Capítulo 11

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Tay contó hasta diez. Y cuando eso no funcionó, contó hasta veinte. Iba a patearle el culo a New todo el camino de regreso al hotel, cuando pusiera sus manos sobre él. ¿Cómo New se atrevía a ir con el Electus Assawamunkong y exigirle al líder de la tribu que le ayudara?

Estaba molesto más allá de lo creíble porque New hubiera encontrado una manera de escabullirse, pero lo que más le dolía era el hecho de que su anamchara había ido a otro en busca de ayuda. Él era un hervidero en el momento en que se presentó en el hotel Great.

Podía ver los rostros curiosos y asustados de los miembros de la tribu, mientras caminaba hacia el ascensor y esperaba a que llegara para que lo llevara hacia el penthouse. Tamborileó con el pie mientras esperaba. Si él no amase a New tanto, lo habría encerrado por un tiempo muy largo.

El hombre se lo merecía.

Salió del ascensor y se dirigió directamente hacia el despacho del Electus Assawamunkong. Gimió cuando entró por las puertas dobles y vio a Great mirándolo desde detrás de su escritorio. New estaba en el otro gritándole. Esto se estaba convirtiendo en un verdadero dolor de cabeza. Tal vez esposaría a su compañero a la cama.

Era un pensamiento.

—¡Me sacaste cinco millones de dólares, Vihokratana!—gruñó el Electus Assawamunkong cuando New dio la vuelta y entrecerró los ojos hacia Tay.

—¿Me delataste?—se dio la vuelta, acusando a Great cuando empezó a caminar alrededor de la mesa amenazadoramente. Tenía muerte y desmembramiento escrito en su rostro.

Tay rápidamente agarró a su compañero por la cintura y lo arrastró antes de que él le hiciera más daño al Electus. Si no encontraba una salida a esto, Tay iba a deberle una muy grande a Great. Podría incluso perder su tribu y territorio.

—Firmaste un acuerdo por el que nunca él mostraría su cara por aquí de nuevo—gritó Great a Tay.

—Pero yo no—le respondió New.

Tay se palmeó la cara y poco a poco arrastró su mano hacia abajo. Ahora ¿por qué no había pensado en esa laguna un poco estúpida? El Electus Assawamunkong podría tener su culo en un cabestrillo por permitir a New en su territorio después de la firma de ese acuerdo.

No podía hacer mierda a New.

Tay comenzó a reír en voz baja, el sonido cada vez más y más fuerte cuando lo hilarante de la situación lo golpeó. Sabía que New iba a darle disgustos, pero esto iba más allá incluso de lo que había imaginado.

Tay lanzó un gruñido, pero se reía cuando New lo embistió de nuevo con el codo. Simplemente no podía dejar de hacerlo. Las lágrimas empezaron a rodar por su rostro.

Tal vez era la tensión de la situación o el casi perder a New. Tal vez eran años de emoción contenida finalmente cediendo. Tay no lo sabía. Él sólo sabía que no podía dejar de hacerlo.

—No fue tan gracioso, Tay.

—Lo sé, anamchara, yo sólo...—Tay negó con la cabeza.

Tay parpadeó sorprendido cuando New de repente le agarró la cara y jaló de él hacia abajo por un beso, haciéndole encrespar los dedos de los pies. Con cada golpe de la lengua de New contra la suya, en sus labios, y dentro de su boca, la risa de Tay cayó para ser sustituida por un hambre tan grande que casi hace caer a Tay de rodillas.

Cuando New se apartó, finalmente, Tay gimió y trató de seguirlo, con los labios fruncidos para otro beso hasta que oyó la risa al otro lado de la habitación. Los labios de Tay rápidamente volvieron a gruñirle al Electus Assawamunkong.

INDÓCIL | taynewDonde viven las historias. Descúbrelo ahora