Capitulo 12: Entre fogones y frustraciones.

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Podría haberme imaginado estar sentada con cualquier persona en una misma mesa menos con Asher, justo frente a mí, sus ojos grises se encontraban escaneando la comida sobre la mesa. A pesar del largo recorrido que me había dado por la villa, no hallaba una manera de escapar y tampoco encontraba una lógica a mi presencia en este lugar.

Asher levantó la mirada y sus ojos se encontraron con los míos, intensos y calculadores.

—¿Disfrutaste del recorrido? —preguntó, su voz tan suave como el terciopelo, pero con una nota de burla.

—Fue... interesante —respondí con cautela, evitando revelar mi frustración.

—Me alegra escuchar eso. Este lugar es realmente hermoso, ¿verdad? —continuó, como si fuéramos viejos amigos charlando sobre trivialidades.

Asentí, intentando mantener la compostura. Sabía que cualquier desliz podría darle más poder sobre mí. Mi mente seguía trabajando frenéticamente, buscando cualquier oportunidad de escape, pero cada salida parecía cerrada por la presencia constante de sus guardias y el control que él ejercía sobre cada rincón de la villa.

—El chef aquí es bastante talentoso. Esta pasta, por ejemplo, la hace con ingredientes frescos de la región —comentó Asher, señalando el plato frente a él.

—Es deliciosa —admití, tomando un bocado. No podía negar que la comida era excepcional, incluso si las circunstancias eran menos que ideales.

—Los tomates vienen de un pequeño viñedo que tengo cerca de la villa. Los cultivan de manera tradicional, sin pesticidas ni químicos —continuó, con una nota de orgullo en su voz—. El aceite de oliva también es de producción local. Lo extraen de los olivos que plantaron mis abuelos.

Me sorprendió la información. No me había imaginado a Asher como alguien que se interesara por la agricultura o los métodos tradicionales. Quizás había más en él de lo que pensaba, aunque eso no cambiaba mi situación.

—No sabía que te interesaba tanto la agricultura —dije, tratando de mantener la conversación ligera.

—Hay muchas cosas que no sabes de mí, Scarlett —respondió con una sonrisa enigmática—. Pero eso lo irás descubriendo con el tiempo.

La cena continuó en una charla sorprendentemente amena. Asher me habló sobre los viñedos, los olivos y las hierbas que cultivaban en la villa. Era extraño, casi surrealista, estar en esa situación y tener una conversación tan normal.

Al terminar, me levanté de la mesa y me dirigí a mi habitación. Asher me siguió, sus pasos tranquilos y medidos detrás de mí. Al llegar a la puerta, me giré para enfrentarlo.

—¿Qué quieres ahora? —pregunté, tratando de no mostrar mi cansancio.

—Solo asegurarme de que estás cómoda —respondió, apoyándose en el marco de la puerta.

Lo miré, sintiendo una mezcla de desafío y agotamiento.

—Estoy bien. Puedes irte.

Él sonrió, un gesto que parecía más una amenaza que una muestra de amabilidad.

—Descansa, Scarlett.

Le sonreí de manera forzada, cerré la puerta y me dejé caer sobre la cama. El peso del cansancio de estos días caía sobre mí. La realidad de mi situación era abrumadora, pero no podía permitirme caer en la desesperación.

Mientras me acomodaba bajo las sábanas, el agotamiento finalmente me venció y caí en un sueño profundo.

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Cuando desperté al día siguiente, la luz del sol ya se filtraba a través de las cortinas, llenando la habitación de un resplandor cálido. Me desperecé y me levanté lentamente, sintiendo todavía el peso de la noche anterior en mis músculos.

Vínculos Prohibidos ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora