Capítulo 3:
Mientras Trunks, Mai y la pequeña Bra seguían con su andadura por el espacio, en la tierra Bulma echaba muchísimo de menos a los tres, pero sobre todo a su pequeña nieta, que aunque se parecía mucho a ella con su cabello azul y sus ojos oceánicos, cuando la miraba y después cerraba sus ojos... lo que veía era la imagen de su príncipe, lo imaginaba con ella en brazos, aunque... eso jamás pasó cuando ellos tuvieron a Trunks.
Para Vegeta era imposible, era incapaz de hacerlo, su orgullo se lo impedía, ese orgullo de guerrero perteneciente a una raza en las que los sentimientos eran de debilidad... no le dejaban hacerlo, algo que ella aceptó, al igual que aceptó que no demostrara afecto por ella en público, pero aun así ella... había sentido... como la amaba y como... a su manera estaba orgulloso de haber tenido un hijo junto a ella.
Lo único que había lamentado toda su vida era haberlo visto marchar y... no haber sido capaz de lanzarse a sus brazos para sentir al menos una vez más sus labios junto a los suyos, pero... en ese momento jamás se le pasó por la mente que pudiera ser... la última vez que lo viera.
Por eso verlo... esa Navidad, en esa otra línea temporal, verlo feliz, verlo con una familia, una familia formada por ella misma, por su hijo Trunks y... por otra hija..., fue a la vez lo mejor y lo peor, ya que no era ella, pero al menos... pudo darle ese beso de despedida.
Había días en los que se abrazaba a esos guantes que ella le había regalado y que más tarde había descubierto bajo el suelo de su antigua habitación, unos guantes que no habían sido usados ni una sola vez, y a ese pañuelo como el que ella llevaba que él la había vuelto a regalar junto a una carta, un pañuelo que ella tampoco usaba y que guardaba junto a los guantes.
No usaba ese segundo pañuelo ya que realmente ella nunca le había regalado el pañuelo que portaba a Trunks, un pañuelo que llevaba al cuello como recuerdo de su madre asesinada por Black, alguien que jamás aparecería en esa línea temporal y por esa razón lo guardaba como un tesoro aún mayor.
Esos días en los que se abrazaba a esos dos tesoros venían a su mente los momentos exactos en los que se los regalaron el uno al otro.
Recordaba como esos guantes sirvieron para tener una cita... espectacular con él en aquella isla desierta, como disfrutaron del sol, de la comida, del mar y... el uno del otro en un sinfín de veces, o la primera vez que no se marchó y despertó abrazada a él por primera vez, aquel día fue el que obtuvo su primer pañuelo, el que perdió, pero ahora tenía dos y no pensaba volver a perderlos.
Echaba de menos cada día al amor de su vida, a su príncipe venido de otro planeta, pero sobretodo al hombre, al hombre que se entregaba ella cada noche y la hacía sentir alguien especial, al hombre que le dio un hijo, al hombre que la amaba aunque... intentara hacer... que no era cierto.
Ella sabía que él era un hombre torturado por culpa de un pasado cruel y despiadado que había provocado que llevara esa máscara de arrogancia en su cara, pero cuando se quedaba dormido en sus brazos... su gesto se relajaba y podía ver... al hombre feliz que era cuando estaba con ella.
Aunque recordar esos tres años de su vida, desde que al regresar de Namek lo invitó a su casa hasta que lo vio partir para... no regresar... le hacía... derramar sus lágrimas, pero también sonreír al recordar como la miraba cuando creía que ella no se daba cuenta al no poder sentir su ki, pero lo que no sabía él era que si era capaz de sentir su corazón desbocado cuando estaba cerca, cuando la abrazaba, cuando la acariciaba, pero sobretodo... cuando la besaba, porque estaba segura que ni él mismo se daba cuenta de cómo sus labios temblaban al unirse a los suyos haciendo que ella sintiera que realmente el príncipe, no, el hombre, que estaba tocandola... la amaba más de lo que él sería capaz de reconocer jamás.
Algo que esa carta escrita por él, por el príncipe, por el hombre que sigue con vida en esa otra línea temporal..., le había reconfirmado todo lo que ella sabía en su interior que era así y... por eso ese beso... fue algo maravilloso pero también la prueba de que ella... ya no lo podría tener jamás.
