Afterglow - Tony Stark

27

Cuando despertó no tenía idea de dónde estaba pero todo parecía estéril y frío. (Más tarde se enteraría de que estaba en Siberia). Su captor ni siquiera era el mismo ya que solo había un hombre autoritario con acento ruso mientras ella yacía sobre una mesa de metal con ataduras en sus muñecas y tobillos. No vio a nadie con un brazo de metal.

Su mente todavía estaba adormecida por cualquier droga que le hubieran dado. Su vista estaba borrosa cuando el hombre pareció presentarse. Valonkov. Estaba explicando algo mientras sostenía un pequeño dispositivo con sólo dos botones.

"Obedecerás o sufrirás", explicó fríamente.

De repente, su cuello estalló de dolor cuando él apretó el botón. Se sentía como descargas eléctricas que comenzaban en la parte inferior de su cuello y se extendían hasta que lo sentía por todas partes. Ella comenzó a gritar antes de que él soltara el botón y una de sus manos seguía temblando por el impacto.

"Si escapas, mueres", su dedo se cernió sobre el botón superior. "Esto funcionará sin importar lo lejos que llegues, así que no se te ocurra ninguna idea. Quizás te daré dolor primero, pero la muerte te encontrará. ¿Entiendes?"

Ella no dijo nada y comenzó a llorar antes de que él presionara el botón del dolor y su cuerpo sufriera espasmos. Ella gritó antes de que el dolor cesara.

"Sí", gritó ella. "Entiendo. Entiendo. Sólo detente".

Valonkov hizo un gesto a sus guardias que estaban en la habitación. Avanzaron y le quitaron las ataduras antes de llevarla de los brazos a través de las instalaciones.

Sus pies se arrastraban por el suelo y sus piernas se sentían como papilla por las incontrolables contracciones musculares que causaban las descargas eléctricas. La arrojaron a una habitación que era toda de cemento y ella se tumbó en el suelo dolorida mientras cerraban la puerta y la dejaban en completa oscuridad.

Agarró el collar de oro que todavía llevaba alrededor del cuello. El collar de caléndula. Podía sentir el grabado en la espalda incluso en la oscuridad.

Sinceramente Intensamente profundamente. Era su canción favorita en ese momento y, sin embargo, así era lo que Tony sentía por ella. Ella comenzó a llorar al pensar en él. Se prometió a sí misma que saldría a verlo pero por ahora no había canciones bonitas en su cabeza, sólo dolor.

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Pasaron tres semanas antes de que volviera a ver la luz. Casi no le dieron comida ni agua y se sentía muy débil. Fue aún más difícil cuando, mientras estaba en su celda, le dieron dolor sólo para recordarle que no debía tener ideas.

Se dio cuenta de que le habían colocado algo en el cuello; algún tipo de dispositivo con microchip. Podía sentir la cicatriz de la incisión en su cuello.

Intentó hurgarlo con las uñas, pero debieron tener algún tipo de cámara porque tan pronto como lo hizo, volvió a sentir dolor. Tenía espasmos en el suelo y finalmente aprendió a no hacer eso.

Mientras permaneció en la oscuridad durante semanas, se preguntó si Tony estaría cerca de encontrarla; si es que pudiera. Le dolía tanto el corazón pensar que tal vez él nunca lo haría.

Mientras yacía en la oscuridad, solo tenía sus pensamientos para hacerle compañía o eso pensaba. Mientras yacía allí, sus ojos se acostumbraron a ello y a la pequeña rendija de luz debajo de la puerta. Fue entonces cuando encontró a la oruga arrastrándose por el suelo junto a ella.

Ella formó una débil sonrisa, "Hola, amiga".

Puso el dedo delante y dejó que subiera por su mano. Lo acarició con la otra mano y preguntó: "¿Tú también te sientes sola?".

"Yo también", le respondió a la oruga a pesar de que el insecto no dijo nada. Se preguntó qué tan bajo había llegado para hablar con un insecto, pero su pequeño insecto peludo era lo único que tenía.

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Finalmente, una vez que pensaron que era lo suficientemente débil y complaciente, la sacaron de la celda. Tuvo que entrecerrar los ojos por las luces hasta que volvieron a entrar a la misma habitación.

La colocaron sobre la mesa de metal y la ataron. Había una persona diferente con una bata de laboratorio blanca. Él agarró una aguja y ella se retorció antes de sentir el dolor. Dejó escapar un grito y cuando cesó, ella también. Estaba demasiado débil para hacer algo; se aseguraron de eso.

El médico le sacó sangre; tomó varios viales. Eso la debilitó aún más mientras su vista se nublaba. Se preguntó para qué querían su sangre, pero tenía sentido; querían recrearla.

Finalmente entendió por qué Tony y Nat nunca quisieron que ella usara sus poderes en público. Por qué querían que ella fuera tan cautelosa. El poder atrajo la codicia del mundo.

Cuando el médico terminó de sacarle sangre, la arrastraron de regreso a su celda. Pero mientras lo hacían, esta vez ella prestó atención ahora que no estaba cegada por las luces de las instalaciones.

Podía ver a varias personas en cámaras congeladas. Incluso pudo ver que uno tenía un brazo de metal y sus ojos se abrieron como platos. Su secuestrador. Pero su rostro resaltaba ahora que no llevaba máscara.

Al principio no pudo ubicarlo, pero mientras yacía en su celda, se le ocurrió. Recordó haber ido al museo en Washington; Tony se quejó porque no tenía ningún interés en el Capitán América (algo de que su padre siempre hablaba de él) pero a ella le pareció interesante.

Ahora recordó al hombre, el mejor amigo, que supuestamente murió. James Buchanan Barnes. Con la revelación, el hombre se convirtió en su chispa de esperanza.

Los demás en este lugar realmente creían en HYDRA, pero este hombre tenía una vida antes del Infierno en el que fue colocado. Tal vez, ella podría hacer que él recordara y él podría ser su boleto para salir de aquí.

Eira cerró los ojos mientras se concentraba y esperaba que esto funcionara. Pensó en la cámara en la que se encontraba y pensó en calentarla.

Podía imaginarlo claramente al pensar en el hielo derritiéndose y los tubos conectados a la cámara encendieron llamas antes de convertirse en cenizas. No supo si había funcionado hasta que escuchó una alarma en toda la instalación. Ella sonrió en la oscuridad.