Capitulo 6

52 12 0
                                    

Los primeros años fueron duros. No conocía del todo las reglas de los humanos más que conceptos básicos, por lo que más de una vez pase una situación complicada, por no decir dura. Mordí el suelo en numerosas ocasiones y desee no levantarme en muchas más, pero siempre aquellos ojos negros, llenos de vida y alegría, me hacían continuar. Desear averiguar a quien pertenecía.

Cuanto más pasaba en tierra, conceptos como dolor, tristeza, ansiedad y soledad comenzaron a formar parte de mi día a día, haciéndose abrumadoramente fuertes con cada año que pasaba. Pese a que mi yo interior se modificaba con cada nueva vivencia, mi ser exterior parecía inmutable a los daños físicos y al pasar del tiempo.

Supuse que al dejar de ser hija del cielo, mi cuerpo perdería aquello que lo hacia ser eterno, me equivoque. La eternidad no era ningún juego.

Y con forme más años se escurrían de mis dedos sin respuesta, conforme los países, provincias y ciudades se reducían, mis esperanzas por ver aquellos dulces ojos de nuevo, se extinguían. No quería darme por vencida, quería aferrarme a la idea de algún día poder llegar al final de mi recorrido, parar con mi sufrimiento, pero era tan difícil, tan duro, que muchos días realmente desee rendirme.

Al pasar las décadas, sin darme cuenta me volví una humana más, con mis preocupaciones y que haceres diarios. No era como si tuviera cosas interesantes que hacer, pues el genero aparentemente si importaba en tierra y por ser mujer lo máximo que podía aspirar por mi tono de piel en la región donde buscaba en ese entonces, era o ser criada o ser empleada menor, sin ningún derecho excepcional.

Me moví por los Estados Unidos, preguntándome si aquella persona habría muerto hace mucho, muchos años. Llevaba cerca de un siglo en tierra y de ser una humana, posiblemente su línea de vida ya debería haber llegado a su final, ¿estaría en Heaven entonces?

Dudas como esas me acompañaban en mi búsqueda infructuosa, dudas como esas y mi descuido, hicieron que cierta extraña figura se centrara en mi en la decada de los 20's, una figura oscura, que expendía maldad y muerte.

Su nombre era Alastor.

Era un locutor muy popular del cual escuche hablar en numerosas ocasiones y de quien jamás habría sospechado que estuviera detrás de la desaparición de tanta gente en los alrededores de Nueva Orleans. Sin embargo, todo eso paso a segundo plano cuando Alastor vino a mi.

Resulto que Alastor no era un humano ordinario en ningún aspecto. Su familia, durante generaciones habían practicado la magia oscura y por ende, él también. Esa explicación tan peculiar vino acompañaba de las extrañas figuras que venían con él y que a mi parecer, daban miedo.

Sabía con solo verlo que era un hombre peligroso del cual debía cuidarme, pero por más extraño que pareciera, las palabras dichas por el, me inspiraban cierta confianza.

-Puedo sentir la maldad en ti.

-No lo dudo querida, soy un hombre terrible.

-Tienes a tantas almas perdidas a tu merced, ¿qué quieres de mi?

-Realmente estoy interesado en ti, eres un ser divino, ¿Quién no lo estaría?

-¿Quieres información de Heaven?

-¿Así le dicen? Interesante, mis chicos te han seguido desde hace unos años, aparentemente en Hell se corrió el rumor de un Angel caído.

-¿Es así?

-Aparentemente te buscaron por décadas, pero sabes esconder muy bien tus pasos -comento mirando hacia sus sombras, cosa que no hacia más que ponerme ansiosa.

-Ni tanto. Si tus niños me han encontrando.

-Oh, tengo ciertas conexiones después de todo -rio al decirlo antes de dar un paso hacia mi-, querida niña, a cambio de la información que me des, puedo ayudarte a buscar eso que más anhelas.

-¿Cómo sabes que busco por algo?

-No es muy difícil de saber, te vez derrotada, muerta en vida, es obvio que la gente como tu solo siguen porque tienen una voluntad fuerte impulsada por un deseo verdaderamente fuerte, ¿Qué es lo que más anhelas, dulzura?

Y ahí estaba la pregunta que Vaghata esperaba no escuchar.

-Deseo saber de quien estoy enamorada.

-¿No lo sabes?

Y al verlo curioso, no pudo evita sonreír.

Alastor era el primer humano después de todo con el que hablaba de eso. En el pasado hubo muchos otros, que me tacharon de loca e intentaron o me hicieron daño. Sin embargo Alastor era diferente, él personalmente me había buscado y eso fue suficiente para hacerme confiar en él, aunque no debiera.

Le conté de mi vida en Heaven, mis tareas y las de los demás, ya sin miedo a alguna represaría. Le hable sobre mi expulsión y mi posible pecado, sin embargo, cuando llegue a la parte que tanto dolor me causaba, Alastor me detuvo con una gran sonrisa.

-Realmente eres un ser fascinante.

Aquella me tomo desprevenida en más de un sentido.

-Y tu un ser despreciable -afirme segura de que ni siquiera él podría hacerme daño.

-Es esa sinceridad, Vaghata, la que me hará ayudarte.

-Destruyes las creaciones de padre Alastor, vas en contra de todo lo que creía, ¿por qué debo dejarte ayudarme?

-Porque tu misma lo dijiste, creías -ante esa afirmación tuve que repasar mis palabras solo para estar consciente de que realmente lo había dicho-, ahora es diferente y empiezas a ver las cosas como son. Seré muchas cosas, pero un mentiroso en temas serios, no. Tienes mi palabra, que hasta mi ultimo aliento y en compensación, te ayudare a encontrar a esos ojos que tanto anhelas.

Sabía que podía arrepentirme, ¿dejarme ayudar por un asesino en serie que además cometía canibalismo? Era una mala decisión lo viera por donde lo viera, pero Alastor a diferencia de todo el mundo, me dio aquello que creí haber perdido, esperanza.

Una luz a la cual aferrarme.

Durante años, Alastor permaneció a mi lado. Nunca intervine con sus tareas extracurriculares, ni el me delato ante nadie, ambos mantuvimos nuestra relación como amigos durante tanto tiempo, que cuando una pista salió, ambos nos vimos visiblemente sorprendidos.

-Lo prometido es deuda -rió Alastor mirando hacia lo que una de sus sombras mostraba en el suelo-, sin embargo, no puedo ayudarte tanto, no se en que plano esta, bien podría estar en Hell o Heaven o podría estar en el limbo. Lo siento Vag.

Mire hacia lo que la sombra dibuja.

No existe en este plano.

-¿Dónde esta entonces? ¿lo que amo entonces no existe?

-Niña, no te rindas ahora, ya hemos buscado por años, ¿qué es un poco más?

-Y si lo que amo, ¿no es adecuado?

-¿Adecuado para quien? Realmente el amor no me importa Vag, pero si eso te hace feliz y te brinda aquello que le da sentido a tu vida, ¿qué tiene de malo tenerlo y vivirlo?

-Alastor, tengo miedo.

-Apuesto que si, pero no te preocupes, te seguiré hasta donde pueda lindura.

Y aunque aquellas palabras me reconfortaron, su mirada no lo hizo.

Sabía el porque de aquellas palabras, más me rehusaba a aceptarlo.

Alastor era mi todo en ese momento.

Y no quería iniciar de nuevo.

No tan pronto.

No tan pronto

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Caída al pecado [Chaggie]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora