dragon queen. (house of the dragon)

14; REY DE ORO

ANTES DE LEER

Aviso de escena picante, comienza dónde dice "Fue interrumpida" y termina dónde dice "Adelante".

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REY DE ORO

La risa de los niños era relajante, si los niños reían significaba que estaban felices y que estaban a salvo, y en ese momento Visenya quería escuchar aquel sonido. Su habitación estaba en silencio total, ni siquiera el sonido del fuego quemando la leña podía llenar el silencio que se había instalado en los aposentos de la Princesa desde hace una semana. Laenor había sido movido a sus aposentos después de su tercera noche en la oficina del maestre y desde entonces se les había prohibido el paso a los niños. Ninguno se había tomado bien la ausencia de su padre y constantemente demostraban su disgusto con acciones. Maegor optaba por descargar su molestia en el campo de entrenamiento mientras Aegon y Helaena se dedicaban a ser cortantes con todos, sobre todo la niña que había llegado a lanzar cosas cuando se molestaba. Aemond, quizás, era el que dejaba salir su enojo de forma más vocal, llorando cuando le decían que no podía ver a su padre. Daeron y Jacaerys aún eran muy pequeños para saber qué pasaba, pero podían sentir que su padre faltaba y muchas veces lloraban sin razón alguna hasta que su madre iba por ellos.

Aún había unos cuantos juguetes sobre la mesita en medio del recibidor, olvidados ahí la última vez que los niños pudieron visitar la habitación de su madre, y Visenya los miraba cuando se sentaba a cuidar de Laenor por las noches. Ya ni podía dormir bien, pasaba la mayor parte de la noche despierta asegurándose que Laenor no dejase de respirar y cuando se quedaba dormida despertaba asustada como si alguien hubiese intentado matarla. Rhaenys y Laena la acompañaban de vez en cuando, pero Laena tenía dos hijas que cuidar y Rhaenys era rodeada por sus nietos seguido para que durmiera con ellos. Visenya no se quejaba, prefería ser ella quien se quede cuidando a Laenor por las noches y dejar que Laena y Rhaenys lo cuiden por el día.

Laenor había despertado varias veces, pero el maestre prefería tenerlo drogado con leche de amapolas por el dolor, y para evitar que abriera la herida con algún movimiento descuidado. Las pocas veces en las que había estado completamente lúcido había preguntado por Elena y sus hijos, pero nunca lograba mantenerse lo suficientemente lúcido como para escuchar las respuestas. De acuerdo con el maestre la herida estaba sanando sin problema, no había infección y todo lucía bien, así que en dos semanas más podría moverse con ayuda y en un mes estaría listo para salir de la habitación.

El sonido de la puerta siendo abierta le hizo apartar la mirada de los juguetes sobre la mesa. Rhaenys ingresó a la habitación acompañada de su esposo y entonces Visenya se dio cuenta que ya era de día, debía visitar a sus hijos y continuar con sus responsabilidades. Sentía el cuerpo pesado por no haber dormido casi nada en una semana, pero ignoró cualquier malestar cuando se levantó para recibirlos.

—Buena mañana—saludó con la voz ronca por no usarla.

—Buena mañana—Rhaenys le sonrió con simpatía—. ¿No lograste dormir?

—Laenor despertó con dolor así que me quedé esperando a que durmiera y luego ya no pude hacerlo—se excusó avanzando hacía ellos. —Debo prepararme para la reunión del concejo y debo ver a mis hijos, si sucede algo por favor avísenme.

—Debería descansar, Princesa—Lord Corlys frunció el entrecejo—. Sus hijos están notando que no está bien y los está preocupando—confesó sonando genuinamente preocupado. —Yo iré a la reunión del concejo y le informaré lo que digan.