Capítulo 3

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POV VALERIA

El sol se cuela por entre las rendijas de mis cortinas, anunciando el comienzo de un nuevo día. Me estiro perezosamente, tratando de deshacerme de los últimos vestigios del sueño, y finalmente me levanto con renovada energía. Después de un desayuno rápido, me preparo para enfrentar las actividades que me esperan.

Salgo de mi casa, directo a la parada del bus, esta próximo a pasar en 5 minutos.

De repente, una ráfaga de viento hace que mi cabello se alborote y me vea obligada a sujetarlo con una mano. En ese momento, siento una mirada que me observa fijamente y levanto la vista para encontrarme con los ojos oscuros y penetrantes de un desconocido. Me sonrojo levemente y desvío la mirada, acelerando el paso.

Mientras camino hacia la universidad, el bullicio de la ciudad me envuelve. pero mi mente está ocupada con el recuerdo de los ojos oscuros y penetrantes del desconocido que me observó fijamente hace un rato. Sus ojos me parecieron extrañamente familiares, aunque no logro recordar de dónde los conozco. Sacudo la cabeza, tratando de despejar mi mente de pensamientos confusos.

Al llegar a la universidad, me sumerjo en mis estudios y clases, absorbiéndome por completo en el mundo académico. Las horas pasan volando entre apuntes, libros y compañeros de clase con los que comparto risas y anécdotas.

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Al terminar mis clases, me dirijo hacia mi trabajo a tiempo parcial en una pequeña cafetería del centro. Mientras sirvo café y atiendo a los clientes, mi mente sigue divagando en busca de respuestas sobre el misterioso desconocido. ¿Dónde habré visto esos ojos antes? La pregunta persiste en mi mente, pero no logro encontrar una respuesta.

De repente, un hombre entra en la cafetería y me observa con curiosidad. Mi corazón da un vuelco ante su belleza, además, siento que lo he visto en alguna parte. Intento recordar dónde lo vi, pero mi mente parece ser incapaz de conectar los puntos. Me encojo de hombros, resignada a mi mala memoria, y continúo con mi trabajo. Soy como un pollito recién nacido, todavía aprendiendo a recordar rostros y memorizar detalles. Pero una cosa es segura: mientras el misterio de esos ojos oscuros y penetrantes siga sin resolverse, seguirán rondando mis pensamientos, como una melodía que no puedo sacar de mi cabeza.

Decido acercarme al cliente y le sonrío amablemente.
-Buenos días, ¿en qué puedo ayudarte hoy?-, pregunto con voz suave. Cuando el hombre me devuelve la mirada, siento cómo su intensa mirada recorre todo mi cuerpo, haciéndome sentir ligeramente intimidada pero a la vez intrigada por su presencia.

-Me gustaría un café, por favor-, responde, su voz grave y profunda enviando un escalofrío por mi espalda.

Asiento con una sonrisa y tomo su pedido, pero mi mente sigue dando vueltas, tratando de recordar dónde he visto a este hombre antes. ¿Será acaso uno de los hombres que vi hace días? La idea me parece absurda, pero no puedo evitar preguntármelo mientras preparo su café con manos temblorosas.

Llevo el café recién hecho hasta la mesa del hombre misterioso y se lo coloco frente a él con una sonrisa. Él me mira directamente a los ojos y, con voz suave pero firme, me pregunta:

-Disculpa mi curiosidad, pero ¿cómo te llamas?-. Su pregunta me toma por sorpresa, pero logro responder con calma:

-Me llamo Valeria-.

El hombre asiente con una sonrisa y toma un sorbo del café.

-Valeria, ese nombre es tan hermoso como tú-, dice, haciendo que un rubor se extienda por mis mejillas. -El café está delicioso. ¿Lo hiciste tú?-. Asiento tímidamente, sin poder evitar sentirme halagada por su elogio.

-Sí, lo preparé yo-, respondo con voz suave. -Si necesita algo más, déjeme saber, estaré por aquí. Por mientras me retiraré para atender otras mesas-. En mi mente, hago una nota mental para salir corriendo antes de que mis piernas de gelatina me jueguen una mala pasada frente a este hombre que parece sacado de mis fantasías.

