esperé a que iniciara este día.

— Tn, qué haces aquí —sonrió Mingyu.

— Soy tu nueva compañera —sonreí.

— Eso me encanta —pasó su brazo por mis hombros.

Llegó Jeon y al verme frunció el ceño, luego vio el brazo de Mingyu y luego giró su cabeza para encontrarse a su nueva compañera que lo esperaba sonriente.

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Llegué con la intención de hablar con Tn, pero me llevé la sorpresa que estaba compartiendo escritorio con el idiota de Mingyu, y por si fuera poco este la tenía abrazada.

Miré a mi lugar y me encontré con Lyn, la chica nerd del salón, genial.

— Hola Jungkook —saludó aquella chica.

— Hola Lyn, ¿por qué cambiaste de lugar?

— Oh, Tn me lo pidió.

— Vuelve a tu lugar y que ella regrese.

— ¿Y si no quiere?

— Inventa algo, dile que no puedes ver de lejos, que se yo.

— Está bien.

Fue al lugar de Tn, pero el que venía era Mingyu.

— ¿Y tú que? —lo miré.

— Le cambio el lugar a Lyn, Tn por alguna razón no quiere sentarse contigo.

— Yo la quiero a ella de vuelta no a un traicionero como tú.

— Cuando vas a entender que yo no hice nada, todo lo hice ella.

— Y tú tan inocente ¿no?

— Jeon, ella me dijo que la habías terminado.

— Como no, y aprovechaste la situación, en vez de ir a preguntarme, tú y esa son tal para cual.

— Piensa lo que quieras.

— Lo pienso y lo seguiré pensando, eres un idiota.

— Y tú una mierda de persona, que se cree hombre pero ni siquiera saber el significado de esa palabra.

— Maldito traidor.

Y ahí estábamos los dos golpeándonos, hasta que otros compañeros nos separaron, es una suerte que el profesor no haya llegado.

Tn se acercó a Mingyu y tocó su rostro, ese idiota hacía pucheros como si fuera niño.

— ¿Estás bien? —ella le preguntó.

— No te preocupes linda, estoy bien —sonrió.

— Vamos a la enfermería.

Lo tomó de la mano y fueron a la enfermería, esperé unos minutos y fui yo, no quería dejarla sola con el o más bien no permitiría que la besara, sus labios me pertenecen a mi.

Abrí la puerta lo más lento posible para no causar ruido, entré y la vi curándole las heridas de su rostro.

Luego él la tomó de las mejillas y estampó sus labios con los de ella.

Esos labios me pertenecen a mi, vuelves a meterte con lo mío.

Carraspee mi garganta y ella se separó de él, me miró unos segundos y desvíe la mirada para buscar algo para curar mis heridas.

Mingyu me miró y quise volver a golpearlo.

— Vamos Tn, ya perdimos una clase —le dijo.

— ¿Puedes adelantarte?

— ¿Segura? —me miró a mi.

— Si, descuida, ahora voy.

— Bien.

Salió de la enfermería y me quedé a solas con ella.

— ¿Por qué se golpearon?, ve cómo estás del rostro.

— ¿Te importa?

— Me importa Jeon, ¿me dejas curarte?

— Hazlo, pero antes déjame hacer algo.

Tomé un algodón y lo mojé un poco, lo pasé por sus labios limpiando el beso que él le dio.

— ¿Que haces?  —se hizo hacía  atrás.

— Él besó tus labios, estoy limpiándolos.

La tomé de la cintura y la acerqué a mi para plantarle un beso.

— No permitas que el u otro hombre vuelva a besarte.

— ¿Por que? —frunció el ceño.

— Por qué tus labios y toda tu me pertenecen.

La pegué más a mi y caminamos hasta la camilla, la subí a la cama y abrí uno cotuda piernas para ponerme en medio de ella.

Solo la besé, un beso lento y dulce, nada desesperado, solo disfrutaba de sus carnosos labios.