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Estaba más que robotizado para que cada que la campanilla del local sonara, Changbin sonreía cordialmente y daba un saludo. Siempre lo hacía. Incluso cuando había clientes que ni siquiera una mirada le dirigían. Tenía que preguntar si habían encontrado todo lo buscado de manera cortés a casa persona en la caja, incluso a aquellos que le lanzaban las cosas y lo miraban tan fijo que apresuraban sus movimientos.

Sus compañeros de trabajo no ayudaban mucho. Hasta cierto punto los entendía, trabajar en la gasolinera era desgastante y, lo más seguro es que, al igual que él, tenían muchísimas más cosas en mente que les preocupaban. Y Changbin lo entendía. Pero él jamás fue grosero con alguno de ellos, aún cuando sentía que estaba a punto de explotar así que por ello le molestaba que sus compañeros sí lo fueran.

No les pedía entablar una amistad duradera sino ser únicamente amables con el contrario. Pero parecía que estaba pidiendo ver un unicornio.

Muchas veces cuando lo mandaban a la bodega era el único momento donde podía suspirar y restregar su cabeza buscando calmar su estrés. Estaba cansado. De los dos trabajos que tenía, el de la gasolinera era el que más energía le drenaba y en el que más la pasa mal.

Cuando dieron las cuatro de la tarde, la clientela bajó así que le dijo a Jin, el compañero que nunca había sido grosero con él, o con nadie en realidad ya que era muy solitario, que iría a la bodega a hacer inventario. Cuando recibió un asentimiento como respuesta se puso de pie y caminó hasta que llegó a aquella puerta que lo separaba de la parte delantera.

La empujó pero no entró, sino que la cerró y caminó hasta la salida de emergencia donde empujo la puerta tratando de hacer el menor ruido posible o sabía que los chismosos del trabajo le contarían a su jefe exagerando de más sus acciones.

Una vez lograda su misión, se sentó en el escalón y sacó sus cigarrillos. Prendió uno y dejo que el humo inundara cada centímetro de sus pulmones con los ojos cerrados. Luego expulsó el aire y abrió los ojos. La primera calada era sagrada para él, sentía ese cambio en su humor de manera inmediata.

Changbin no se consideraba un fumador. En casa no lo hacía y mucho menos cerca de Minho, la verdad es que solo necesitaba uno cuando el estrés lo comenzaba a superar. Lo que le preocupaba es que aquellos momentos habían sido más recientes últimamente.

Mientras aspiraba y expulsaba el humo su mente viajó rápidamente a las palabras de cierto pelirrojo. Trabajar ayudando a su hermanito no era una idea tan descabellada. Además de que pasaría más tiempo con Minho, que era algo que realmente quería. Era la propuesta perfecta. No sabía porque lo estaba dudando tanto. O tal vez si. Muy en el fondo tenía miedo de que Minho ya no lo quisiera como antes.Una cosa era pasar tiempo ocasional con su hermano y otra muy diferente era pasar todo el dia con él. Changbin tenía miedo de ver el desprecio o incomodidad de Minho a su lado.

Suspiró frustrado mientras lanzaba su cigarrillo al suelo y lo aplastaba con la suela de su zapato. Pasó sus manos por su cabello y se puso de pie. Debía de volver al trabajo pero no porque realmente quisiera.

Limpió la parte trasera de su pantalón con las manos e ingresó al lugar. Pasó por el baño y notó que estaba ocupado así que no pudo pasar a enjuagarse las manos para eliminar el olor a humo. No le importó.

Llegó hasta la parte delantera de la gasolinería. Dónde la caja y algunos estantes con comida lo esperaban. Al notar que no había gente dentro esperando cobrar algo, caminó hasta tomar una caja con mercancía que debía de acomodar. Sin embargo, sus acciones se interrumpieron con una tos fingida a su espalda.

-Joven Seo, ¿se puede saber dónde estaba hace unos momentos?- Si, esa era la voz de su jefe. Mierda. Se puso de pie lentamente y giró hacía el hombre gordo y sudoroso que lo miraba interrogativo.

ᏞᏆᏙᎬ ᎪᏀᎪᏆΝ ✭ ᏟᎻᎪΝᏀᏞᏆХ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora