La luna llena brillaba intensamente sobre el horizonte de Menorca, reflejándose en las calles empedradas y añadiendo un toque de magia a la noche. Chiara se encontraba en su pequeño apartamento, mirando por la ventana y recordando los días recientes. Era la primera vez que pasaba tanto tiempo separada de Violeta, y la ausencia se sentía como un vacío constante.
Violeta estaba en Miami, colaborando con algunos músicos reconocidos. Era una oportunidad increíble para su carrera, pero la distancia y el tiempo alejadas habían dejado a ambas con una sensación de nostalgia y anhelo.
Chiara decidió enviarle un mensaje de texto a Violeta. No sabía si estaría despierta por la diferencia horaria, pero no podía esperar más.
*Chiara*:"Hola, amor. ¿Cómo estás? Te extraño mucho."*
Pasaron unos minutos y la respuesta llegó.
*Violeta*:Hola, mi vida. Yo también te extraño. No veo la hora de regresar y verte."*
Ambas comenzaron a intercambiar mensajes, llenos de cariño y de historias de los días que habían pasado separadas. Chiara le contó cómo había pasado las tardes en el parque leyendo sus libros favoritos, tratando de mantener la mente ocupada. Violeta le habló de las largas sesiones de grabación, de los músicos que había conocido y de cómo, a pesar de todo, siempre pensaba en Chiara.
Finalmente, después de más de una hora de conversación, decidieron hacer una videollamada. El rostro de Violeta apareció en la pantalla del teléfono de Chiara, con una sonrisa que le iluminaba el rostro.
- ¡Hola, hermosa! No sabes cuánto te extraño."
-Yo también, mi amor.-respondió Chiara, con lágrimas de felicidad en los ojos. -Es tan difícil estar lejos de ti.
Hablaron durante horas, como si la distancia y el tiempo no existieran. Se contaron sus sueños, sus miedos, y lo mucho que se amaban. Recordaron los momentos que habían pasado juntas, las risas, los abrazos y los besos.
-Te prometo que pronto estaremos juntas de nuevo.-dijo Violeta. -Esta semana se me ha hecho eterna sin ti.
-Lo sé, mi amor.-respondió Chiara.-Pero solo falta un poco más. Estoy contando los días para verte.
Antes de despedirse, Violeta le cantó una canción que había escrito para ella. La melodía era suave y las palabras, llenas de amor y de promesas de reencuentro. Chiara escuchó con el corazón latiendo fuerte, sintiendo que, a pesar de la distancia, estaban más unidas que nunca.
Finalmente, se despidieron con un beso a través de la pantalla, prometiendo que el tiempo que quedaba hasta su reencuentro sería más llevadero gracias a su amor.
Esa noche, Chiara se fue a la cama con una sonrisa en el rostro, sabiendo que, aunque estaban separadas por kilómetros, su amor las mantenía siempre cerca. La luna llena seguía brillando, siendo testigo de un amor que ni la distancia ni el tiempo podían apagar.
UNOS DÍAS DESPUÉS *
Chiara estaba nerviosa. Caminaba de un lado a otro en el pequeño apartamento que compartía con su compañera de cuarto, mirando el reloj cada pocos minutos. Había pasado una semana y media desde que Violeta se fue a Miami y aunque habían mantenido contacto diario a través de videollamadas y mensajes de texto, la ausencia física de su novia se sentía como un vacío en su vida.
Violeta, por su parte, estaba igualmente ansiosa. El vuelo de regreso había sido largo y agotador, pero la emoción de volver a ver a Chiara la mantenía despierta y alerta. Al salir del avión, agarró su maleta con rapidez y se dirigió a la salida del aeropuerto, donde había un taxi esperándola.
Mientras el taxi recorría las calles de la ciudad, Violeta recordó todos los momentos que habían compartido antes de su viaje. Sus primeras citas, las risas compartidas, y la promesa de que su amor sería más fuerte que cualquier distancia. Había escrito una canción para Chiara durante su tiempo en Miami, una balada suave que hablaba de anhelo y esperanza. No veía la hora de tocarla para ella.
Finalmente, el taxi se detuvo frente al edificio de apartamentos de Chiara. Violeta pagó rápidamente y, con la maleta en la mano, subió corriendo las escaleras hasta el tercer piso. Frente a la puerta, tomó un respiro profundo y tocó el timbre.
Chiara abrió la puerta en un abrir y cerrar de ojos. Sus ojos se llenaron de lágrimas al ver a Violeta parada ahí, con su sonrisa cálida y sus ojos brillantes. Sin decir una palabra, se lanzó a sus brazos, sintiendo el familiar y reconfortante aroma de su perfume.
—Te extrañé tanto —susurró Chiara, enterrando su rostro en el cuello de Violeta.
—Y yo a ti —respondió Violeta, acariciando suavemente el cabello de Chiara—. Tengo tantas cosas que contarte.
Chiara se apartó un poco, mirándola a los ojos con una sonrisa traviesa.
—Primero, quiero escucharte tocar la canción que me prometiste —dijo, tomando a Violeta de la mano y guiándola al pequeño salón donde estaba la guitarra de Violeta.
Violeta se rió, asintiendo. Se sentó en el sofá y se preparó para cantarle a su chica. Chiara se sentó frente a ella, con los ojos brillando de anticipación.
La voz de Violeta llenó la habitación, suave y llena de emoción. La letra hablaba de la distancia, del dolor de estar separados, pero también de la certeza de que su amor era más fuerte que cualquier obstáculo. A medida que la canción avanzaba, Chiara sintió que cada palabra estaba dirigida directamente a su corazón.
Al finalizar la canción, Chiara se acercó y besó a Violeta con ternura.
—Es hermosa, Vi. Eres increíble.
Violeta sonrió, dejando la guitarra a un lado y tomando las manos de Chiara.
—Lo hice pensando en ti. Cada día, cada noche. No puedo creer que por fin esté de vuelta contigo.
Chiara se rió, abrazándola de nuevo.
—Tampoco yo. Prométeme que no te irás por tanto tiempo otra vez.
—Lo prometo —respondió Violeta, con una chispa de determinación en sus ojos—. Pero, por ahora, vamos a disfrutar cada segundo juntas.
Esa noche, se acurrucaron en el sofá, viendo películas y hablando hasta altas horas de la madrugada. El reencuentro había sido todo lo que habían esperado y más. Mientras se quedaban dormidas en los brazos de la otra, sabían que, sin importar las distancias o los desafíos, su amor seguiría siendo una constante en sus vidas.