Me retiro de la mesa sintiendo la intensa mirada del hombre sobre mi espalda, y al mirar de reojo, lo encuentro observándome fijamente. Mi corazón late con fuerza mientras me acerco a atender otras mesas, tratando de mantener la compostura a pesar de los nervios que me invaden.

Después de un rato, el hombre me llama de nuevo, esta vez para pagar la cuenta. Me acerco a la mesa con cautela, sintiendo su mirada sobre mí mientras me acerco. Me paga con una sonrisa y deja una generosa propina sobre la mesa.

-Gracias por todo, Valeria-, dice con una sonrisa encantadora. -Nos volveremos a ver pronto-. Sus palabras me dejan sin aliento, y mientras se aleja, no puedo evitar preguntarme si en verdad nos volveremos a ver y qué nos deparará el destino la próxima vez que nos encontremos.

Mi día de trabajo continua normal, caminando de un lado a otro atendiendo mesas y a la vez trabajando en la caja, me toco hacer doble función hoy ya que mi compañera de caja no pudo asistir hoy porque se encontraba enferma, aunque estoy segura que simplemente decidió no venir para irse a andar por ahí con su pareja. Suspiro, y veo el reloj ya son las 11, ya debemos cerrar la cafetería, además de doblarme en funciones también me toco hacer doble turno, por lo general mi trabajo termina a las 5.

Mientras cierro la cafetería y me despido de mis compañeros, no puedo sacar de mi mente el encuentro con ese misterioso desconocido. Sus palabras, su mirada, su presencia, todo sigue rondando mis pensamientos como una melodía insistente. Y mientras camino hacia casa, el recuerdo de esos ojos oscuros y penetrantes se entrelaza con la imagen del hombre en la cafetería, creando una confusión en mi mente que no puedo ignorar.

En una esquina, diviso un auto lujoso con los vidrios polarizados, y un escalofrío recorre mi espalda al pensar que podría ser el hombre misterioso siguiéndome. Acelero el paso y giro en otra dirección, pero siento la sensación de que el auto aún está detrás de mí. Decido tomar un camino más largo y lleno de gente, y finalmente, dos calles antes de llegar a casa, logro perderlo de vista.

Respiro aliviada mientras me adentro en el familiar barrio residencial cerca del campus, pero la sensación de intranquilidad persiste en mi mente. ¿Quién era ese hombre en la cafetería? ¿Y por qué me sigue este auto? Las preguntas siguen sin respuesta mientras me adentro en la seguridad de mi hogar, pero una cosa es segura: este día ha sido todo menos ordinario, y algo me dice que las sorpresas aún no han terminado.

Tan pronto como cierro la puerta detrás de mí, aseguro todas las cerraduras y, por si acaso, coloco una pesada silla contra la puerta. La paranoia se ha apoderado de mí, y no puedo permitirme ningún riesgo. Camino hacia mi habitación, ignorando el rugido de mi estómago que clama por algo de comida. No tengo ánimo para comer; lo único que deseo es borrar el estrés de este día con una ducha fría.

El agua helada corre por mi piel, pero no logra borrar de mi mente las imágenes de los dos hombres que vi hoy. La incertidumbre y el miedo se mezclan con el vapor, creando una nube de pensamientos inquietantes que no consigo disipar. Finalmente, salgo de la ducha y me pongo mi pijama de dos piezas, el tejido suave y familiar ofrece un pequeño consuelo.

Me dejo caer en la cama, exhausta. Los eventos del día me pasan una y otra vez por la mente, creando un remolino de dudas y teorías. Mi cuerpo, cansado por la tensión acumulada, se resiste a relajarse. Me giro de un lado a otro, buscando una posición cómoda, hasta que finalmente el sueño me vence. Justo antes de caer en los brazos de Morfeo, una pequeña esperanza cruza por mi mente: mañana será un mejor día.

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Hasta aquí el tercer capítulo, espero les haya gustado.

¡Gracias por leer! ❤

Los 5 capos: Amor y PoderDonde viven las historias. Descúbrelo ahora