𝐏𝐔𝐑𝐄𝐁𝐋𝐎𝐎𝐃 𝐇𝐄𝐀𝐑𝐓; ᴴᵉʳᵐⁱᵒⁿᵉ ᴳʳᵃⁿᵍᵉʳ ²

𝐋𝐚 𝐥𝐥𝐞𝐠𝐚𝐝𝐚

Las semanas habían pasado rápidamente para ambos primos, pasando de junio a finales de agosto. Draco era el que más eufórico estaba por asistir a Hogwarts, Arcturus también estaba emocionado, pero no tanto. Mientras más se acercaba el esperado uno de septiembre, más el pequeño malfoy hablaba de lo genial que era Harry Potter, por esa razón más lo regañaba Lucius, Draco simplemente fingía que no lo escuchaba y seguía en su fantasiosa amistad con el hijo de los Potter's.

Era ya el último día de agosto, luego de almorzar, Arcturus no vio más a su primo, por lo que empezó a buscarlo para que vayan a hacer una carrera de velocidad con sus nuevas escobas que les habían comprado en su visita al callejón Diagon.

El pelinegro lo buscó en el patio y jardín de la mansión, arriba de los otoñales árboles que ambos alcanzaban a trepar, detrás de algunos arbustos. Al no encontrarlo afuera, decidió seguir con su indagación adentro, corrió hacia el salón fijándose debajo de los sofás que había allí, mientras que su tío Lucius lo miraba con curiosidad y un tanto divertido con el profeta en mano, luego siguió con la cocina donde Dobby y los demás elfos estaban limpiando lo usado en el almuerzo, el Black buscó a Draco hasta en el horno, pero no lo encontró.

-En el baño no está, en el jardín tampoco, en la cocina menos- habló Arcturus contando los lugares descartados mientras subía por las oscuras escaleras hacia el segundo piso- puede que haya estado en su habitación todo este tiempo- planteó su última opción.

Llegó a la habitación de Draco y entró sin siquiera tocar, encontrándose al Malfoy frente al espejo, simulando cómo iba a presentarse al niño que sobrevivió.

esto ha estado haciendo desde hace una hora, dijo la conciencia de Arcturus, una hora entera ha estado practicando cómo presentarse ante ese mestizo en vez de jugar con su único primo. Segundo, habló su conciencia con aire ofendido y dramático.

-Yo soy Draco, Draco Malfoy, y tú eres Harry Potter, me encantaría que fuéramos amigos, te puedo enseñar muchas cosas del mundo mágico, como jugar quidditch... - El rubio paró con su actuación al ver a su primo observándolo fingiendo estar ofendido, Draco abrió los ojos pasmados y sus mejillas se tornaron de un color rosado de la vergüenza haciendo que Arcturus se ría de él - Sal de mi cuarto, Arcturus - gritó avergonzado y molesto cerrando la puerta de su habitación.

Aunque haya cerrado la puerta, se seguían escuchando las fuertes risas del pelinegro por lo que hacía su primo y su reacción ante ser visto.

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Estaban todos en sus habitaciones, todos yacían placidamente dormidos según la perspectiva de Draco, quien estaba con la mirada perdida en el techo, pensando sobre cosas innecesarias, como sería Hogwarts si tendría amigos, hasta que sus pensamientos cambiaron de dirección hacia su primo, él le caía muy bien, eran como hermanos, pero le molestaba en cierto punto que él era muy creyente en la supremacía de la sangre, igual entendía sus razones para ser así. fue criado por Walburga Black hasta los cinco años, y por lo que su madre le había explicado, esa señora era muy purista, muy ensimismada en sus ideales. Así crió a su hijo menor, el padre de Arcturus, y así crió a Arcturus.

A él no le agradaba mucho esa creencia, porque los hijos de muggles o mestizos eran inferiores si también son magos y hechiceros, tienen magia. A los que deberían despreciar son a los muggles, pero a los demás no, solo están dividiendo más el mundo mágico.

Y con eso en mente por fin se durmió.

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Al otro día, los niños se levantaron más temprano que muchos días, hoy era 1 de septiembre, hoy iban a Hogwarts.

Desayunaron rápidamente, provocando que casi se ahoguen con la comida y Narcisa los regañe por comer con tan pocos modales.

-Lo sentimos, tía Cissy - habló Arcturus con dificultad por la comida que había tragado muy rápido.