SIEMPRE TÚ

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-Es hermoso- susurro alzando la mirada.

-¿Puedo?- señala la caja con un gesto de cabeza.

-Claro- toma el collar y lo pasa por mi cuello, luego lo amarra, mientras no despega la mirada de la mía.

-¿Siempre han sido así?- escucho la voz de Alina un poco lejana a pesar de que estamos cerca, en un círculo, sentados en el prado.

-No has visto nada- le contesta Michael.

-Gracias- tomo en dije entre mis dedos y juego con el.

-Espero que te guste- acaricia mi mejilla y se acerca a depositar un pequeño y rápido beso.

-Me gusta-

-Oye, enana... ¿Sigues viva?- Thomas movía mi hombro repetidamente, interrumpiendo mi descanso.

-Thomas, déjame dormir- me cubro hasta los hombros con la cobija y doy media vuelta quedando apoyada en mi costado izquierdo sobre el colchón.

-No, enana. Hoy es tu último día- recuerda moviendo mi hombro de nuevo.

¿Último día? ¿Ah?

Me siento en mi cama abriendo completamente mis ojos y desorientada. Si mal no recuerdo, hace unos segundos estaba en un colegio público de Londres, junto a Luke. No en mi cuarto, en Estados Unidos.

A propósito, ¿Por qué carajos soñé que Thomas era mayor que yo? Somos mellizos.

Lo cual me lleva a lo siguiente: ¿Cómo pude soñar todo eso en doce horas?

-Parece que ese té de mamá te afectó- comenta. Supongo que debo tener un aspecto horrible y mi cara de confusión no ayuda mucho que digamos.

-¿Por qué?-

-Llevas dormida veinticuatro horas-

-¡¿Qué?!-

-Lo que oíste, enana- revuelve mi cabello y sale del cuarto –Ve a bañarte que se nos hace tarde-

Tomé el famoso uniforme, una jardinera en tonos de gris y una camisa blanca, mi ropa interior y me encaminé al baño.

Ya en la ducha me permito pensar.

Y recordar.

Todo fue un sueño.

Pero se sintió tan real.

Hubo cosas en las que acertó mi imaginación, en que Milena y yo habíamos dejado todo contacto, en que estaba perdidamente enamorada de Luke y en que marcharía del colegio.

Tengo mis motivos.

Uno de ellos es el bullying, no exagerado pero las palabras duelen más.

Luke tiene que ver en parte...

No eramos tan unidos como en mi sueño, pero si solíamos hablar demasiado. Por mensajes.
Y pasó lo inevitable. Al menos de mi parte.

Hubo cosas en el sueño que pasaron en la vida real, como lo de la cadena y algunas palabras.

-Eso ya no importa- le digo a mi reflejo antes de salir del baño.

FIN


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