6. Bailemos un poco

41 7 1
                                    

..."Dejar ir lo que duele"...

***_____***

Sentada en el sofá rojo de mi nuevo hogar tengo la vista perdida en el suelo a travesando el peor momento de oscuridad, mi pasado me estaba arrastrando, el extraño se encontraba en la cocina y Edward se había marchado

Muchas veces me preguntaba porque algunas personas sufren depresiones y no lo tuve claro hasta ahora, comprendí que existían tres razones.

La primera era que el miedo a ser uno mismo les ha enseñado a fingir pero no les ha enseñado a caminar con sus propios pies.

La segunda; era porque la vida les quito todo lo importante; todo lo que formaba parte de su mundo y sin ninguna explicación les obligo a empezar de cero una vida que no habían elegido.

Y la tercera pero más triste es el no sentir ningún objetivo por el cual vivir; cuando tu vida comienza a sonar sin sentido y solo estas ahí existiendo en un lugar donde no encajas.

Y mi depresión se comenzaba a sentir como las tres al mismo tiempo.

- Esto te hará bien - el extraño me ofrece una taza de té.

Tomo el té, sin embargo mi mirada sigue perdida, Jack se sienta a mi lado e inmediatamente pongo mi cabeza recostada en su hombro, él pone su mano rodeando mi cuerpo.

Levanto la vista para ver su rostro y veo a mi padre, pestañeo varias veces y vuelvo a ver el extraño.

Estaba volviéndome loca pero por un momento vi a mi papá en su rostro, estaba sintiendo el calor de un padre en ese momento y esto sonará más loco aún pero juraría que el extraño se ve muy parecido a mi padre, sin embargo creo que el mal momento que había vivido había provocado fracturas en mi mente.

Un sonido raro empieza a sonar y el extraño saca de su bolsillo un artilugio raro

- Debo irme- dice segundos después de ver el artefacto

- ¿Está todo bien?

- Realmente no, pero lo estará. No mires con rareza lo que tengo en mis manos, es un celular pronto tendrás uno. Ahora debo irme. Será mejor que descanses- dice marchándose

Cierro la puerta y camino hasta mi recámara

-Elena abre- escucho la voz de Edward detrás de la puerta de mi dormitorio

- ¡Como entraste!- exclamo abriendo la puerta

- Tengo llave de la casa

¡Espera que tienes que, wao gozo de una gran privacidad!

Se sienta en mi cama

- este vestido era de mi madre- sacando de una bolsa blanca un hermoso vestido rojo muy ceñido al cuerpo- Nos vamos de fiesta, no pienso dejarte aquí intentando suicidarte con una cuchara de las que están en la cocina.

- Muy gracioso- digo haciendo gestos en mi rostro- pero algo de aire no me vendría mal.

- Perfecto, simplemente está fiesta a la que iremos no será una fiesta del té a las que estás acostumbrada, estaré aquí en una hora para recogerte, dentro de la bolsa hay más cosas que seguro necesitarás para arreglarte.
! Mujeres! - exclama y se marcha.

Ha transcurrido casi una hora pero aún estoy frente al espejo intentando acomodar un pequeño flequillo, muerdo mis labios varias veces para hacerlos más rojos, encontré unos zapatos dorados con un puntiagudo tacón y un lazo que coloque en mi cabello, aún no adapto mi cuerpo a usar tan poca ropa, mis pechos parecen rosas llamativas y mis esbozadas piernas están respirando libertad.

- Elena- escucho la voz de Edward en la sala.

Me observé en el espejo por última vez, toque mi cintura y observé lo hermoso que se veían mis glúteos en ese vestido.

Camino hacia donde se encuentra Edward, mis piernas comienzan a temblar.

Su camisa estaba un poco abierta, sus pectorales parecían montañas perfectas,el abdomen se marcaban aún estado tapado y sus músculos pedían salir a gritos.

Mi cerebro se derrite.

Puedo observar que no quita la mirada de mis pechos y ahora mira mis labios.

- ¿Estás bien?- pero que pregunta acabo de hacer, pues claro que está bien, mejor imposible, siento deseos de arrancar su camisa descontroladamente, pero que me pasa, nunca había pensado así.

- Por supuesto que estoy bien, ¿estas nerviosa?

- Claro que no- soy muy obvia, me mira con sonrisa pícara y agarra mi brazo izquierdo, llevándome hacia el carruaje.

El coche arranca y mi primer impulso es sacar mi mano fuera para sentir el aire rompiéndose contra mí, a esto le llamo yo sentirse viva, digo dentro de mi mente.

- ¿A tu novia no le molestara esto?- digo rompiendo el silencio

- La chica que conociste aquel día realmente no es mi novia, es mi hermana, resultado de otro matrimonio de mi padre.

- No estoy entendiendo, ¿Por qué me mentiste?

- Muchas chicas que pasan por estas zonas a vacacionar terminan obsesionándose conmigo, temía que fueras otra de ellas.

- Eres muy engreído- ¡UPS!, se me escapó

-Ya hemos llegado- apagando el coche

Bueno eso quiere decir que está soltero, sin embargo debo dejar de hacerme ideas sin sentido en mí mente, ¿por qué un chico como él miraría a una chica como yo?

- Has dicho algo Elena

- No, te lo has imaginado - creo que debería bajar el volumen a mis letras mentales

El lugar es simplemente asombroso, nunca había visto tantas luces en la noche, las velas de mi tiempo no eran tan increíbles, varias personas se amontonan en la entrada y dos altos hombres tan robustos como el roble protegen la puerta, sin embargo para mi asombro con solo ver a Edward le abren la entrada a tan ruidoso lugar.

Una joven tropieza conmigo, su ropa deja pocas ideas a la imaginación.

- Mira por donde caminas- me dice la joven en una forma no agradable, estas no son maneras de expresarse en sociedad y menos para una joven, es que en este siglo no existen los modales.

- No le hagas caso- dice Edward- te traeré un trago, espérame aquí.

Estoy parada un poco incómoda mirando como las personas rozan sus cuerpos en total intimidad, un joven se me acerca.

-Tengo algo que hará mejorar tu experiencia- mientras enseña unas muy pequeñas bolsas con un polvo en su mano.

Edward aparece y lo empuja bruscamente exigiéndole que se largue.

- Te he traído esto- habla Edward -espero que te guste- mostrándome un copa hermosamente adornada- tu pelo está llamando mucho la atención

- ¿No es normal tener el cabello por debajo de mis nalgas?- pregunté

- Te notas un poco diferente a lo habitual, sígueme- tomando mi mano

Estaba sintiendo cosquilleos mientras observaba como tomaba mi mano.

Awww, no la sueltes por favor.

- Bailemos - dice Edward mientras mis oídos escuchan una dulce melodía.

Edward aprieta mi cuerpo contra el suyo, su mano rodea mi cintura colocando mi rostro muy próximo a su mejilla, el olor de su cuerpo es tan dulce que desearía oler su piel por un largo tiempo.

Comienza a darme vueltas y veo como una pequeña sonrisa desea aparecer en su rostro, los laberintos de sus ojos podrían llegar a ser adictivos.

Por varios minutos todas las personas a nuestro alrededor desaparecieron, en mi mente solo éramos él, la música y yo.

Acerco un poco mi rostro y sus labios comienzan a sentirse cada vez más cerca.

- Tenemos compañía- Edward se detiene repentinamente

Viro mi rostro y veo al extraño mirándonos con rostro de decepción

Con apenas 19 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora