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Aún con su deseo de escapar finalmente de aquel trabajo agotador y restaurar el lazo de hermandad con Minho, fue más difícil el llevarlo a cabo para Changbin.

No era como si simplemente pudiera llegar y renunciar, tenía gastos que cumplir. Además de que no había podido hablar con el pecoso como era debido. Por las mañanas llegaba corriendo a la escuela donde solamente se despedía de Minho y corría rumbo a su trabajo. Por las tardes, Félix pasaba por sus hermanos y Changbin ya no tenía la necesidad de asistir a casa, iba directo a la gasolinera de dónde salía ya muy tarde y terminaba cansado, así que al llegar a casa solamente se despedía del pelirrojo y se iba a dormir.

Ni siquiera sabía si la propuesta de Félix aún estaba en pie o ya había conseguido un verdadero tutor para Jeongin.

Sin embargo, había ahora algo más que lo estaba haciendo sentir mal. Los últimos días, cuando llegaba a casa, podía ver a Félix dormido sobre la mesa o sobre su computadora mientras presionaba una letra una cantidad infinita de veces manchando el documento en el que trabajaba.

Eso solo significaba que el pecoso tampoco estaba descansando bien. Dormir en esa posición era incómodo, además de que cada día lo esperaba hasta altas horas de la noche, lo que de seguro estaba afectando su ciclo de sueño.

Estaba bien cuando solo él sufría sus desvelos pero lo que menos quería era arrastrar a terceras personas a ese mal hábito.

Aún así, los días pasaron y las cosas no cambiaron mucho. Llegaba a casa y veía al chico muy concentrado en su computadora o en sus sueños, no lo quería detener más del tiempo que ya lo hacía así que se despedían rápidamente y finalmente se iba a la cama.

Aquella noche era sábado lo que significaba que finalmente una dura semana había terminado para Changbin, de nuevo. Iba casi arrastrando sus pies hasta que llegó a su hogar. Trató de no hacer mucho ruido y con cuidado abrió la puerta del lugar. Retiró sus zapatos y quitó su chaqueta, luego se colocó las sandalias que usaba en casa y entró finalmente a su sala.

Changbin esperaba ver al pecoso dormido como todas las noches, sobre todo porque aquel turno lo había terminado bastante tarde gracias a que, nuevamente, tuvo que esperar a su relevo de turno.

Sin embargo, se sorprendió cuando vio al pecoso recostado sobre su sillón, bebiendo algo de su taza humeante y observando, lo que parecía, un documental en la televisión.

Al escuchar sus pasos flojos giró para verlo y entonces le sonrió. Changbin le devolvió el gesto, hasta cierto punto se sintió bien ser recibido por alguien después de un largo día.

-Lamento la tardanza pero no podía entregar mi turno.- Se justificó desde su lugar, a unos pasos del sofá.- Sé que parece una excusa barata por la cantidad de veces que lo he dicho pero juro que es verdad.

Félix rió mientras se ponía de pie.

-No pasa nada, lo entiendo.- Restó importancia con su mano al mismo tiempo que caminaba hacia la cocina.- Hice un poco de café para no dormirme, ¿quieres un poco?

-¿No es mejor que vayas a tu casa?- Preguntó pero de inmediato se dió cuenta de lo grosero que fue y se sintió realmente mal, así que corrió hasta ponerse frente al chico y agitar sus manos con desesperación.- No quiere decir que te esté echando pero supongo que estás cansado, ya has esperado bastante por mi.

-Para eso es el café.- El pecoso se sirvió otra taza despreocupado por el anterior comentario y, sin preguntar, sirvió una nueva para el chico que lucía bastante cansado.- Además, no has estado comiendo… Sé que tal vez no me corresponde aquello pero lo he notado y de cierta manera me preocupa, tienes dos trabajos que de seguro gastan gran parte de tu energía, deberías comer aunque sea un poco.

ᏞᏆᏙᎬ ᎪᏀᎪᏆΝ ✭ ᏟᎻᎪΝᏀᏞᏆХ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora