Max está pasando por una situación difícil en su relación, y su aparentemente normal juntada con sus amigos, termina en casi una tragedia.
Ó
Mavi Dávalos acude a una llamada en su trabajo, y rescata al mismísimo Max Verstappen de un edificio en llam...
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2 OCTUBRE, 2022 MONTECARLO, MÓNACO 17:00 PM
"Escuadrón de Recate 33, Ambulancia 5. Asistencia policial . 33 Bd du Larvotto, 98000"
La voz potente de la alarma resonó por toda la estación, logrando que los equipos mencionados dejaran inmediatamente sus actividades. Mavi corrió hasta el camión, colocándose el uniforme con una rapidez impecable, demostrando que su habilidad innata seguia reluciente a pesar de su pequeño descanso, para luego subirse de un salto al asiento de copiloto. Observó brevemente a Dylan, quien mantuvo sus manos en el volante y le asintió para comunicarle silenciosamente que estaban todos listos. Ella repitió la acción, sin perder más tiempo.
—Primera llamada del día, Capitana Dávalos —mencionó Trevor con diversión, obteniendo una carcajada por parte de la mencionada. La fémina negó con la cabeza por las ocurrencias de su compañero, poniéndose los guantes y sintiendo como sus mejillas se tornaban levemente rojizas.
—Es una asistencia policial. Recuerden que nuestro rol es pasivo, tendremos que analizar la situación y ayudar solamente si es necesario. ¿Bien? —informó Mavi, segura de que su equipo ya era consiente de aquella información. Nunca estaba de más aclararlo. Los hombres respondieron positivamente, dedicándole una sonrisa y miradas cómplices. La pelirroja arregló las trenzas que colgaban a sus lados, preguntándose mentalmente si William asistiría a la llamada. En los parlantes no se habia requerido su presencia, por lo que decidió sacarse la duda. Agarró la radio que colgaba en su pecho, apretando el botón para hablar—. Central, pásame al canal siete.
—Mavi. ¿Qué pasó? —preguntó William al pasar unos segundos de silencio, con un tono vacilante y confuso. No era inusual que solicitara la línea para decirle algo, aunque al jefe siempre lo corroía una sensación intensa en el pecho por el estado emocional de su bombero. La argentina carraspeó, notando como Dylan doblaba a la derecha, a pocos metros de su destino principal.
—¿Tú asistes a la llamada también? —cuestionó Dávalos en un susurro, mientras un súbito terror navegó por su columna hasta finalizar en su nuca. Atinó a rascarse la piel allí en un fallido intento para sosegar la tensión que abrazó inesperadamente su cuerpo. Realmente no reconocía esa faceta suya, ya que nunca dejó que sus propias emociones la descolocaran minutos antes de un incidente; pensó que quizás se trataba de que ahora era una persona distinta, era madre y por ende su única prioridad era volver a casa para alzar a su hija.
—Sí. Tuve que hacer un pequeño desvío hasta la Academia para buscar unos papeles —comunicó el hombre con determinación, pretendiendo que Mavi pudiera relajarse. La muchacha dejó salir un suspiro al percatarse de la firmeza en las palabras de William. Eso le permitió aliviar toda la presión en su pecho y en cambio la reemplazó con energías renovadas—. No te preocupes. Nos vemos allí.
