El sol se filtraba suavemente por las cortinas de mi habitación, despertándome con su cálida luz matinal. Me desperecé lentamente, disfrutando del momento de calma antes de enfrentar el nuevo día. La noche anterior había sido extraña, con su mezcla de risas y tensiones, pero también había algo reconfortante en la familiaridad de la villa.
Me levanté de la cama, dejé caer los pies al suelo y me dirigí al baño. El agua de la ducha, cálida y relajante, ayudó a despejar mi mente de los pensamientos dispersos que aún rondaban. Me envolví en una toalla y regresé a mi habitación para vestirme, eligiendo un atuendo sencillo y cómodo: unos jeans ajustados y una camiseta de algodón suave.
Una vez lista, bajé a la cocina, donde el personal ya estaba ocupado preparando el desayuno. Me saludaron amablemente y me ofrecieron una selección de opciones: huevos revueltos, pan tostado con mantequilla y mermelada de naranja, una pequeña porción de frutas frescas, y una taza de café negro recién hecho, que me hizo sentir como en casa.
—Asher ha salido temprano esta mañana —me informó uno de los empleados, un hombre mayor de voz suave—. Está en la empresa y no volverá hasta más tarde.
Asentí, agradecida por la información, y decidí que aprovecharía el tiempo para explorar la villa por mi cuenta. Terminé mi desayuno, disfrutando del sabor de cada bocado, y luego me dirigí al jardín. Los caminos que recorrimos la noche anterior eran igual de hermosos bajo la luz del día, con el sol acariciando las flores y los árboles.
Pasé la mañana caminando por los jardines, dejando que la tranquilidad del lugar calmara mis pensamientos. Había algo casi terapéutico en estar rodeada de tanta belleza natural, un escape temporal de la complejidad de mi situación. Me detuve en un pequeño rincón donde había una fuente rodeada de flores de colores, y me senté en un banco de piedra para disfrutar del sonido del agua.
El tiempo pasó rápidamente, y antes de darme cuenta, el sol ya estaba en su punto más alto. Decidí regresar a la villa, sintiéndome más tranquila después de la caminata.
Al entrar, el personal me informó que Asher había regresado y me estaba esperando. Curiosa por lo que podría tener preparado, subí las escaleras y me dirigí a su encuentro.
Asher estaba de pie junto a la puerta de una habitación que no había notado antes. Me saludó con una sonrisa, una mezcla de satisfacción y misterio en su mirada.
—Tengo algo que quiero mostrarte —dijo, abriendo la puerta.
Lo que vi al entrar me dejó sin palabras. La habitación era grande, con techos altos y ventanas que dejaban entrar la luz natural. Las paredes estaban pintadas de un blanco suave, pero lo que realmente llamaba la atención era lo que había en su interior. Más que una habitación, parecía un taller de arte.
Había caballetes dispuestos en varios lugares, mesas llenas de pinceles, paletas y tubos de pintura. En una esquina, había una estantería con lienzos en blanco de diferentes tamaños, todos esperando ser transformados. El suelo estaba cubierto con una lona para protegerlo, y una suave alfombra daba un toque de calidez al espacio.
Asher me miró con una sonrisa, claramente disfrutando de mi reacción.
—Este es tu espacio, Scarlett —dijo, acercándose a una de las mesas y señalando una serie de cajas apiladas—. Aquí tienes todo lo que necesitas para pintar, para crear lo que desees. Quiero que te sientas cómoda, que este sea un lugar donde puedas hacer lo que te gusta.
Abrí una de las cajas y encontré una variedad de pinturas de alta calidad, desde óleos hasta acrílicos, en una amplia gama de colores. Otra caja contenía pinceles de diferentes tamaños y formas, algunos de ellos tan finos que parecían perfectos para los detalles más delicados.
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Vínculos Prohibidos ©
RomanceScarlett Knight había nacido para el arte. Desde niña, su mundo se llenaba de colores y formas que solo ella podía ver, una sinfonía visual que transformaba lo cotidiano en extraordinario. Con el tiempo, sus pinceladas se convirtieron en su voz, su...