Estaba agradecida por haber podido verlo por última vez, pero a la vez eso había roto aún más su corazón al ver... la vida que ella hubiera podido tener si... aquellos malditos... no lo hubieran matado e incluso si su mejor amigo no hubiera muerto de una enfermedad... quizás entre ambos...
Pero hacía tiempo que había averiguado que viajar al pasado no cambiaba las cosas, solo generaba otra línea temporal, por lo que su príncipe... azul... que deseaba cuando recorrió el mundo buscándolas bolas de dragón... no volverá...jamás...
Aunque desde que ese otro hijo apareció en su vida y además dándole una preciosa nieta, su vida estaba algo más completa, tener más pedacitos de él cerca... la había reconfortado bastante pero ahora que... no estaban... la tristeza se había vuelto a apoderar con más fuerza de su corazón llevándola a refugiarse de nuevo en... su trabajo, algo que su hijo intentaba que dejara ese día y que descansara porque... llevaba varios días sin dormir, y para ello... había llamado a la única mujer... que había pasado por lo mismo que ella.
Estaba tan preocupado por su madre que Trunks llamó a su tía Chi-Chi, desde que Gohan murió su tía no había querido regresar ni siquiera a la montaña Paoz, volvía a vivir con su padre Ox Satán en su antiguo pueblo, alejada de todo y a donde era su madre quien iba siempre a verla, pero esta vez su tía Chi-Chi al escuchar la situación fue a verla, sólo que al llegar no la encontró en su laboratorio sino... en la montaña Paoz, en su antigua casa y en la que ahora vivía ese otro hijo suyo.
Para Chi-Chi era muy difícil estar allí, allí había pérdido a su Goku y después... perder a Gohan... había sido demasiado, por eso se había marchado, pero se armó de valor y entró, encontrándose a Bulma abrazada a un peluche junto a la cuna de Bra.
Ambas mujeres habían pérdido lo que más querían, pero aún así... Bulma tenía vivo a su hijo, bueno, ahora dos y a una nieta y eso... era lo que iba a recordarle.
En cuanto Bulma la vio entrar, no pudo más que abrazarla mientras seguía llorando, algo que en pocos segundos hizo que Chi-Chi se uniera a ella y que sin hablar se dijeran prácticamente todo.
Cuando Trunks apareció con aquel ángel, fueron después a ver a Chi-Chi donde le contaron que no solo Goku volvía a estar vivo, sino que había tenido otro hijo junto a ella llamado Goten, pero además... que tenía una nieta llamada Pan, fruto del matrimonio de su hijo Gohan con Videl, y no sólo eso, sino que... se había convertido en ese investigador con el que soñaba de niño, por lo que llevaba una vida tranquila.
Eso la había hecho muy feliz, pero aún así su corazón no podía dejar de llorar a su Goku y a su Gohan, por eso comprendía muy bien a Bulma, sobretodo porque ella sabía que se sentiría igual si tuviera esa nieta con ella para luego irse aunque tan solo fuera por un tiempo, y eso... era lo que precisamente debía hacerle comprender... a su amiga, que tan solo era un por tiempo... pasajero.
Pero llorar a ambas juntas les hizo mucho bien a los dos, el anhelo de ambas siempre había sido ese tener... la posibilidad de seguir teniendo el amor de su vida a su lado, algo que al no tener las bolas de dragón... no pudieron cumplir, pero cuando Bulma le había contado como Vegeta había pedido un deseo a las que sí existían en su línea temporal... rezaba porqué... ella pudiera tener esa oportunidad también, aunque intentaba no crearse falsas esperanzas, ya que su Goku siempre fue muy despistado, pero... poder darle un último beso como hizo Bulma o... una último abrazo a su hijo... sería maravilloso.
Y así se quedaron las dos, abrazadas llorando, hasta que no les quedaron más gotas saladas brotando de sus hermosos ojos oceánicos y negros como el carbón.
Continuará...
Escrito por Mer Lois
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JUNTOS OTRA VEZ
RomanceLos acontecimientos en esta historia ocurriran después de la mini historia MI MADRE, PRINCESA, REINA, ESPOSA y del especial de Navidad, UNA MAGICA NAVIDAD