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Los días pasaron lentamente y sin dificultades después de aquella tarde. Felix no había vuelto a saludar o despedirse de él con un beso y sería mentira decir que Changbin no estaba a la expectativa y los nervios crecían en su estómago con cada saludo o despedida. Aunque claro que jamás lo admitiría.

Aquella tarde, como todos los días, los hermanos Seo se encontraban en la casa de los Lee. La tarea se había extendido ya por unas horas más de lo normal pues se trataba de crear un cuento con moraleja y aunque en un inicio llevaban buen ritmo por la imaginación de los menores, fue este el mismo problema de que ya llevaran más de tres horas y solo la mitad de la historia escrita.

Los pequeños se metieron demasiado en la historia, aun cuando cada uno hacía una diferente. Pero al pensar en voz alta y apoyarse en Changbin, comenzaron a meterse en el cuento contrario, diciendo qué les gustaba, qué debería pasar y qué, en definitiva, quedaba fuera de la escritura.

En un inicio Changbin se lo tomó con diversión, riendo y disfrutando de ver a los dos pequeños dejar volar su imaginación. Pero ahora ya no estaba tan contento. Los menores, a pesar de llamarlos para seguir con la tarea, se distraían a los pocos segundos y volvían esas largas conversaciones y actuaciones del por qué el dragón de Minho debería morir o por qué la sirena de Jeongin no debería enamorarse del chico de la playa.

-¿Pero sabes por qué el dgagón debería ser rojo en lugar de azul?- Jeongin volvió a hablar. Ahora la felicidad le había durado cinco minutos a Changbin al notar como su hermano dejaba el lápiz en la mesa y lo miraba con decisión.

-No me importa, el azul es mi color favorito y yo quero que mi dragón sea azul.

Y aunque Changbin quiso intervenir y cortar la conversación ahí, fue demasiado lento. Jeongin también dejó su lápiz y miró a Minho con determinación, argumentando que las sirenas le gustaban y por ello la historia debía ser de amor.

Changbin suspiró frustrado, mientras se dejaba caer sobre la alfombra cansado, esto duraría horas si seguían así.

-Bien, escuchen. Changbin y yo prepararemos chocolate caliente. Si cuando volvamos aún no han acabado su historia entonces no podrán tomar.- Felix tomó la palabra ahora. Habia dejado de prestar atención a su trabajo por sumirse demasiado en las historias de los pequeños pero ya estaba cansado de esas tontas peleas en círculos. Asi que se puso de pie y miró firmemente a los menores.- Después Changbin los ayudará a corregir sus errores pero yo creo que ya son capaces de escribir un buen final para su historia.- Los niños asintieron efusivamente, claro que podían dar un buen final a su historia, aún si a su amigo no le gustaba.- Bien, vamos Changbin.

El mayor de los Seo se puso de pie con dificultad, se le habían entumecido las extremidades y no se había percatado de ello así que con pasos extraños acompañó al menor fuera de la biblioteca mientras escuchaba cómo los niños, en lugar de pelear, ahora unían sus ideas para hacer "el mejor final de toda la historia de todo el mundo de todos los tiempos", como ellos habían mencionado.

Lo siguió desde atrás notando como el pecoso se movía con ligereza casi como el movimiento de un cisne en el lago solo que aquí era Felix sobre sus calcetas sobre su piso de madera. 

Llegaron a la cocina en silencio, Changbin quedó detrás de la encimera mientras veía al chico buscar en los gabinetes y tarareando una melodía que no lograba adivinar. Lo vio tomar un par de cosas y luego girar hacia su lugar, extendió sus utensilios y finalmente lo miró, brindándole una sonrisa realmente brillante.

-¿Necesitas ayuda?- Preguntó el mayor. 

-No te preocupes, hacer chocolate no es tan complicado, al menos ya no se me quema la leche.- Bromeo, haciendo que ambos rieran.- Por cierto Changbin- Comenzó a hablar mientras vertía leche en una olla grande.- El viernes daré una fiesta aquí en mi casa como festejo de que mi semestre finalmente terminó. Estas invitado claro.

ᏞᏆᏙᎬ ᎪᏀᎪᏆΝ ✭ ᏟᎻᎪΝᏀᏞᏆХ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora