Capítulo 11: Atrapada en la Jaula Dorada

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—Asher, estás siendo muy extremista, no hay necesidad de hacer esto —intervine.

—Es su deber, para eso les pago —mencionó como si nada.

No sabía qué hacer, así que me acerqué a la mesa y agarré un vaso de jugo que había sobre esta, bebiéndolo hasta el final.

Dios, que esto no esté envenenado porque creo que me tendrás de huésped allá en cielo.

—Ya está, no hay necesidad de botar la comida, ni de cocinar más —sonreí de manera forzada.

Asher me miró como si quisiera desaparecerme de la faz de la tierra, y tenía motivos; había causado que armase todo un escándalo por gusto.

—Ya pueden regresar a sus labores —ordenó, y como si fuesen robots todos se fueron sin decir una sola palabra.

—Eres un completo idiota —lo miré con asco y le di la espalda para salir de allí.

Sentí su brazo tirar de mí. Su agarre era fuerte, su mandíbula tensada, sus facciones endurecidas y sus ojos grises más oscuros de lo normal. Estaba molesto, de eso estaba más que segura.

—No me gusta esa mirada. No me vuelvas a mirar así. Permito que me insultes, pero no que me mires como si fuese la cosa más asquerosa del mundo —su voz demostraba molestia; ya no había rastro de la calma que mantenía hasta hace unos minutos.

—A lo mejor es porque para mí sí eres la cosa más asquerosa del mundo. Si los tratas así a ellos, que estoy segura que conviven contigo desde hace muchos años —hice una breve pausa—, ¿qué me espera a mí, que me conociste hace unos días?

—Es diferente, Scarlett. No hay punto de comparación.

Lo miré con incredulidad. ¿Diferente? ¿En qué mundo pensaba él que esto era aceptable?

—¿Diferente? —repetí, con una mezcla de incredulidad y desafío en mi voz—. ¿Qué es lo que te hace pensar que tienes derecho a tratarlos a ellos como un objeto, y a traerme aquí contra mi voluntad? Esto no es un maldito contrato de matrimonio, es un secuestro, Asher.

Su mirada se endureció aún más, pero no cedí. Estaba decidida a no dejarme intimidar por él, sin importar lo poderosa que creyera que era su posición.

— Es mejor que comiences a entender tu lugar aquí, Scarlett. Las cosas serán más fáciles para ti si lo haces —dijo con una calma peligrosa.

—Nunca voy a aceptar esto —respondí con firmeza—. Jamás.

Nos miramos en un tenso silencio, cada uno negándose a ceder. Sabía que esta batalla sería larga y difícil, pero no iba a dejar que Asher me doblegara. De alguna manera, encontraría la forma de salir de aquí, de recuperar mi libertad

Asher se mantuvo firme, su expresión imperturbable. Finalmente, soltó mi brazo y retrocedió un paso, su mirada aún fija en la mía.

—Puedes luchar todo lo que quieras, Scarlett. Pero cada intento solo hará que mi determinación crezca —dijo, su voz baja y peligrosa—. Ahora, desayuna y luego te enseñaré la villa. No ganarás nada negándote a comer.

Ignorando su orden, me dirigí hacia la puerta de la cocina. Antes de que pudiera salir, Asher habló de nuevo.

—Este es tu hogar ahora, y harías bien en acostumbrarte.

Me detuve un momento, sintiendo la ira hervir dentro de mí, pero no le di la satisfacción de una respuesta. Salí de la cocina y me dirigí de nuevo a la habitación. Necesitaba un momento para calmarme y pensar en mi siguiente movimiento.

La habitación era amplia y lujosa, con una vista impresionante de los viñedos y colinas de la Toscana. Me acerqué a la ventana, tratando de absorber el paisaje y encontrar un momento de paz en medio de este caos. Pero mis pensamientos seguían regresando a Asher, a su control absoluto sobre mi situación.

¿Por qué me había hecho esto? ¿Qué ganaba con tenerme aquí contra mi voluntad?

La señora de mediana edad, que me había visto en la cocina y al despertarme, apareció de nuevo en la puerta, interrumpiendo mis pensamientos.

—Señorita, ¿le gustaría que le trajera algo de desayuno aquí? —preguntó con una sonrisa amable.

Suspiré y asentí. Sabía que necesitaba mantener mis fuerzas, incluso si la idea de aceptar cualquier cosa de Asher me repugnaba.

—Está bien, tráeme lo que sea que tengan preparado —dije, tratando de sonar más amable de lo que me sentía.

Ella asintió y salió de la habitación. Mientras esperaba, me acerqué al armario, buscando cualquier cosa que pudiera ayudarme a entender mejor mi situación. Encontré más ropa, toda de mi talla y estilo, como si hubiera sido seleccionada específicamente para mí. Me pregunté cuánto tiempo había planeado esto Asher.

La señora regresó con una bandeja de desayuno: fruta fresca, croissants, jugo y café. Agradecí y comencé a comer lentamente, mi mente aún en ebullición con preguntas y planes.

Después de terminar, decidí dar un paseo por la villa por mi cuenta. Tal vez podría encontrar alguna pista sobre cómo escapar o, al menos, obtener una mejor comprensión del lugar. Bajé las escaleras y comencé a explorar, notando la opulencia en cada rincón: pinturas de maestros renacentistas, esculturas, muebles antiguos.

Mientras recorría los pasillos, Asher apareció de nuevo, como si hubiera estado esperándome.

—Veo que decidiste explorar por tu cuenta —dijo, una leve sonrisa en sus labios.

—No esperaba tu compañía, Asher —respondí con frialdad.

—De todos modos, estás aquí. Déjame mostrarte la villa, hay muchas cosas que necesitarás conocer —respondió con un tono de autoridad.

Aunque todo dentro de mí quería rechazar su oferta, sabía que oponerme abiertamente no me llevaría a ninguna parte. A regañadientes, lo seguí mientras comenzaba a mostrarme cada rincón de la villa, sus palabras flotando en el aire mientras mi mente seguía trabajando frenéticamente, buscando una salida.

Mientras caminábamos por la villa, Asher me señalaba las diferentes habitaciones y características, explicando detalles con una calma que me ponía de los nervios. No dejaba de observar cada puerta, ventana y posible salida, intentando memorizar el diseño del lugar. Justo cuando pensaba que podría encontrar una manera de escapar, Asher se detuvo bruscamente y se volvió hacia mí, sus ojos grises fijos en los míos.

—Sé lo que planeas, Scarlett —dijo con una voz baja y amenazante—. Puedes morirte intentándolo y no lo lograrás. No puedes escapar de mí. Hasta que yo quiera que lo hagas y por el momento no es eso lo que quiero.

Su declaración me dejó helada. ¿Cómo podía saber lo que estaba pensando? Me crucé de brazos y lo miré con desafío.

—Eres un arrogante, Asher. No puedes controlar todo.

Él se acercó más, su presencia imponente haciendo que me sintiera atrapada.

—Ya lo estoy haciendo, Scarlett. Y cuanto antes lo aceptes, más fácil será para ti.

—¿Por qué haces esto? -pregunté, tratando de mantener la voz firme a pesar del miedo y la ira que sentía.

—Porque puedo —respondió simplemente— Y porque quiero tenerte a mi merced.

Quise protestar, pero sabía que no serviría de nada. En lugar de eso, decidí cambiar de táctica. Si él pensaba que podía controlarme, entonces debía jugar su juego hasta que encontrara una manera de ganar.

—Supongo que ya no hay escapatoria —murmuré.

Él sonrió, un destello de satisfacción en sus ojos. Al parecer el señorito no era tan inteligente como para notar que no estaba más que actuando.

Continuamos nuestro recorrido por la villa, y aunque exteriormente parecía que había cedido, por dentro mi determinación solo se hacía más fuerte. Podría estar atrapada por ahora, pero no pensaba rendirme. Encontraría una manera de escapar, y cuando lo hiciera, Asher aprendería que había subestimado a la persona equivocada.

Vínculos Prohibidos ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora