Después del fallecimiento de uno de sus hijos, Aquino, Duxo y sus dos pequeños, deciden empezar de cero en un nuevo hogar.
Pero perder un hijo no es cualquier cosa, y Aquino estaba intentando sobrevivir con el dolor encima, descuidando su matrimonio...
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Mictia regresó a su habitación algo triste por ver a sus padres llorar, se sentía realmente mal.
En silencio, al ver a su hermano ya acostado, se arropó y se acurrucó en su almohada. Miro hacia la ventana abierta, teniendo pereza de cerrar las cortinas.
Sintió mucha culpabilidad, sabía que no debió ocultar algo como eso.
Tal vez si hubiera dicho algo su hermano estuviera con ellos aún.
Mientras miraba las estrellas e intentaba dormir, escucho a lo lejos un ligero moqueó. Algo confundida volteó y solo noto que su hermano se había enfermado muy posiblemente por el frío que entraba de la ventana.
Inocentemente se levantó y cerro aquella ventana a pesar de la flojera, no quería que su hermano se enfermera. Pero incluso ya cerrada, escucho de nuevo un moqueo y un sollozo.
—¿Naty?—. Se acerco a su cama despacio.
Fue una gran sorpresa descubrir a su hermano Natalan llorando en silencio.
—¿Estas llorando?—.
—¿Tu que crees?—. Dijo entre lagrimas, con su garganta lastimada por el llanto.
Sin preguntar, Mictia solo se acosto aun lado de su hermano y lo abrazo con fuerza, sintiendo como su hermano lloraba con mas libertad en sus brazos.
—Es mi culpa... es mi culpa... todo es mi culpa Mic, debí hablar, debí decirles—. Lloró.
Mictia no pudo evitar también sentir sus ganas de llorar sobre su garganta. Estaban realmente tristes y Natalan odió ese cumpleaños, fue el peor cumpleaños.
—Quiero que el tiempo regrese.. quiero decirle a mis papás todo, todo Mic—. Intento respirar con tranquilidad, pero simplemente era imposible.—Quiero a mis papás—.
Mictia al ver tan destruído a sus padres y hermano, entendió el punto de Natalan.
—Tenías razón, no se debían enterar. Ahora ellos ya no nos quieren ¿verdad?—.
Natalan solo pudo seguir llorando, no tenía ganas de responder.
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