Capítulo 5.

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Al llegar a la oficina, Austin me pide que me pase por su despacho para hablar las cosas.

—Ahora voy. —le respondo cambiando de dirección para ir a mi despacho y dejar mis cosas.

Cuando llego a su despacho él está junto con Daniel (con acento inglés, sí), supongo que hablando de la reunión que tuvo lugar hacer unos minutos.

Peto en la puerta para llamar la atención de ambos y Austin se despide de su colega rápidamente.

—Bueno, Daniel, vamos hablando.

—OK. Enhorabuena. —Esto último me lo dice a mí, supongo que por la reunión. Le sonrío con amabilidad y poco después nos quedamos Austin y yo solos en el despacho. Él va hacia la puerta y la cierra para que tengamos un poco más de privacidad y me pide que me siente. Opto mejor por una de las sillas de su mesa en vez del gran sillón que tiene en una de las paredes del despacho. Entonces él se levanta de su silla donde se había sentado para firmar algo y se sienta a mi lado, en unas de las tres sillas que habían quedado vacías.

—Lo siento. —me vuelve a repetir, mirándome otra vez a los ojos. —Sé que he sido un capullo en mi adolescencia, no solo contigo, con mucha gente, y no sabes lo que me arrepiento. Han pasado muchas cosas desde la última vez que nos vimos que me han hecho reflexionar sobre todo lo que he hecho en el instituto y fuera de él que hacen que me siga arrepintiendo cada día de como traté a ciertas personas.

—Wow, sinceramente esto no me lo esperaba. Pues va a ser verdad que sí que cambiaste desde la última vez que nos vimos, desde luego. O eso espero, vamos. —Me quedo cayada un momento para pensar que decirle a continuación. —Vale, hagamos una cosa. Como bien sabes soy muy buena persona, demasiado, quizás; aunque haya gente que no se lo merezca.

—Lo eres, sí.

—Aunque también puedo llegar a ser muy mala, que lo sepas.

—Eso también lo sé. —me responde con una media sonrisa torcida que no le llega a los ojos.

—Pues entonces, ¿Qué tal si obviamos lo que pasó en bachiller y seguimos desde ahí? Eso no quiere decir que te haya perdonado del todo, para que eso pase tendrás que currártelo. A partir de ahora trabajaremos juntos y será mejor que no haya ni incomodidad ni tensión de por medio que pueda impedir que estemos cómodos y trabajemos al cien por cien. Y no solo por nosotros, sino también por nuestros colegas y equipo.

—Dios, sí, bien, perfecto. Gracias. —dice suspirando y echándose hacia atrás en la silla, como si se hubiese quitado un peso de encima que llevaba años con él.

—Bien. Ahora que ya hemos hablado de esto, me gustaría ponernos al día. Soy muy cotilla. Han pasado unos diez años. ¿Cómo coño has pasado de suspender bachiller a ser uno de los jefes de esta empresa tan joven? —le suelto, consternada y sin entenderlo mientras abarco con mis brazos todo el espacio dando a entender todo lo que ha conseguido.

Él, por el contrario, suelta una carcajada y se coloca bien en la silla.

—Al acabar bachiller en nuestro antiguo instituto mi madre me mandó a Londres a estudiar. Creo que no se podía permitir que su hijo acabara viviendo bajo un puente o en su casa toda la vida.

—Lógico, por parte de Ana, la verdad. Yo también lo habría hecho. —Digo, haciendo como que pienso en una buena opción para cuando tenga hijos. Austin me mira con un poco de miedo y yo me empiezo a reír.

—El caso..., me saqué bachiller y conocí a Daniel. Él había acabado la uni justo cuando yo acabé bachiller y decidí hacer un ciclo de marketing y publicidad. Poco después nos vinimos para aquí. Y bueno, aquí estamos. He de decir que en el aspecto laborar he tenido muy buena suerte. Y esperemos que así siga siendo. ¿Y tú? ¿Cómo has acabado trabajando para mí como psicóloga?

—¿Para ti? Que egocéntrico eso, ¿no?

—Un poquito solo. —me responde risueño haciendo un gesto de la mano indicando un poco.

—Pues después de acabar la uni me fui un año a África. Estuve ayudando, de voluntaria, a niños principalmente, pero también a sus familias. Siempre fue algo que quise hacer desde pequeña.

—Abril, siempre ayudando a los demás.

—Pues sí. —le respondo cruzándome de brazos y levantando el mentón. Sonrío y vuelvo a mi posición anterior. —El caso, después volví a España y me planteé sacarme el PIR, pero al final estuve trabajando en una asociación de gente desfavorecida y ayudándolos y eso, a la vez, lo estuve compaginando con gente que había sufrido alguna catástrofe y ayudando en el instante. Después de unos meses de tanto ajetreo me decidí por calmarme un poco y trabajar en consultas. Hasta hoy.

—Wow. Y todo eso solo en qué ¿en cinco años?

—Sí, más o menos. Me gustaría probar diferentes ámbitos. Aún tengo pendiente hacer el PIR.

—Mis respetos hacia ti. De verdad.

Me río y le respondo con una mini reverencia dándole las gracias. Él se ríe de vuelta y justo en ese momento petan a la puerta.

—Señor, lo siento si interrumpo, pero tienes convocada una reunión con el equipo para hablar de la publicidad de la escuela de música de esta mañana.

Austin se mira el reloj y se levanta.

—Sí, es verdad. Gracias por recordármelo, Eli. —Le hace un gesto de asentimiento y se va.

—Ven conmigo.

—¿Qué? ¿A dónde? ¿No tienes una reunión ahora?

No me responde. Salimos del despacho y nos dirigimos a la zona común, donde están trabajando nuestros colegas.

—Chicos, escuchadme todos. —empieza para llamar la atención de todos —Como sabéis, hoy tenía la última reunión para formalizar todo lo de la publicidad de la escuela de música. Hemos estado hablando con nuestros clientes y cogiendo ideas junto con Abril. Ya que, no sé vosotros, pero cuando a mí me dicen escuela y música en una misma frase pienso en ella, así que nos echará un cable para atraer más la atención de la gente y, sobretodo, la de los músicos. Ahora os dejaré una hora más o menos para que cojáis algunas ideas y las plasméis rápidamente y después las pondremos en conjunto en la sala de reuniones. Daniel, Alba y Eli, os necesito en esa sala en cinco minutos para hablar del presupuesto que tenemos.

Dios, como se nota que está en su salsa, si no fuera porque me he quedado un poco cortada con lo que dijo hasta le aplaudiría. Eli me mira con una mirada muy significativa antes de ir a por sus cosas que me hace pensar que hoy no vuelvo a casa hasta que le cuente todo lo que está pasando. Y yo que quería un poco de tranquilidad.

—Austin...

—Puede ser más tarde, tengo que ir a la reunión y eso, que... Llego tarde. —Y antes de que se vaya casi corriendo me guiña el ojo. Cabrón, sabía lo que le iba a decir y se pira con la primera escusa que encuentra.

Bueno, tengo una hora para digerir todo lo que ha pasado durante el día antes de ir a una reunión que sin duda no me pertenece como departamento. Espero que a mis colegas no les moleste, la verdad. Vuelvo a mi despacho y medito cinco minutos antes de ponerme a acabar de organizar todo mi papeleo. Desde pequeña organizar y plasmar todo en una agenda me calma y hace que me sienta muy bien y renovada.

Recuerdos de aquel díaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora