XV

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Según nos cuenta los grandes rumores del castillo, se vio como la criada de los Martell era brutalmente asesina, una muchacha de cabellos rojizos.

Algunos nos cuentan que fue un error de ella misma, que cayó loca y sé suicido, otros dicen que fue el príncipe Vikren, ya que él y aquella criada tenían historia.

Pero al final creyeron en la primera, nadie sería capaz de inculpar a un príncipe, y peor el que iba hacer esposo de la hija preferida del rey Viserys.

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Rhaenyra estaba desayunando mientras su criada, Elinda, le había contado como se había desmayado, claramente oprimiendo partes que la princesa no tenía idea.

Hablaban tranquilamente hasta que se escuchó como tocaban la puerta de los aposentos de la princesa.

— ¿Quién es? — Preguntó Elinda mientras se paraba de la silla donde estaba sentada.

— Soy yo Elinda, me puedes dejar pasar. — Elinda y Rhaenyra sabían de quien se trataba.

La princesa asintió para que lo dejara pasar.

Elinda hizo una leve reverencia, Vikren le dio una mirada que le dio a entender que podía retirarse.

— Me alegra verlo por acá, príncipe Vikren. — Dijo Rhaenyra mientras tomaba un pan de la bandeja.

— Para mí es un placer verla, princesa. — Vikren se sentó en la silla donde antes estaba Elinda.

Ambos se sonrieron, Rhaenyra dio una mirada tímida, todavía le daba pena ver a Vikren después de lo que había hecho con él.

Mientras Vikren la miraba con posesión, pobre de ella, nunca se podía liberar de él. Vikren había cometido un error, uno muy grave, que si sale a la luz sus padres podían terminar muertos.

— Princesa quiero hablar de algo con usted, como puede ver, nuestra boda ya se ha tardado demasiado en hacerla, por lo tanto mis padres y el rey han comenzado los preparativos. — Dijo Vikren con una sonrisa burlona.

Rhaenyra al escuchar lo que dijo su prometido sé sonrojó, ellos habían consumado el matrimonio antes de casarse y hacer los votos.

— Gracias por decírmelo príncipe, me cambiaré e inmediatamente iré donde mi padre ayudarle con los preparativos de nuestra boda. — Dijo Rhaenyra parándose de la silla para ir a cambiarse.

Vikren la estaba esperando, ¿Cuanto tardaba una mujer en arreglarse?, se preguntaba mientras tenía su daga en la mano.

Rhaenyra salió con un vestido rosado, dejaba a la vista pensamientos incoherentes, Vikren sintió celos se suponía que nadie vería a su prometida, iba matar a todo aquel que se le posara con otros ojos.

— ¿Vamos? — Preguntó la dulce voz de Rhaenyra, parecía una gatita que quería ser corrompida por el gran gato.

Vikren agarro su mano y juntos caminaron por el pasillo hasta llegar a la sala del rey.

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— Ah... Ah... basta, basta, esto está mal. — Decía Elinda, mientras sentía que se iba a venir en la boca de la princesa Alisya.

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