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CAPÍTULO 25: CICATRICES

17 AGOSTO, 2022MONTECARLO, MÓNACO

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17 AGOSTO, 2022
MONTECARLO, MÓNACO


Mavi sabía que volver a la vida mundana no iba a ser fácil.

Durante el trayecto hacia su departamento, se concedió a sí misma el privilegio de mirar por la ventanilla. Las calles de Mónaco nunca dejarían de sorprenderla, de darle una sensación de que su vida era simplemente una fantasía; pese a que era el mediodía, la gente caminaba mientras un sol cálido iluminaba la ciudad, y en sus caras pudo observar todo tipo de emociones. A simple vista, parecía una acción bastante aburrida el hecho de analizar o prestarle atención a los reducidos habitantes del principado. Aunque despues de haber estado encerrada por lo que se sintió una eternidad, poder deleitarse con la brisa veraniega y su simple existencia era maravilloso.

No comprendió cuándo habían llegado a su destino, pero Max se lo hizo saber. El neerlandés mantuvo su mano derecha en el muslo de la muchacha de principio a fin. Una suave caricia de su parte fue capaz de decirle lo que no podía con palabras. Mavi realmente agradecía tener a alguien como él a su lado, que no la empujaba o forzaba a hablar y nada más se dedicaba a hacerle compañía. Antes de salir del hospital se atemorizó con la idea de que el joven se iría, pero la verdad era que Max le demostraba en cada pequeña acción que estaba allí para quedarse.

A pesar de sus protestas, el piloto la asistió para bajarse del Aston Martin. Mavi sonrió ante su amabilidad. Esa faceta de él que solo ella y unos pocos podían ser capaces de experimentar lograba calentar su corazón. Max chasqueó la lengua y depositó un corto beso en su cabeza. Acto seguido, abrió el baúl del automóvil para retirar el bolso que Sophie le habia armado para su, gracias a Dios, corta estadía en el hospital. Mientras tanto, ella largó un gran suspiro para intentar armarse de valor y poder comenzar a caminar hacia la entrada del edificio.

No tardaron mucho en arribar al piso ocho, pero Mavi se detuvo momentáneamente al colocar las llaves en la cerradura de su departamento. Inconscientemente, su mano comenzó a temblar y sin saber exactamente por qué, un terror desenfrenado la azotó como una cachetada. Quizás fue porque en realidad ese lugar guardaba muchas fotos y recuerdos que ahora mismo, en su estado tan vulnerable, la romperían más de lo que estaba. Max apoyó su propia mano en la de ella y tomó las llaves él mismo. La diferencia de temperaturas la hizo reaccionar y, de un momento a otro, se encontraban dentro del hogar.

Max acomodó sus pertenencias en un sillón individual con rapidez, para luego ubicar su mirada en la fémina. Mavi simplemente le mostró una mueca y el joven estiró su brazo para ofrecerle su mano. Ella la agarró sin dudar, con una confianza solo reservada para él, y se dejó llevar hasta el sofá más grande. Una vez allí, pudo oír la respiración calmada de Verstappen, quien le dio espacio para acomodarse y después la abrazó fuertemente. Sin ninguna palabra de por medio, depositó un beso en su cabello, deleitándose con ese olor a lavanda que tanto le gustaba. Mavi se contuvo de mostrar alguna emoción, pensando que todo el estrés, la angustia y la vorágine del día solo le pedían descansar. Y eso hizo.

LA CHICA DE FUEGO | MAX VERSTAPPENDonde viven las historias. Descúbrelo ahora