Capitulo 10: Despertar en el enigma

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                             Scarlett

Desperté con un ligero dolor de cabeza, los recuerdos de la noche anterior eran borrosos y fragmentados. Me llevé una mano a las sienes, tratando de aclarar mi mente. Supuse que Anne, Mateo y Lorenzo me habían dejado en mi departamento después de una noche de fiesta. Pero algo no cuadraba. Cuando intenté incorporarme en la cama, noté que la habitación no se parecía en nada a la mía.

Me levanté lentamente, sintiendo una extraña calma a pesar de la confusión. Miré a mi alrededor, observando los lujosos muebles y la decoración exquisita. Esto definitivamente no era mi hogar. Salí de la habitación y comencé a llamar el nombre de mis amigos.

— ¿Anne? ¿Mateo? ¿Lorenzo? —mi voz resonó en el pasillo vacío.

De repente, una señora de mediana edad apareció corriendo hacia mí. Parecía preocupada, pero me sonrió cálidamente.

— ¡Qué alegría que haya despertado, señorita! —dijo—. El desayuno ya está listo. ¿Le gustaría darse un baño primero?

— ¿Dónde estoy? —pregunté, frunciendo el ceño.

Ella bajó la cabeza, evitando mi mirada.

— Después de que se dé un baño, baje a desayunar. Todo se le explicará en su momento.

Su respuesta evasiva solo aumentó mi desconcierto, pero accedí, sintiendo la necesidad de refrescarme. La señora me mostró el camino hacia un amplio baño de mármol, con toallas suaves y una bañera enorme.

Después de una ducha revitalizante, salí del baño y encontré ropa limpia y nueva sobre la cama. Todo era de mi talla y estilo, como si alguien hubiera estudiado mis gustos al detalle. Me vestí y salí de la habitación, encontrándome de nuevo con la señora esperándome fuera.

— Sígame, por favor —dijo, guiándome por un laberinto de pasillos elegantemente decorados.

Finalmente, llegamos a una amplia cocina. El aroma del desayuno fresco llenaba el aire, pero mi atención se centró inmediatamente en la figura de Asher, de pie junto a la mesa.

— Buenos días, Scarlett —dijo con una sonrisa, aunque sus ojos grises brillaban con una mezcla de emoción y algo más difícil de descifrar.

— Asher... —murmuré, sintiendo una mezcla de alivio y confusión—. ¿Qué está pasando? ¿Dónde estoy?

Él dio un paso hacia mí, extendiendo una mano como invitación para que me sentara.

— Por favor, siéntate y desayunemos. Hay mucho que explicar, y quiero que estés cómoda mientras lo hacemos.

Me senté, sintiendo cómo la tensión se acumulaba en mis hombros. Asher tomó asiento frente a mí, su mirada nunca apartándose de la mía.

—Estás en mi villa, en Italia —comenzó a explicar—. Anoche, después de que te desmayaste en el club, te traje aquí.

La realidad de sus palabras se asentó lentamente en mi mente. Estaba lejos de casa, en un lugar desconocido, y la persona que menos esperaba se había convertido en mi única compañía.

— ¿Porqué no me llevaste a mi casa? —indagué.

— Si lo hice, estás en tu casa ahora. Bienvenida —dijo con una tranquilidad imperturbable.

— No entiendo, Asher. ¿Qué quieres decir con eso?

— Scarlett, firmaste un contrato de matrimonio —dijo con una calma que me resultó escalofriante—. Ahora, según ese contrato, vivirás bajo mi sombra y harás lo que yo pida y lo que quiera.

Vínculos Prohibidos ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora