Al volver a la oficina nos quedamos un poco perplejas al ver todo el alboroto que hay formado, y con alboroto no me refiero a gritos ni papeles volando de un lado a otro, sino de personas reunidas, solo con verlo te das cuenta que está sucediendo algo malo. Al final de uno de los pasillos que da a la zona de trabajo común hay un poco de gente congregada, supongo que son de los altos cargos, ya que los demás empleados están en completo silencio observando lo que sucede. Nada más entrar puedes notar el ambiente tenso que hay aquí. Eli le pregunta en un susurro que está pasando a la recepcionista y esta le responde con palabras escuetas:
—Austin ha vuelto del viaje de Roma. Poco después ha aparecido el señor Bojan.
Austin. Bojan. Qué cojones. No creo. Es imposible.
Eli me mira con cara de circunstancias y yo decido que es buen momento para acercarnos silenciosamente y enterarnos de lo que está pasando a escasos metros de aquí.
Conforme vamos avanzando empiezo a distinguir dos cabezas de hombres alrededor del círculo anteriormente mencionado. La incomodidad y la tensión se podrían cortar con un cuchillo.
—No tienes nada que hacer aquí, lárgate y no vuelvas. —Supongo que ese fue Austin, que acabó de escupir estas palabras como si se estuviera controlando mucho para no empezar a gritar ni a golpear.
Nos quedan un par de metros cuando deduzco que es Austin el que se gira. Oh, Dios santo. Pues al final sí que era posible. No puede ser. Al segundo de recuperarme giro mi cabeza rápidamente hacia el otro lado en busca del rostro de Bojan. Tras unos segundos intentando verlo se empieza a reír con ironía y amargura y mueve la cabeza. Es él. No lo entiendo. ¿Cómo es posible que ahora se estén matando con la mirada si la última vez que los vi eran amiguitos del alma? ¿Y por qué resulta que ahora Austin es mi jefe si literalmente suspendió todo bachiller por pasar olímpicamente de todo ya que no le importaba nada? ¿Y Bojan? ¿No quería ser bombero?
Estoy en mis cavilaciones cuando de repente escucho como Bojan menciona al padre de Austin con esa irritable voz de actor porno unos tonos más bajos de lo normal, haciendo que ponga todos mis sentidos en acción y preparada para actuar en cualquier momento.
—¿Es una amenaza? ¿Te refieres a no volver como hizo tu padre o no volver solamente a pisar tu empresa de mierda? —escupe las palabras.
Vale, digamos que ha sido una frase de mierda, pero quien conoce la historia sabe que eso ha sido un golpe muy bajo. Por la cara que están poniendo todos, nadie está comprendiendo lo que está pasando. En cambio, por la cara de Austin, puedo ver como en cualquier momento va a acabar esto en una comisaria.
Llego lo antes posible a junto de ellos, pasando entre todas las personas que están formando el círculo y le agarro del brazo antes de que pueda propinarle el golpe que bien sé que se merece al de la cara bonita que no es bien recibido en este sitio.
Me acerco lo suficiente a Bojan para no tener que hablar tan alto y le susurro en un tono lo suficientemente audible a la vez que amenazador:
—Vete a la mierda de una vez por todas, anda. —Empiezo diciendo esto para que solo llegue a entenderlo él. Dios, que bien sienta, joder, y prosigo: —Ha dicho que te vayas, da igual la forma, pero si lo prefieres podemos empezar a hablar del asuntillo ese de segundo de bachiller. Para empezar, digo. Es solo una sugerencia. —¿Tal vez me esté tirando un triple? Tal vez. Pero me da igual. Digo esto último alejándome de él lo suficiente hasta llegar a la misma altura a la que se encuentra Austin y acabando por soltarle el brazo, a estas alturas no creo que llegue a levantarle la mano. Por mucho que me gustaría que lo hiciese, claro.
