SUYA

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-Gracias por todo- digo mientras caminamos por el jardín de mi casa.

-¿Te divertiste?-

-Mucho-

-Me encantas- dice sonriendo, suelto el aire que tengo retenido.

-Me encantas- pruebo sus palabras, esperando que me queme o algo pero no me pasa nada, tal vez esté siendo un poco dramática pero una precaución no está de más. Todo porque lo conozco y sé que puede lastimarme, Luke no es de los que tienen un amor estable, me refiero a que coquetea con una y al mismo tiempo con otra. Hace un año, nadie (a excepción de Milena y Annalina) sabía de mis sentimientos por Luke, no era necesario ahora parece que todo el colegio lo sabe; el caso fue un día, me hice amiga de Annalina, ella se ganó mi confianza así que le conté lo de Luke, unos meses después ella me contó que Luke se había burlado de un comentario que hicieron de mi, eso me dolió y duré días sin hablarle, hasta que decidí enfrentarlo, no lo negó pero tampoco lo admitió, entonces deje que pasara por alto prometiéndome que en una segunda vez las cosas serían diferentes. Me salgo de sus brazos ante el recuerdo y él arquea una ceja, le regalo una sonrisa para que se tranquilice pero él pellizca mis mejillas.

-¡Ay!- me quejo sobando donde me pellizco.

-¿Qué pasa?-

-No, nada-

-¿Por qué será que no te creo?-

-A veces tenemos dudas, Luke, es normal- siento que comienzo a fastidiarme, en este momento sé que lo mejor es que me calme, no quiero arruinar las cosas, ya lo he hecho otras veces y sí yo tengo un temperamento fuerte el de Luke es peor.

-Carla...- me regaña -¿Qué pasa?-

-Es que...me siento rara- confieso.

-¿De qué manera?- parece que eso disipa un poco su enojo, doy una exhalación de alivio, tratar de arreglar las cosas con Mr Genio no es fácil, no sé cómo he salido vivita y coleando tres veces...tal vez Thomas tenga razón y si sea una bruja, debería vengarme de Alicia con ello, no, ya me dio pereza.

-Pues...recordé algo-

-¿Qué?-

-Que Thomas se comió mis chocolates-

-¿Solo eso?- está a punto de echarse a reír pero se aguanta.

-Eran en forma de corazón-

-Oh- dice como si estuviera hablando con una niña de cinco años.

-Son mis favoritos- hago un puchero, al segundo me parece extraño que esté haciendo esto, hace mucho que deje de hacerlo. Miro a Luke, quien se encuentra sonriendo -¿Qué bicho te picó?-

-Hace mucho que no haces eso-

Lo recuerda, lo recuerda, ¿Por qué lo recuerda?

-Sí- sonrío.

-Nos vemos mañana- me salva del momento incómodo dándome un beso en la frente y otro abrazo.

Ya en cama, pienso en cómo ha sido el día y llego a la conclusión de que bien si quitamos el hecho de que mi mente me tortura en los peores momentos. Años atrás no me habría imaginado en esta situación y me sigue pareciendo imposible, se supone que esto solo pasa en los libros, tal vez este uno...quien sabe.
Sin proponérmelo, repaso mi vida y como he sido golpeada por ella; luego llega una imagen borrosa de mi padre, ya no lo recuerdo a fino detalle y eso me duele porque quisiera llevar su imagen conmigo a todas partes. Poco a poco mis pensamientos comienzan a ser abundantes, las preguntas parecen salir de mi mente y acumularse en el suelo, no se acaban y las palabras comienzan a cubrirme, el aire abandona mi cuerpo y sudo a mares, por más que intente moverme no lo consigo, para completar veo a mi abuela acercarse a mí con los brazos extendidos, ahí se acaban mis miedos y sin titubear avanzo hacia ella con esfuerzo pero lo vale, mientras más me acerco más feliz me siento, al alzar la vista ella está con mi abuelo, quien me extiende los brazos igualmente; me muevo más rápido, para cuando llego a ellos y me rodean sus brazos me despierto en el suelo, llorando y temblando.
Inmediatamente me levanto y descalza camino a mi escritorio, abro el cajón superior de la derecha, en el hay hojas con mis dibujos y sobre estas un bisturí amarillo reluce; mi mente se nubla y lo tomo, luego voy hasta la puerta de mi cuarto, la abro y miro a ambos lados para verificar si hay alguien cerca pero al parecer ya se fueron a dormir, salgo tratando de esconder el bisturí con mi mano y camino firmemente como si fuera para el baño. Para llegar a el tengo que pasar por el cuarto de mi madre, el cual está a mi derecha.

-Adam, ten cuidado- escucho decir a mi madre, me petrifico frente a su puerta y siento como el cuchillo se resbala de mis manos, hago un par de maniobras en silencio y consigo atraparlo -¿Carla? No sé qué haré con ella, está en una relación con este chico...Sí, Luke-

Sí el aire se me escapaba hace unos minutos, ahora ya no queda nada de el en mis pulmones, es como si me callera un balde de agua fría. Mi madre lo sabe, mi padre igual, puede que Thomas también. Y me han mentido, he pensado que mi padre se habría muerto o que lo habían secuestrado pero ahora me doy cuenta de que no es así, he vivido engañada durante siete años, bueno casi ocho, lo cual me recuerda que mañana...Esperen, hagamos cuentas, mañana es quince y no cualquier quince, mañana es quince de Febrero, mañana es mi cumpleaños...Vaya forma de celebrarlo.
Esto me da más ánimo a continuar mi marcha hacia el baño, al cerrar la puerta lo hago con seguro, solo ahí, dejo que las lágrimas salgan, que los recuerdos cobren vida a mi alrededor y traten de ahogarme con su presencia pero son mis lágrimas y mi dolor los que me ahogan y esta vez estoy dispuesta a ayudarles, tomo el bisturí y subo mi dedo por un pasador haciendo que la cuchilla suba igualmente, la cambie hace una semana, la última vez que la pasé por mis piernas, me veo reflejada en su filo, toda llena de lágrimas y con los ojos rojos. Comienzo con los cortes en mis piernas son los más sencillos pero ejerzo mucha presión en el bisturí, causando un corte profundo, voy contando los cortes que hago, dieciséis en cada pierna, la sangre sale pero no tan rápido como quiero. Con mi mano izquierda y hago tres cortes suaves a lo ancho de mi muñeca derecha y repito la acción con la otra mano.
Me recuesto en un pequeño charco de sangre, antes de salir del cuarto eran las cinco y media de la mañana, estoy segura que ha pasado una hora.

-Carla- mi hermano llama a la puerta del baño, pero su voz se oye distante, comienzo a sentir sueño pero antes de que mis ojos se cierren diviso dos figuras frente a mi. Son mis abuelos, me miran tristes, se agachan junto a mi, y cada uno toma mi mano, sus dedos tocan las heridas tratando de detener la hemorragia.

-Esta no es la forma, Carla- la voz de mi abuela me hace llorar, quiero pedirle que me abrace, que me lleve con ella, ya no quiero sufrir más.

-Aún no, Carla- mi abuelo acaricia mi cabello.

-No...-consigo decir en un susurro.

-Ya nos veremos- sentencian al unísono, del cansancio mis ojos se cierran.

ADIOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora