POV VALERIA
Han pasado tres días desde la cena con los hermanos. En este corto tiempo, hemos seguido viéndonos y hablando por WhatsApp, cada mensaje y cada encuentro fortaleciendo nuestra conexión. Siento que nos estamos uniendo cada vez más, y esa sensación de pertenencia y apoyo mutuo me ha traído una alegría inesperada.
Sin embargo, algo más ha estado ocupando mis pensamientos últimamente. He sentido que alguien me está vigilando. No sé si es solo mi imaginación o algo más, pero la sensación es inquietante y persistente.
En estos momentos me encuentro saliendo del trabajo, hoy me toca irme sola porque ninguno de los hermanos pudo pasar a recogerme como otras veces. Caminé hacia la parada del bus, intentando ignorar el escalofrío que me recorría la espalda. A medida que avanzaba, la sensación de ser observada se intensificó. Aceleré el paso y miré hacia atrás, pero no vi a nadie.
Doblé una esquina, esperando perder esa incómoda sensación. Justo en ese momento, choqué con alguien y el miedo me paralizó.
—Lo siento mucho —dije rápidamente, levantando la mirada para encontrarme con una señora que se me hacía extrañamente familiar. Después de unos segundos, la recordé. Era la misma mujer con la que había chocado en el supermercado tres días atrás.
La señora tenía ojos verdes penetrantes y cabello castaño oscuro. Había algo en su presencia que me ponía nerviosa, una frialdad que no podía ignorar.
—Nos volvemos a encontrar —dijo la mujer con una voz firme y segura, aunque su tono tenía un matiz inquietante.
—Sí, lo siento de nuevo —respondí, intentando sonar cortés pero sintiendo una creciente inquietud en mi interior.
La señora me miró fijamente, y el silencio entre nosotras se hizo pesado y tenso. Me costaba respirar con normalidad.
—Deberías alejarte —dijo finalmente, su voz bajando un poco pero manteniendo su firmeza—. Es lo que más te conviene.
Sus palabras me dejaron helada. La advertencia era clara, pero no tenía ningún contexto para entenderla. ¿Alejarme de qué? ¿De quién?
—¿A qué se refiere? —pregunté, tratando de mantener la calma a pesar del miedo que empezaba a apoderarse de mí.
—Solo te estoy advirtiendo, por tu bien —dijo, sin ofrecer más detalles.
Nos quedamos mirándonos por unos segundos que se sintieron eternos. Finalmente, la mujer se giró y se alejó, dejándome con una sensación de angustia y confusión.
Me quedé allí, paralizada por un momento, intentando procesar lo que acababa de ocurrir. La sensación de ser vigilada, la advertencia de la señora... todo parecía un rompecabezas del que no tenía todas las piezas.
Aceleré el paso hacia la parada del bus, con la mente revuelta por pensamientos oscuros y preocupantes. ¿Debía contarle a los hermanos lo que había pasado? ¿Estaba en peligro?
Mientras esperaba el bus, decidí que no podía enfrentar esto sola. Necesitaba hablar con los hermanos, contarles todo y buscar su apoyo. La sensación de vulnerabilidad era abrumadora, pero sabía que con ellos a mi lado, podría enfrentar lo que fuera que estuviera acechándome.
Después de esperar un rato con los nervios disparados, finalmente llegó el bus. Me subí rápidamente y, media hora después, llegué a casa. La inquietud persistía en mí, así que decidí darme una ducha para tratar de relajarme. Me puse el pijama y, justo cuando estaba terminando de acomodarme, entró una videollamada grupal de los hermanos.
—Hola, princesa —dijo Carlos, sonriendo a través de la pantalla—. ¿Llegaste bien a casa?
—Sí, llegué bien. Gracias por preguntar —respondí, tratando de sonar calmada.
—¿Cómo estuvo tu día? —preguntó Diego, con genuino interés en su voz.
—Estuvo bien, solo un poco agitado —dije, tratando de restarle importancia.
—¿Estás segura de que estás bien? Te ves un poco tensa —notó Fernando, frunciendo el ceño.
—Sí, es solo el cansancio del trabajo y de la universidad con los parciales —mentí, no queriendo preocuparlos.
—Bueno, entonces te dejaremos descansar —dijo Eduardo, sonriendo—. Que tengas una buena noche, Valeria.
—Gracias, chicos. Buenas noches —respondí, y la llamada terminó con sus rostros llenos de preocupación.
No les mencioné nada del encuentro con la señora porque prefería hacerlo en persona. Dejé el celular en la mesa de noche y me metí en la cama, esperando que el sueño me llegara pronto.
Al cabo de unos minutos, la pantalla del celular se iluminó con un mensaje. Pensé que era de los hermanos, así que lo cogí rápidamente. Pero al desbloquearlo y entrar al mensaje, me di cuenta de que era de un número desconocido. Adjuntas al mensaje, había varias fotos de mí en la universidad, en el trabajo y con los hermanos. Incluso había una de mí en mi habitación cuando me estaba poniendo la pijama. El mensaje decía: “Ni se te ocurra hablar con nadie sobre lo que está pasando o las consecuencias serán graves. Debes alejarte cuanto antes de ellos”.
El temor se apoderó de mí al ver esto. Decidí levantarme y ver si había alguien fuera de mi casa. Al asomarme a la ventana, vi una silueta en la oscuridad al frente de mi casa, en la acera. El miedo me hizo apresurarme a cerrar todo con llave. Volví a mirar y ya no había nadie. Cerré la ventana con seguro y me tiré en la cama, tapándome hasta la cabeza con la cobija, tratando de dormir, pero no lo logré. La amenaza era real y estaba más cerca de lo que imaginaba.
____________________________________________
Hasta aquí el capítulo, que sucederá a ahora? Quién será esa señora y los mensajes? Hará caso Valeria a los mensajes o le contara a los hermanos? Los sabremos después.
Espero lo disfruten
¡Gracias por leer! ❤️
ESTÁS LEYENDO
Los 5 capos: Amor y Poder
Roman d'amourEn las calles de la ciudad, los cinco hermanos Hernández dominan la mafia con puño de hierro. Cada uno es un experto en su campo: ~Alex, el líder astuto; ~Carlos, el estratega implacable; ~Diego, el negociador hábil; ~Eduardo, el ejecutor sin re...