Capítulo 8

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POV VALERIA

Me desperté a las 10 de la mañana, los rayos del sol colándose por las cortinas de mi habitación. Al abrir los ojos, no pude evitar recordar todo lo que pasó la noche anterior. Cada detalle volvía a mi mente: la charla animada en el bar, las risas y, sobre todo, la manera en que los hermanos se despidieron de mí con un beso cerca de la boca. Aquellos gestos, tan cercanos y cálidos, me habían dejado una sensación extraña pero agradable.

Al revisar el celular, encontré varios mensajes de un grupo. Los mensajes iban desde los buenos días hasta preguntas sobre cómo había amanecido. Los hermanos crearon un grupo de WhatsApp y me añadieron, bromeando sobre cómo así sería más fácil mantenernos en contacto.

Me levanté de la cama y, después de unos momentos de pereza, decidí darme un baño para despejarme. El agua caliente me ayudó a despertar por completo y a ordenar mis pensamientos. Al salir de la ducha, me vestí con ropa cómoda y bajé a la cocina para buscar algo de desayuno. Preparé una taza de café y unas tostadas, disfrutando de la tranquilidad de la mañana.

Después del desayuno, me puse a organizar la casa. Decidí reorganizar algunos muebles, moviendo cosas de lugar mientras escuchaba música en mi altavoz. La música llenaba el ambiente y me ayudaba a concentrarme en mi tarea. Sin embargo, en un momento dado, la música se interrumpió por las constantes notificaciones en mi celular.

Curiosa, revisé mi teléfono y descubrí que eran mensajes en el grupo de WhatsApp que habían creado los hermanos. Estaban escribiendo, invitándome a salir esa misma tarde. Mi corazón dio un vuelco de emoción y, sin pensarlo mucho, respondí aceptando la invitación.

Cuando dieron las 12, empecé a arreglarme. Quería verme bien, así que opté por un vestido casual pero elegante, de color azul claro, que combiné con unas sandalias cómodas y unos pendientes sencillos. Me solté el cabello, dejándolo caer en ondas suaves sobre mis hombros, y me apliqué un maquillaje natural.

A la una en punto, el timbre de mi casa sonó. Al abrir la puerta, encontré a Diego, quien me saludó con una sonrisa y un beso cerca de los labios. Sentí un cosquilleo en el estómago, pero lo disimulé con una sonrisa.

—Hola, Valeria, ¿lista para salir? —me preguntó con entusiasmo.

—Sí, lista —respondí, cerrando la puerta tras de mí.

Nos dirigimos al coche, donde los demás hermanos me esperaban. Cada uno me saludó de la misma manera, con besos cercanos a los labios, lo que aumentó mi nerviosismo pero también mi emoción.

El trayecto fue ameno, con conversaciones ligeras y risas. Finalmente, llegamos a un restaurante que, para mi gusto, era muy lujoso. Me sentí un poco intimidada al principio, pero la amabilidad y cercanía de los hermanos me ayudaron a relajarme rápidamente.

Una vez sentados y con la comida en camino, la conversación se tornó más personal.

—Entonces, Valeria, ¿qué te llevó a estudiar Derecho? —preguntó Fernando con interés genuino.

—Siempre me ha interesado la justicia y ayudar a las personas —respondí, recordando mis motivaciones. —Quiero hacer una diferencia en la vida de los demás, asegurarme de que se haga justicia.

—Eso es admirable —dijo Eduardo, asintiendo con aprobación. —Es importante tener personas apasionadas en esa profesión.

—Gracias —respondí, sintiendo un calor en mis mejillas.

—Nosotros disfrutamos mucho de conocerte anoche —dijo Alex, mirando a sus hermanos y luego a mí. —Nos gustaría conocerte aún más, si estás de acuerdo.

Los 5 capos: Amor y PoderDonde viven las historias. Descúbrelo ahora