Capitulo 3: Recuerdos en las calles de Florencia

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El suave sonido de la alarma me sacó de mi sueño, y al abrir los ojos, me encontré con la fecha parpadeando en la pantalla. Era nuestro último día en Italia, y apenas podía creerlo. Nos habíamos sumergido tanto en la belleza de Florencia que habíamos olvidado por completo que estábamos allí por trabajo.

Con un suspiro, me levanté de la cama y me vestí rápidamente, sintiendo una mezcla de emoción y tristeza por lo que sería nuestro último día en esta increíble ciudad. Decidí que lo mejor era aprovechar al máximo cada momento que nos quedaba, así que llamé a Anne y le propuse dar un paseo por la ciudad junto con nuestros colegas.

Anne estuvo de acuerdo de inmediato, y pronto nos encontramos caminando por las pintorescas calles de la ciudad, disfrutando del ambiente animado y la energía única de la ciudad. Recorrimos tiendas, visitamos parques y nos detuvimos en varios restaurantes para probar la deliciosa comida italiana.

En una de las tiendas, Anne y yo nos divertimos probándonos diferentes conjuntos, mientras Mateo y Lorenzo nos observaban con expresiones entre divertidas y críticas.

—¿Qué tal este vestido, chicos? ¿Qué opinan? —pregunté, girando frente al espejo para mostrarles el conjunto.

Mateo frunció el ceño, mientras Lorenzo estallaba en una risa.

—Creo que deberías buscar algo más… cómo decirlo, menos brillante —sugirió Mateo, mientras Lorenzo asentía con la cabeza en acuerdo.

Nos reímos juntas, disfrutando del momento de diversión. Continuamos así durante las próximas horas antes de continuar con nuestro paseo por la ciudad. Aa

Al llegar a un restaurante para cenar, mi corazón dio un salto desagradable al ver a Asher sentado en una mesa cercana, elegantemente vestido de negro como siempre. Su presencia en el restaurante no hacía más que aumentar mi incomodidad, y decidí que era mejor cambiar de lugar.

—Chicos, ¿qué les parece si buscamos otro lugar para cenar? Este no me está gustando mucho —propuse, tratando de mantener mi voz firme a pesar de los nervios.

Mis amigos asintieron, notando mi incomodidad, y pronto nos encontramos en un puesto callejero, riendo y disfrutando de unas barquillas de helado mientras Mateo terminaba con la nariz llena de helado, lo que desencadenó una serie de risas contagiosas entre todos nosotros.

En el camino, encontramos una tienda de cámaras fotográficas y decidimos comprar una para capturar los últimos momentos de nuestro viaje juntos. Aprovechamos la hermosa luz del atardecer para fotografiar la ciudad y nosotros mismos, riendo y bromeando mientras nos tomábamos fotos en diferentes lugares.

Con la caída de la noche, decidimos hacer una última parada en la Galleria, el lugar donde todo comenzó. Caminamos por las salas llenas de arte, recordando los momentos que habíamos compartido juntos y prometiéndonos volver algún día.

Fue un día lleno de recuerdos y risas, un día que nunca olvidaríamos mientras nos despedíamos de Florencia y nos preparábamos para regresar a casa.

Aprovechando que llegaba la hora de marcharnos al hotel para preparar las cosas de nuestro vuelo al día siguiente, nos acercamos al personal que se encargaba de mantener todo en orden en la Galleria para despedirnos.

En un momento me separé del grupo para despedirme del gerente de la galería, agradeciéndole por la oportunidad de participar en la encuesta y prometiendo mantenerme en contacto en el futuro. Mientras me alejaba, sentí una mano tirar de mí con fuerza hacia una zona privada de la Galleria.

Con el corazón latiendo con fuerza, me encontré cara a cara con Asher, quien me observaba con una expresión seria.

— ¿Tanto miedo te doy? —preguntó, su voz llena de un tono desafiante— Siempre me evitas.

Negué firmemente con la cabeza, manteniendo mi mirada firme.

— No me das miedo y no te evito, solo me incomoda tu presencia  —respondí con una indiferencia fingida, ignorando la creciente incomodidad que sentía en mi interior.

