Después del fallecimiento de uno de sus hijos, Aquino, Duxo y sus dos pequeños, deciden empezar de cero en un nuevo hogar.
Pero perder un hijo no es cualquier cosa, y Aquino estaba intentando sobrevivir con el dolor encima, descuidando su matrimonio...
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El ambiente en su hogar era terriblemente pesado.
Sus padres no se hablaban y aunque lo intentaran la ley del hielo parecía ganar.
Tuvieron el sábado y domingo más incómodo de sus pequeñas vidas, pero no tenían muchas opciones.
De igual forma, la escuela por fin volvía a parecerles un escape temporal a los problemas en casa.
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Natalan caminaba junto a Tomy, el cual no paraba de hablar sobre como era posible que el sol afecte en la visa de las personas.
No es como que no le interesara el tema, tenia una buena teoría para ser un simple niño de 10 años, pero el monólogo... era aburrido.
—¡Oh! Espera ¿esa de allá no es tu hermana?— A punto Tomy hacia un árbol.
Natalan miro y se dió cuenta de que si, su hermana Mictia se encontraba sola. Era raro, se supone que había hecho nuevos amigos.
—¿Mictia? ¿Qué haces aquí sola?—
Esta lo miro sobresaltada.
—Eh... ¿Hoy no llego Andreh? No tengo otro amigo más que él.—
Natalan miro a Tomy y Tomy lo miro a él. Sonaba triste y trágico para Natalan pues pensaba que Mictia era mucho más social y extrovertida, cosa que lo era.
—Entonces camina con nosotros, no estamos haciendo nada.— Propuso Tomy.
Mictia, con una pequeña sonrisa, se levantó de la tierra y camino junto a su hermano, justo como lo hubieran hecho antes del accidente.
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