Chiara y Violeta estaban sentadas en el acogedor salón de su apartamento, rodeadas por el suave crepitar de la chimenea. El ambiente tranquilo contrastaba con la tensión palpable entre ellas. Chiara miraba fijamente las llamas, mientras Violeta jugueteaba nerviosamente con un mechón de cabello.
¿Podemos hablar?-dijo Chiara finalmente, rompiendo el silencio.
Violeta asintió, apretando los puños con fuerza.
-Sí, necesitamos hacerlo.
-Esto no puede seguir así.- continuó Chiara, su voz temblorosa. -Las discusiones, los constantes desacuerdos... No estamos bien juntas.
Violeta desvió la mirada, sintiendo un nudo en la garganta.
-Lo sé. Pero no quiero perder lo que tenemos.
Chiara suspiró, apretando los labios con tristeza.
-No sé si podemos arreglarlo esta vez. Estamos en caminos muy diferentes, Violeta. Y parece que nos estamos alejando cada vez más.
Las lágrimas comenzaron a emerger en los ojos de Violeta mientras luchaba por contener la emoción.
-Pero... ¿no podemos intentarlo? Podemos trabajar en nuestras diferencias, encontrar un compromiso... No quiero perderte.
Chiara se levantó y comenzó a caminar de un lado a otro, sintiendo el peso de la situación sobre sus hombros.
-Lo he intentado, Violeta. Lo hemos intentado. Pero seguimos chocando una y otra vez. No sé si hay una solución.
Violeta se levantó también, mirando a Chiara con desesperación.
-Entonces, ¿qué? ¿Vas a rendirte así de fácil? ¿Vas a dejarnos sin siquiera intentarlo una última vez.
La voz de Chiara se quebró mientras se enfrentaba a Violeta.
-No se trata de rendición, Violeta. Se trata de ser realistas. ¿Realmente crees que podemos seguir adelante juntas después de todo lo que ha pasado?
Hubo un largo silencio mientras ambas chicas se miraban fijamente, sintiendo el peso de sus palabras. Finalmente, Violeta rompió el silencio con un susurro tembloroso.
-Lo siento, Chiara. Lo siento mucho.
Chiara cerró los ojos, luchando por contener las lágrimas.
-Yo también lo siento, Violeta.
Sin decir una palabra más, Violeta tomó su abrigo y salió corriendo del apartamento, dejando a Chiara sola en la penumbra de la sala de estar.
Los días siguientes pasaron en un torbellino de dolor y arrepentimiento para ambas chicas. Intentaron seguir adelante con sus vidas por separado, pero cada momento estaba marcado por el vacío dejado por la ausencia del otro.
Entonces, una tarde lluviosa, Chiara recibió una llamada inesperada. Era Violeta, con la voz temblorosa pero determinada.
-Chiara, necesito verte.-dijo Violeta con urgencia.
Chiara sintió un nudo en el estómago, pero asintió.
-Está bien. Nos vemos en el parque.
Cuando se encontraron bajo la suave lluvia primaveral, ninguna de las dos supo qué decir al principio. Pero luego, las palabras comenzaron a fluir, lentamente al principio, luego con más claridad y pasión.
-Me di cuenta de que no puedo vivir sin ti, Chiara.-admitió Violeta, sus ojos brillando con emoción. -Eres mi todo .
Chiara sintió que el peso se levantaba de sus hombros mientras se acercaba a Violeta, sus manos buscando las de ella.
-Yo también te necesito, Violeta. Te amo más de lo que puedo expresar.
Y en ese momento, bajo la lluvia primaveral, Chiara y Violeta se abrazaron con fuerza. Pero Chiara se separó con la mirada triste.
-Pero no siempre el amor gana Violeta. Esto no va a ningún sitio.
-Kiki, nos queremos mucho...-Violeta iba a seguir hablando pero Chiara le cortó.
-Violeta, me lié con una chica de fiesta cuando fui a Menorca la última vez.
Violeta se quedó en shock.
-No te lo quería decir y desde ese momento te hice creer que lo nuestro no funcionaba porque no podía contarte la verdad. Iba borrachísima y me arrepiento tanto Violeta... Enterarte de que por culpa del efecto del alcohol puedes perder al amor de tu vida es tan...
-Chiara cállate.- Dijo Violeta secándose las lágrimas.- Que te den.
Violeta se levantó del banco decepcionada. Nadie antes le había hecho sentir lo que Chiara le sentía. Y ese sentimiento que Kiki siempre le hacía sentir desapareció en ese instante. Con el corazón roto, Violeta se dirigió de vuelta a su casa sin derramar ni una lágrima más por algo que no merecía la pena.