El comentario no fue bien recibido por Asher, aunque trató de ocultar su molestia detrás de una máscara de indiferencia.

— Al parecer tienes preferencia por los demás, te despides de todos menos de mí —replicó cambiando bruscamente de tema, su voz cargada de irritación.

Fruncí el ceño, sorprendida por su afirmación. ¿Cómo sabía él que me iba?

— ¿Cómo sabes que me voy? —pregunté, sintiendo una ligera tensión en mi voz.

Asher sonrió de manera arrogante, revelando un destello de satisfacción en sus ojos.

— No hay nada que pase en este lugar sin que yo lo sepa —respondió en tono enigmático.

Su respuesta solo aumentó mi sensación de incomodidad. Había convertido mi viaje a Florencia en algo incómodo y desagradable, y yo estaba ansiosa por irme de Italia para no tener que enfrentarlo nuevamente.

— Me alegra irme de Italia solo para no tener que volver a enfrentarte —declaré, tratando de mantener mi voz firme a pesar de los nervios que sentía.

Las palabras parecieron afectar a Asher más de lo que estaba dispuesto a admitir.

— ¿Crees que esta es la despedida? —dijo en tono amenazante—. Te puedes ir de Italia, pero aún así, tú y yo nos volveremos a ver.

Y sin más, desapareció en la penumbra, dejándome completamente sola en aquel salón. Entre el asombro y el miedo que sentía después del encuentro con Asher, me apresuré a regresar con el grupo. Con la excusa de que necesitábamos descansar para el vuelo que nos esperaba al día siguiente, les pedí que nos fuéramos de la Galleria. Para mi alivio, aceptaron sin objeciones y nos dirigimos hacia la salida.

Mientras caminábamos por las calles, intenté mantenerme al margen de la conversación animada de mis amigos. Aunque el bullicio y las risas llenaban el aire, yo me sentía distraída y distante, incapaz de sacudirme la sensación de incomodidad que me había dejado Asher.

De repente, Lorenzo se dio cuenta de mi silencio y me miró con preocupación.

— Scarlett, ¿estás bien? No has dicho una sola palabra desde que salimos de la Galleria —comentó, su tono lleno de genuina preocupación.

Sonreí, tratando de que pareciera sincera, aunque por dentro todavía me sentía inquieta.

— Sí, estoy bien. Solo... creo que voy a extrañar Italia —mentí, esperando que aceptaran mi respuesta sin más preguntas.

Lorenzo me miró fijamente por un momento antes de asentir, aparentemente convencido.

Al llegar al hotel, todos nos miramos en silencio, ninguno emitía una sola palabra pero sabía que estábamos pensando en lo mismo, íbamos a extrañar después de todo los momentos que habíamos compartido en este lugar. Mateo fue el primero en romper el momento tan intimo que teníamos todos, se agachó a besar el suelo, todos soltamos una leve risa. Después de eso, nos despedimos, nuestro vuelo saldría a primera hora en la mañana, cada cual se fue a su respectiva habitación, menos yo.

Me quedé de pié, procesando todos los sucesos del día, en especial las palabras de Asher, por alguna razón aunque no parecía tan importante, me daba escalofríos el tono que había utilizado y lo que había dicho en la Galleria. Sacudí la cabeza, intentando espantar aquellos pensamientos, aunque realmente la espantada era yo.

Una vez sola en mi habitación, me dejé caer en la cama con un suspiro de alivio. Cerré los ojos, enfocándome en los buenos momentos que había compartido con mis amigos durante el día.

Me levanté para darme una ducha relajante, con la esperanza de que el agua caliente pudiera llevarse la tensión y el miedo que aún sentía. Después de cambiarme, me deslicé entre las suaves sábanas de la cama y cerré los ojos, intentando conciliar el sueño, pero sin éxito.

Finalmente, decidí revisar las fotos que habíamos tomado durante el día. Al ver las imágenes de nosotros riendo y disfrutando, comencé a sentirme un poco más relajada. Poco a poco, los recuerdos felices desplazaron la ansiedad, y finalmente logré quedarme dormida, dejando que las imágenes alegres llenaran mis sueños.

Vínculos Prohibidos ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora