Capitulo 4: Nuevas determinaciones

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Desperté con la alarma del hotel resonando en mis oídos. Apenas había dormido unas horas, y me sentía somnolienta mientras me levantaba de la cama. Me dirigí al baño, me lavé la cara y traté de espabilarme para el largo viaje de regreso.

En el vestíbulo del hotel, todos nos reunimos con nuestras maletas. A diferencia de la emoción y anticipación que habíamos sentido al venir a Italia, esta vez había un aire de resignación y cansancio entre nosotros. Nos despedimos de la hermosa Florencia con un suspiro colectivo, subiendo al taxi que nos llevaría al aeropuerto.

En el camino, nadie hablaba mucho. Anne, Lorenzo y Mateo parecían tan somnolientos como yo, con los ojos medio cerrados y las cabezas apoyadas contra las ventanas del taxi. Incluso Anne, siempre la más enérgica del grupo, parecía abatida.

Al llegar al aeropuerto, pasamos por el control de seguridad y nos dirigimos a la puerta de embarque. Mientras esperábamos, Anne y Lorenzo se sumergieron en sus teléfonos, mientras yo intentaba no pensar en Asher y en su perturbador último comentario.

Finalmente, cuando nuestro vuelo fue llamado, nos levantamos y nos dirigimos a la puerta de embarque. Justo cuando estábamos a punto de abordar el avión, Mateo, con su característico sentido del humor, se aferró a la puerta y se negó a soltarla.

—¡No quiero irme! —exclamó, con una expresión de niño pequeño.

Todos estallamos en carcajadas ante su actuación. Incluso los pasajeros que esperaban detrás de nosotros no pudieron evitar reírse. Lorenzo y yo tuvimos que tirar de él para que entrara en el avión.

—Definitivamente, Mateo, podrías tener veintisiete años y seguirías actuando como un niño —le dije entre risas.

Mateo se encogió de hombros con una sonrisa traviesa.

—¿Y qué tiene de malo mantener viva la chispa infantil? —respondió, guiñándome un ojo.

Nos acomodamos en nuestros asientos y el avión despegó, dejándonos a todos sumidos en nuestros pensamientos mientras Italia se desvanecía debajo de nosotros.

Durante el vuelo, el cansancio finalmente me alcanzó y me quedé dormida, con la cabeza apoyada contra la ventana. Soñé con las calles empedradas de Florencia, las risas de mis amigos y los momentos que habíamos compartido. Sin embargo, en el fondo de mi mente, la presencia de Asher seguía acechando, como una sombra que no podía sacudirme.

Desperté cuando el avión aterrizó suavemente en el aeropuerto de nuestra ciudad. Todos estábamos un poco más animados al bajar del avión, aunque aún somnolientos. Recogimos nuestras maletas y nos dirigimos a la salida, donde nos esperaba un coche para llevarnos de vuelta a nuestras respectivas casas.

En el camino, charlamos sobre los momentos más memorables del viaje, riendo y bromeando como siempre. Sin embargo, cuando me dejaron en mi apartamento, me sentí aliviada de estar de vuelta en casa. Necesitaba un tiempo para procesar todo lo que había sucedido y para intentar olvidar la inquietante presencia de Asher.

Entré en mi apartamento y dejé caer las maletas en el suelo. Me dirigí directamente a la cama y me dejé caer pesadamente sobre ella, agradecida por estar de vuelta en mi propio espacio. Cerré los ojos y respiré profundamente, prometiéndome a mí misma que dejaría atrás todo lo que había sucedido en Italia y me concentraría en mi carrera y en seguir adelante.

Sin embargo, en el fondo de mi mente, sabía que Asher Moretti no se desvanecería tan fácilmente de mi vida. Sus últimas palabras resonaban en mis pensamientos: "Te puedes ir de Italia, pero aún así, tú y yo nos volveremos a ver". Y aunque quería creer que era solo una amenaza vacía, algo me decía que este no era el final de nuestra historia.

Con un suspiro, me levanté de la cama y me dirigí al baño para darme una ducha. Mientras el agua caía sobre mí, comencé a sentirme más aliviada, recordándome a mí misma que era fuerte y capaz de enfrentar cualquier cosa que el futuro me deparara. Salí de la ducha sintiéndome un poco más renovada, lista para enfrentar el siguiente capítulo de mi vida, sin importar lo que eso implicara.

Lo normal después de un largo viaje sería tomar un descanso, pero no, yo no estaba dispuesta a descansar. Decidida, comencé a organizar algunas cosas del apartamento y a guardar otras, no me había atrevido a sacar las muchas cosas que había comprado para la decoración, electrodomésticos y otras muchas cosas, por el simple echo de que tenía planes de mudarme a mí propia casa. No negaba que el apartamento era cómodo y acogedor y muy bonito, pero no tenía tanto espacio como una casa

Pasé horas reorganizando mi habitación, moviendo muebles y desempacando cajas. Mientras lo hacía, me encontré con recuerdos de momentos pasados, fotografías y objetos que había olvidado que tenía.

Había algo terapéutico en el proceso de limpieza y organización, y poco a poco comencé a sentirme más en control de mi vida nuevamente. Finalmente, después de horas de trabajo, me dejé caer en el sofá, exhausta pero satisfecha. Encendí mi teléfono y comencé a entretenerme buscando casas en venta que llamasen mi atención.

Tenía planes de mudarme lo antes posible, y no podía esperar para encontrar el lugar perfecto para comenzar una nueva etapa. Mientras navegaba por las listas de casas, mi teléfono vibró con un mensaje, bajé la barra de notificaciones para darme cuenta de que se trataba de Anne y los chicos, habían publicado las fotos que nos habíamos tomado en Italia y me habían etiquetado en ella.

No pude evitar esbozar una sonrisa, habían veces en las que me cuestionaba sobre si elegir el camino del arte estuvo correcto, pero realmente no me siento arrepentida de haberlo echo, amaba mi trabajo y amaba mis compañeros. Si en la vida había tomado una decisión correcta, definitivamente perseguir mis sueños la había sido.

Obligándome a salir de mi momento de reflexión, dejé el celular a un lado para ir a prepararme un sándwich o algo que me ayudase a calmar el hambre momentáneamente.

En la cocina, abrí la nevera y saqué los ingredientes: pan, jamón, queso, lechuga y tomate. Mientras preparaba mi comida, mi mente volvía a divagar hacia los recuerdos del viaje y las risas que habíamos compartido.Recordé las bromas de Mateo, las conversaciones profundas con Anne y la calma siempre presente de Lorenzo.

Cada uno de ellos había hecho que el viaje fuera inolvidable, y ahora, al estar de vuelta en casa, sentía un vacío que esperaba llenar con nuevos proyectos y metas.

Con el sándwich terminado, me dirigí de nuevo al sofá y encendí el televisor para tener algo de ruido de fondo mientras comía.

Después de terminar mi comida, limpié la cocina y volví a mi búsqueda de casas. Encontré algunas opciones interesantes y me sentí emocionada ante la idea de mudarme pronto. Mientras seguía navegando, mi teléfono vibró de nuevo. Esta vez, era un número desconocido. Abrí el mensaje con cautela...

Desconocido:
Espero hayas tenido un viaje tranquilo

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