And I tried to hold her
But it didn't really last long
And she's getting older
I guess she's gotta cut her blue hair off
Crossover de Percy Jackson y Harry Potter
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-Odio este vestido.
-Te ves preciosa.
-Es incómodo, me pica todo.
-Es una noche...
-Y ¿qué es este abrigo?
-Tu abuela te lo obsequió por tu cumpleaños, ella debe verlo.
-Parece hecho de piel de animal real.
La mayor se aclaró la garganta y siguió rebuscando en una pequeña caja de madera barnizada, buscando por una gargantilla en específico.
-Oh, por Merlín. ¿Es piel de verdad?
-No, sí, no lo sé. ¡Solo ignora ese hecho por un rato!- la niña vió horrorizada el esponjoso abrigo gris que la esperaba colgado en una percha.- Solo deberás usarlo por un rato, luego te lo quitas.
-Pero...
-Kiki, por favor.
La menor suspiró y no dijo nada más al respecto. Katherine dejó salir una exclamación cuando encontró lo que buscaba. En una bolsita de terciopelo se escondían dos joyas. Uno era un collar de plata con un dije con un sol tallado en oro. A su alrededor descansaban las palabras "Orto Sole Nascimur", con la salida del sol nacemos, "Vespere Autem Morimur", pero con el anochecer morimos. También había una gargantilla de terciopelo azul, con un dije exactamente igual. Era el lema de su familia.
Los Mayfield tenían una leyenda, que hacía miles de años, el dios del sol había bajado de su reino en los cielos y los había bendecido. Riquezas y prosperidad les llegó luego de su visita. Se decía que la bendición había causado que casi todos heredaran el cabello dorado del dios, los que eran incapaces de escapar esa regla eran los primogénitos. En otras palabras, una familia de rubios.
Kiara bufó, sentándose en la cama de su madre mientras esta acomodaba su cabello en un complicado rodete. Su cuerpo estaba cubierto por un vestido azul cielo, la falda estaba compuesta por varias capas de tul, las cuales le eran increíblemente incómodas. Sus brazos estaban cubiertos por largos guantes de cuero blancos, asegurados por broches plateados.
Finalmente, Katherine le puso una diadema negra, echando todos los mechones que podrían ocultar el rostro de la niña hacia atrás. Con una mueca, acabó con la gargantilla.
-Te pareces a Cenicienta.
-¿Antes o después del Bibidi Babidi Bu?
La mujer rió, comenzando a acomodar su propio cabello en un moño.
-Después.
La niña asintió, sin saber realmente cómo sentirse al respecto. Contempló los movimientos firmes de su madre por unos segundos, para luego ponerse de pie y correr a su cuarto, en busca de sus zapatos.