Al principio me mira sin entender, como si estuviera loca, pero poco a poco va recapacitando y parece que va recordando lo que le estoy diciendo, aunque yo no sé hasta qué punto de grave es el asunto que le he mencionado, la verdad. Ni tampoco sé si hemos pensado en lo mismo. Pero parece ser que de algo ha servido lo que he dicho. Antes de girarse e irse le echa una última mirada a Austin. Una mirada llena de odio y rencor. Ay, Dios, necesito enterarme del chisme, pero ya.
En pocos segundos parece que todo vuelve a la normalidad. Los empleados empiezan otra vez a hacer jaleo y los que están a mi alrededor, aunque siguen confusos por lo que acaba de ocurrir, se van yendo al comprender que es mejor dejar solo a Austin tras lo que acaba de pasar.
Eli me mira confusa y le hago un gesto para que vuelva al trabajo, que ya le informaré más adelante.
Unos segundos más tarde, el protagonista se gira hacia mí lentamente haciendo que nuestros brazos se rocen al estar tan cerca por causa de haber agarrado su brazo hace apenas unos minutos. Se me queda mirando. Yo me lo quedo mirando. Su cara transmite tristeza, incomprensión y rabia. Puede que también un poco de frustración por lo que acaba de pasar. Sigue llevando el mismo peinado de siempre, el pelo castaño medio con algunos mechones incluso más claros, haciendo que tenga una combinación rara de colores que haga que no puedas definir muy bien un color, aplastados y un poco revolucionados estratégicamente para que parezca que no se haya peinado, pero seguramente eso le ha hecho estar en el espejo mínimo cinco minutos. Su cara está morena y si te fijas bien puedes descubrir que aún tiene unas marquitas del acné adolescente que fijo que le cabrean mucho. La nariz la tiene un poco torcida, aunque no es porque naciera así; en sexto de primaria se la rompió de la manera más tonta y ridícula.
—¿Abril? —me pregunta, incrédulo.
—¿Austin? —le respondo poniendo una voz ridícula para imitarlo en esa tonta pregunta.
—Sí, eres tú.
—¿Por qué coño ese gilipollas ha mencionado eso sobre tu padre y parece que ahora os lleváis como el puto culo? —Que bien sienta insultar a Borjamari, de verdad. En cuanto a la pregunta se la cuestiono gesticulando más de lo necesario y señalando por donde se fue el susodicho.
—Porque, como bien ya has dicho tú, es un gilipollas. Y da igual del por qué ahora nos llevamos como lo hacemos.
—Uhm.
Por la cara que le pongo espero que se dé cuenta que esa respuesta no me vale y que acabaré por averiguarlo.
—Bueno, vale. Por ahora no te seguiré interrogando, que no parece que estés muy por la labor...—Iba a seguir hablando cuando me corta con una pregunta.
—¿Qué haces tú aquí?
—¿No lo sabes? Soy la psicóloga que habéis contratado. Pero a lo que estaba yendo antes de que me cortaras: ¿Estás bien?
Se me queda mirando. No se esperaba esa pregunta. Pero yo sí me espero lo que va a hacer a continuación. Va hacia su despacho como si fuera un vampiro con esa velocidad que pueden llegar a tener y los ojos inyectados de sangre a la vez que un poco aguados y vuelve con una chaqueta colgando del hombro y las llaves del coche. Pasa por mí y se va, dejando una brisa por donde pasa.
Al girarme hacia donde están todos los trabajadores me doy cuenta de que estuvieron todo el rato observándonos. Al milisegundo empiezan a disimular, haciendo como si estuvieran trabajando. Yo sonrío y me vuelvo para irme a mi despacho, a estos hay que darles alguna clase para disimular mejor. Tendré que llamar a Esme para que me ayude y concretar una cita con todos ellos.

ESTÁS LEYENDO
Recuerdos de aquel día
RomanceDespués de 10 años, Abril y Austin se vuelven a reencontrar a pesar de que se pensaban que sus almas no estaban destinadas a ello. El jefe de una empresa de publicidad y la psicóloga del nuevo departamento. ¿Que podría salir mal? ¿Es verdad que el a...