dragon queen. (house of the dragon)

02; LA SANGRE DEL DRAGÓN

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LA SANGRE DEL DRAGÓN

No se quedó hasta el final del almuerzo, era algo sin importancia para ella así que no pensaba quedarse por mucho tiempo de todos modos. Le dio permiso a sus damas de compañía de quedarse si querían, la única que se negó a quedarse fue Cyrielle que la acompañó a su habitación y le ayudó a cambiar su ropa por una más cómoda. No estaba cansada, pero quería relajarse antes de tener que hablar con su padre y convencerlo de hacer oídos sordos a las palabras de Otto Hightower. Cyrielle le hizo sentarse en una silla frente a su espejo y se dedicó a peinar su cabello mientras murmuraba una canción para niños. Con cuidado de no desconcentrar a la mujer Visenya tomó el libro que descansaba en el mueble a su derecha y retomó su lectura en silencio.

El silencio era relajante, sobre todo porque estaba en compañía de alguien en quién podía confiar plenamente. Le había costado un poco, pero una vez descubrió que sus damas de compañía eran de confianza no podía evitar relajarse a su alrededor, incluso se atrevía a ser vulnerable con ellas. Apenas había pasado una página del libro cuando decidió subir su mirada y ver a Cyrielle a través del espejo. La joven Arryn estaba vestida con los colores que la misma madre de Rhaenyra favorecía, un azul cielo hermoso y el rojo de los Targaryen. En su cuello colgaba un collar con el escudo de los Targaryen, el dragón de tres cabezas de plata con piedras de onix incrustados brillaba en el espejo y Visenya sintió ganas de tocarlo. Ella misma había mandado a confeccionar los collares para sus damas de compañía, algo que las identificaría a donde sea que fueran.

—¿La Princesa desea acostarse?—los ojos oscuros de Cyrielle se encontraron con los de ella a través del espejo.

Una sonrisa floja se formó en el rostro de Visenya y sin pensarlo mucho asintió cerrando su libro. No tenía ganas de volver a salir o ponerse a estudiar así que caer en su cama por un rato no sería problema alguno.

Se levantó de la silla notando que su cabello había sido recogido en una trenza sencilla para que no le estorbara. Dejó su libro de regreso en el mueble y se giró hacía Cyrielle que le sonrió mientras quitaba los anillos de sus manos. Así como la mayor, por dos lunas, le había ayudado a deshacerse de sus joyas, ella también la ayudó a quitarse los excesos de joyas que tenía encima. Mientras Cyrielle removía sus anillos Visenya se dedicó a remover los broches que tenía en el cabello y pronto se encontró pasando sus manos por el cabello oscuro de su amiga más íntima.

Caer en la cama le sacó un suspiro. Bueno, quizás sí estaba un poco cansada. Sus ojos se cerraron por un segundo esperando a que Cyrielle se acomodase a su lado, solo cuando sintió como era cubierta por la fina sábana volvió a abrirlos. Con movimientos cuidadosos se giró hasta descansar sobre su costado, los ojos oscuros de Cyrielle ya la estaban mirando y ella le sonrió estirando una mano para acariciarle la mejilla. La mayor cerró los ojos ante la caricia y Visenya aprovechó para inclinarse y dejar un beso sobre sus labios. Un beso se convirtió en dos, dos se convirtieron en tres, y pronto se encontraron compartiendo un beso que les robaba el aliento. Visenya tenía pensado dormir por un rato, pero esa era una de sus actividades de relajación favorita así que no se quejaba del rumbo que estaba tomando su tarde.

La puerta de los aposentos de la Princesa se mantuvo cerrada para todos el resto de la tarde, la única persona a la que se le hubiese permitido ingresar era Laena Velaryon, pero la joven en ningún momento se apareció en busca de la Princesa. El mismo Rey había ordenado que nadie interrumpiera el descanso de su hija al escuchar que no había abandonado sus aposentos desde el almuerzo a pesar de querer ir a verla para poder hablar con ella en privado. Incluso mucho después que Cyrielle abandonara la habitación de la Princesa esta no salió ni dio indicios de querer enseñar su rostro en la fortaleza, al menos no hasta que llegó la hora de la cena.