DEL ODIO AL AMOR

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Chiara ajustó su violín y lanzó una mirada de reojo a Violeta, que estaba afinando su chelo al otro lado de la sala de ensayo del conservatorio. La tensión entre ambas era palpable, y no era un secreto para nadie en el lugar. Desde que habían ingresado al conservatorio, habían competido ferozmente por ser las mejores de su generación.

—¿Lista para otra derrota, Chiara? —dijo Violeta con una sonrisa irónica mientras ajustaba una cuerda.

—No cantes victoria aún, Violeta. —Chiara le devolvió la mirada con desdén—. Recuerda que la última vez fui yo quien se llevó los aplausos.

El director del conservatorio, el señor Ramírez, entró en la sala, interrumpiendo su intercambio.

—Bien, bien, jóvenes. Hoy vamos a trabajar en el dúo para el concierto de fin de año. Necesito que dejen sus diferencias a un lado y se concentren en la música.

Ambas asintieron con desgana y se prepararon para tocar. El señor Ramírez levantó la batuta y comenzó el ensayo. La música fluía, pero había una tensión en el aire que interfería con la armonía.

—Chiara, tu entrada está fuera de tiempo —dijo Violeta, deteniéndose abruptamente.

—Tal vez si no estuvieras tan concentrada en criticar, tocarías tu parte correctamente —respondió Chiara con frialdad.

El señor Ramírez suspiró y bajó la batuta.

—Esto no va a funcionar si no aprenden a trabajar juntas. Quiero que ambas se queden después del ensayo para hablar.

Después de que el resto de los estudiantes se fueron, el señor Ramírez se acercó a ellas.

—Miren, sé que hay una rivalidad entre ustedes, pero la música es un arte colaborativo. Necesitan aprender a confiar y respetarse. Esta noche tienen que trabajar juntas en el dúo. No se irán hasta que toquen en armonía.

Chiara y Violeta intercambiaron miradas de desafío, pero sabían que no tenían otra opción.

Esa noche, la sala de ensayo estaba vacía, excepto por ellas dos. La luz tenue del atardecer entraba por las ventanas, creando un ambiente íntimo.

—Empecemos desde el principio —dijo Chiara, intentando mantener la calma.

Tocaron los primeros compases, pero la tensión seguía allí, afectando su interpretación. Después de varios intentos fallidos, Violeta dejó su chelo con frustración.

—Esto es inútil. Nunca vamos a tocar bien juntas si seguimos así.

—Tienes razón —admitió Chiara, sorprendida por su propia sinceridad—. Tal vez deberíamos hablar primero.

—¿Hablar? ¿Sobre qué? —preguntó Violeta, desconcertada.

—Sobre por qué nos odiamos tanto. —Chiara se sentó en una silla, mirando a Violeta directamente—. Desde el primer día, hemos competido sin parar. Pero no creo que sepamos realmente por qué.

Violeta suspiró y se sentó frente a ella.

—Creo que empezamos a competir porque ambas queríamos ser las mejores. Pero con el tiempo, se volvió personal. No sé cuándo, pero empecé a ver cada cosa que hacías como un ataque hacia mí.

—Y yo empecé a hacer lo mismo —admitió Chiara—. Pero, ¿y si dejamos eso atrás y nos enfocamos en la música?

Hubo un momento de silencio mientras ambas asimilaban la propuesta.

—Vale la pena intentarlo —dijo finalmente Violeta—. Al menos por el bien del concierto.

Volvieron a sus instrumentos y empezaron de nuevo, esta vez con un enfoque diferente. Se escucharon mutuamente, ajustando sus interpretaciones para complementarse en lugar de competir.

ENTRE ARMONÍAS~ONE SHOTS KIVIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora