Al sudoeste de la Corona de Tartessos había una pequeña aldea de poco más de dos mil habitantes costeña en un paisaje muy similar a lo que sería la cornisa cantábrica son sus verdes praderas, riscos y fuertes vientos que provocaban un gran oleaje. Un par de carretas cargadas hasta arriba llegó a su plaza central, decorada por el pleno, la iglesia y el pequeño mercado que allí se encontraba al ser un apacible miércoles de primavera, un pequeño pueblo llamado Vivar.
Las carrozas se rodearon de niños de todas las edades y mujeres tanto jóvenes como entrando en edad. El cura, desde la puerta de la iglesia bien abierta debido al mercado se acercó a los carruajes. Era joven, de poco más de treinta, delgado y pálido, con unas características gafas redondas y cabello negro. Sus ojos grises se percataron de lo sucedido nuevamente.
??: "¡Padre Pedro!"
Gritó una joven morena y delgada, cuya baja estatura resaltaba en comparación a la del cura de poco más de metro ochenta.
Pe: Dime, Maria. ¿Qué sucede?
Aquellos que rodeaban las carretas no eran más que las madres, hermanos y parejas de los soldados que marcharon al frente. De una de las carreras bajaron los cuatro chicos, pues al parecer Carola no estaba. Al verlos Maria saliera corriendo a toda pastilla rumbo a estos. Sus ojos miel y pecosas mejillas como si se tratará de una peliroja la hacían resaltar de entre el resto. Esta saltó en brazos de Rodri que sin problema la agarró sorprendido para poder besarla con una gran sonrisa. Un gran grito se escuchó "¡A mis brazos hijo mío! Pareció afirmar un señor gigante excesivamente feliz, con un gran bigote y completamente campo.
Vestido con ropajes que claramente hacían denotar que era herrero y abrazo con mucha fuerza a Rutula, levantnado a este del suelo sin problema alguno. Algunos se avergonzarian de la situación pero Rutula amaba demasiado a su padre como para hacer aso así que le devolvió el abrazo con fuerza. Saria y Nikola, cargados de su equipamiento y equipaje comenzaron a caminar por la palza alejándose del tumulto. Demasiados sentimientos juntos.
Amor, tristeza al no ver a la persona querida bajar del carruaje, alegría, decepción, demasiadas cosas en un lugar demasiado pequeño. Saria decidió tomar la iniciativa en la conversación.
Sa: ¿Que tienes planeado ahora? Asesino de duendes.
Era común utilizar la palabra "Duende" para referirte de forma irrespetuosa a los orientales de Cipango al estos ser bajos de estatura, delgados y astutos.
Ni: Supongo que ir a casa y dormir un poco, si es que me lo permiten.
Saria llevó sus manos a su espalda alzando los codos mientras miraba al nublado cielo con tranquilidad y despreocupación.
Se: Pues yo iré con mi churri al acantilado, debe de haber unas rosas hermosas en esta época del año. Por cierto, Niko, ¿que traes en esa manta sucia?
El chico agarró un objeto que por sus sonido parecía ser metálico que se encontraba envuelto entre ropajes sucios de su bolsa mientras confiaba caminando continuando la charla rumbo al destino.
Ni: Es una Katana, a mi hermano le molan estas cosas.
Saria se detuvo de golpe pegando un gran grito.
Sa: ¡Hostia es verdad joder! ¡No le he traído nada a mi hermano pequeño tío!
Nikola sonrió, pues ya conocía de toda la vida a su amigo y sabía que la memoria no era su fuerte.
Ni: Tranqui, solo di que no has encontrado nada de valor y ya o algo así, yo que se...
Ambos se detuvieron para darse un fuerte apretón de manos, así Saria se desvió a la izquierda y Nikola a la derecha para poder dirigirse a du hogar.
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LEIDEN
FantasyNikola, un joven mercenario que sufrió una serie de catastróficas desdichas se encontra en esta aventura de fantasía oscura en una guerra entre la nación de Tartessos y el Imperio Expansionista de Cipango que ya llevaba asolado el contiente durante...