capítulo 16

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— ¡Ya te dije que no quiero estar aquí!

— Y yo te dije que no me importa.

Anna me responde sin mirarme mientras me arrastra por todo el lugar. Estamos en el centro comercial, comprando no se qué cosas para ella.

Yo le repetí cientos de veces que no quería salir, que prefería quedarme en casa. Según ella, es bueno que allá llegado a mi vida para que deje de ser asocial, pero a mí solo me parece una pérdida de tiempo.

— Creo que esto te quedaría bien — me dice mostrándome una falda negra — ¿Que te parece?

— No uso faldas — le digo de brazos cruzados — si es que a eso se le puede llamar falda, está muy corta.

— Hay por favor, no exageres, he usado cosas más cortas. Ya que estás aquí conmigo, compra algo.

— Te recuerdo que yo no quería venir.

— Aburridaaaa. De todas las personas que he conocido tu eres la más aburrida, prima, somos familia, pero aún así no sé cómo haces para vivir así, sin ofender.

Esas palabras ya las he escuchado de diferentes personas, por alguna razón en esta ocasión me afectan más de lo que pueda admitir.

— ¿Como me llamaste? — le pregunto mirándola directamente a los ojos.

— Acéptalo, pareces una anciana que ya se jubiló. Creo que más aburrida que una anciana jubilada.

«Me está retando, y va a perder»

— ¿Y si te demuestro que estás equivocada?

— No serías capaz — me dice mientras se mira sus uñas con aire de superioridad.

— Dame eso — le digo arrancándole la falda de la mano.

Olvidando ese espíritu de aburrida como me ha dicho ella, y por su comentario entro en el probador para ponerme la falda. En otro escenario la hubiera mandado al diablo, pero tal vez estoy ten cansada de mi propia actitud que este comentario lo veo como una oportunidad para demostrarle a alguien todo lo contrario. O incluso a mi misma.

Al fin reaccionas, me estaba aburriendo de ser tu conciencia.

Una vez que me pongo la falda salgo del probador.

Afuera me miró en un espejo de cuerpo completo, y me fijo como mi prima se me acerca por detrás, con una para de estupefacta.

De un giro me volteo para encarar la.

— Ves, te dije que si podía — digo poniendo mis manos en la cintura mientras doy una vuelta exhibiendo la falda.

— ¡Solo mirate! — exclama emocionada — te queda genial. Decidido, te llevas esa falda.

— WOW WOW WOW — le detengo con las manos — dijimos que me la hiba a probar, no comprar.

— Pero si te queda genial. Probarte la falda en una tienda no demuestra nada prima, seguirías siendo la misma de antes ¿O acaso tienes miedo?

— Ok, esta vez no me vas a convencer así, eres buena haciendo eso, pero no funcionará.

— Yo solo digo que, si te queda genial y la puedes comprar, lo único que te detiene es el miedo, tu eres la única que te detiene, nadie más.

Miedosa.

«¡Hay porfavor!, ¿Tu también?»

Es la verdad. Solo cómprala y ya.

— No la comprare Anna. Ya te dije que no es mi estilo, que no uso faldas.

En realidad siempre he querido usar falda, supongo que  no uso por los demás, por miedo a los demás.

Corazón Herido Donde viven las historias. Descúbrelo ahora