15. Contraseña

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..."El miedo no es a la oscuridad; es a lo que puede estar escondido en ella"...

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¿Qué debería hacer? Pedir perdón

No

¿Quizás abrazarlo?

No

Entonces que hago
¡Háblame voz interior!

Lo último que oí salir de sus labios fue que deberíamos quedarnos sentados aquí en esta "parada de estación" hasta que todos se hayan ido, pero desde eso siento que ha pasado mucho tiempo y a decir verdad somos los únicos que quedamos aquí. Él solo se considera un árbol echando raíces sin ninguna ansiedad y yo abrigo dolor en mis piernas de tanto moverlas por los nervios y la intranquilidad.

- Creo que todos se han ido,- no puedo aguantar más tiempo sin decir una palabra.

- Ves a ese hombre que está en el suelo, tapado con cartones,- viro mi vista para prestar atención al hombre de ropa triste y ahuecada, sus ojos afligidos contaban una historia desconsolada, se abrazaba a sí mismo para resguardarse del frío de la noche,- hasta que no se duerma no podemos pararnos de aquí- dice Edward retornando a su posición de árbol.

- ¿Tienes otra manzana en tu bolsa?. Necesito comer algo.

-Acabo de comprarte comida ¿cómo puedes tener hambre?- arrugando su frente.

- Por favor,- él bufa hasta poder tener una de las manzanas en mis manos.

Me levanto del asiento dejando salir un suspiro, Edward me observa con sus cejas arrugadas.

Si él no lo hace lo haré yo.

Camino hacia el hombre acostado en el suelo que está cerca de las enormes escaleras que llevan a la salida de este lugar, me arrodillo ante él.

- ¡No me hagas daño!, por favor.- Asustado cubre su rostro con las manos

¿Qué tanto puede haber sufrido para que reaccione así?

- No tengas miedo- le ofrezco la manzana.

La toma en sus manos haciendo brillar sus ojos tristes, me observa en agradecimiento mientras muerde la manzana con deseo y necesidad. Me quito el chaleco que tengo puesto y lo pongo sobre sus hombros.

- Gracias señorita, ¿Por qué una chica como usted ayuda a un hombre como yo?

- Si ayudo a una sola persona a tener esperanza, no me sentiré tan pequeña en un mundo tan grande. - Le ofrezco una sonrisa amplia y en respuesta me ofrece su sonrisa desgastada, me levanto de mis cuclillas para dirigirme nuevamente hacia el banco.

Edward no me quita sus ojos de encima.
Parece molesto.

-¿Porque hiciste eso?

- Nunca se dormiría si el frío lo congelaba y su estómago lo molestaba. - Realmente no lo hice pensando de tal forma, sin embargo si digo que lo hice de buen corazón podría juzgarme y lo menos que necesito ahora es una discusión.

...

- Elena

- ¿Qué? - ,comienzo a incorporarme con varios parpadeos.

- Elena, ¡despierta!

Mi rostro recostado sobre el hombro de Edward y su chaqueta sobre mí. ¿Cómo llegue a esta posición?, solo siento su olor recorrer mi sangre; revoloteando mi susceptibilidad.

Podría fingir que aún duermo para disfrutar este momento unos segundos más.

- El hombre ya está durmiendo. Despierta, es hora.

Con apenas 19 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora