04; EL COLOR DE LA AMBICIÓN

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EL COLOR DE LA AMBICIÓN

Rhaenyra Targaryen, Visenya en otra vida, fue nombrada Heredera del trono apenas una semana después de regresar del Valle de Arryn. Tener a todas las casas importantes del reino arrodilladas frente a ella la llenaba de satisfacción. Ver a todos esos hombres arrogantes arrodillarse frente a una mujer fue, sin duda, algo increíble. Si antes tenía poder por ser la única hija del Rey, ahora tenía muchísimo más poder y no pensaba dejarlo ir sin una pelea. Sabía que le iban a pedir más herederos a su padre, Elena le contó de las reuniones secretas de varios miembros de la corte, y Laena le contó sobre las visitas de Alicent a su padre. De aquello se enteró un día antes de la ceremonia y la noticia la tenía al borde del asesinato. No le importaba lo que Viserys hiciera, era débil y se dejaba controlar por todos, pero sí le importaba la memoria de Aemma. No quería más que acabar con Otto y su hija, pero debía hacerlos pagar primero.

Cuando vio a Hobert Hightower arrodillarse frente a ella no dejó de verlo con su mirada más fría, el hombre ni le pudo sostener la mirada, apenas sus ojos se encontraron apartó la mirada. Aquello puso una sonrisa en su rostro por el resto de la ceremonia. Ver a Otto y Alicent reverenciar entre la gente cuando su padre la anunció como Princesa de Dragonstone y Heredera del Trono fue tan satisfactorio que decidió olvidarse de ellos por un día. Ignoró a Alicent el resto de la celebración y se mantuvo en su mesa acompañada de Laena pues Laenor se pasó la mayor parte de la cena hablando con sus padres sobre los planes que habían armado con respecto a sus herederos.

—Padre dice que se están preparando para una guerra en los Peldaños de Piedra—Laenor se deslizó en el asiento a su lado cuando Laena se levantó.

—Sería bueno que te unas a la campaña—comentó sin girar a verlo—, por obvias razones no tengo opción de hacerlo, pero puedo manejar las cosas desde aquí.

—Es muy probable que nadie esté de acuerdo con esta guerra, amasar poder desde aquí sería lo más apropiado—ahora sí giró la cabeza para verlo y Laenor le sonrió—. Me asegurare de regresar victorioso, los Peldaños de Piedra serán para mi Princesa.

Rhaenyra dejó salir un bufido y puso los ojos en blanco, pero no pudo ocultar la sonrisa que apareció en su rostro.

—Solo asegúrate de no morir.

La mañana siguiente la encontró vestida con algo más sencillo de lo que acostumbraba usar. Un vestido negro con mangas rojas y blancas de una tela transparente. La falda del vestido perdía ligeramente el color negro mientras más se acercaba al final donde tomaba un color rojo opaco. Y su cabello fue recogido en una trenza que caía por su hombro derecho, asemejando al peinado que su madre solía llevar cuando estaba embarazada y no quería tener tantas joyas encima. Sabía que era algo sucio usar la memoria de su madre para manipular a su padre, pero era necesario si la quería vengar.

Encontró a su padre fuera de la sala del consejo, el hombre sonrió al verla y no dudó en abrazarla y besar su mejilla con cariño. Otto estaba con él, y no se veía para nada feliz de verla ahí, pero no podía decir nada si no quería perder su lengua por meterse con la Princesa Heredera. El resto del consejo ya se encontraba dentro de la sala, con excepción de Lord Corlys. Rhaenyra tomó su lugar a la izquierda de su padre, directamente frente a Otto, y a la derecha del maester que estaba por destituir.

—Majestad, la ciudadela ha respondido a su petición—comenzó el maester con la voz tensa.

—¿Han aceptado?—preguntó Viserys mirando a su hija por un segundo.

—Lo han hecho, Majestad—el hombre puso la carta sobre la mesa—. Han nombrado al maester Gerardys como Gran Maester para que esté a su disposición.

dragon queen. (house of the dragon)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora