Capítulo 15.

2 1 0
                                    

—Es ahí, ese edificio. Allí está el portal del garaje.

Son las ocho y media y aun es de día. Me encanta la sensación de darme cuenta de cómo los días crecen poco a poco al entrar en primavera y verano.

—Dentro de poco llegará mi hermana y mi cuñado para dejar a Xandre. —empiezo a contarle mientras paso del ascensor y me voy directa a las escaleras. —Y ya que estamos aquí no hará falta decirle a Sara, mi vecina, que baje a pasear a Prada, mi perrita. —Le acabo de contar y me giro para verle detrás de mí en las escaleras.

—Me parece perfecto. —me dice, pero en su cara veo que está un poco incómodo. Y eso hace que me pare en seco en mitad de la escalera.

—Oye, de verdad, si no quieres hacer de niñero o algo me lo dices y quedamos otro día.

—¿Qué? No, no, no es eso.

—¿Entonces?

—Nada, tranquila.

—Austin. Xandre tiene cinco años y tampoco quiero que se sienta incómodo ni que te vea a ti así.

—No es por él. Es que...—suelta un suspiro y sigue—Es que hace unos años, bueno. En fin, tuve un accidente con Booby y, pues..., y pues eso. Hace tiempo que no tengo relación con ningún perro y acabas de hablar de Prada y...

—No jodas.

—Sí. —me responde un poco decaído y nervioso.

—Booby.

—Sí, Booby.

No aguanto más y le doy un abrazo. Al principio nos tambaleamos, pero Austin se agarra a la barandilla para evitar que nos caigamos. Conocía a Booby prácticamente toda la vida. Ya era mayor, sí. Pero ¿un accidente? Pobre.

—Jolín, lo siento muchísimo. ¿Cómo estás? ¿Cómo fue? No, calla, Abril. —me reprendo a mí misma— No hace falta que me lo cuentes ahora.

—Se me están acumulando las historias que contarte. —me dice para quitarle hierro al asunto. —Venga, vamos.

Al entrar al piso Prada viene a saludarme y al ver a mi acompañante gira un poco la cabeza y empieza a olerlo. Austin se deja hacer.

—Voy a darle un paseo y de paso ya espero a que traigan a Xandre. Si tal vete preparando las pelis y algo de picar. Como en tu casa.

—Puedo acompañarte.

—Poder puedes, pero ahora mismo es suficiente con haber entrado y dejar que te oliese.

—¿Estás actuando como psicóloga ahora mismo?

—Puede, pero no lo pretendo. Es mejor ir poco a poco.

—Gracias.

Le pongo la correa a Prada y bajamos. No ha gruñido en ningún momento, eso significa que puedo fiarme de él.

Esta vez hacemos un paseo un poco más corto y nos quedamos en la entrada del piso a que venga mi hermana.

Al llegar, Xandre está muy emocionado por pasar la noche conmigo y con Prada y creo que lo mejor es hablar con él de que tenemos a otra persona en la ecuación antes de subir.

—¡Tita!

—¡Hola! ¿Qué tal, renacuajo?

—Mooii beeen. —responde mientras yo gesticulo su respuesta sabiendo cuál sería, haciendo que él se ría.

—Hola. Muchas gracias, de verdad. Él ya ha cenado y dentro de poco ya lo puedes acostar.

—Pero mami. Puedo dormir más tarde.

Recuerdos de aquel díaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora