Capitulo 9 : Hombre...

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Capitulo 9: Hombre..

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Tierra-56

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La brisa nocturna acariciaba el rostro de Peter Parker mientras permanecía agazapado en la azotea del edificio, su improvisado traje de Hombre Bolsa ondeando ligeramente al compás del viento. Había derrotado a los criminales, evitado más destrucción, y sin embargo, el peso de la responsabilidad seguía aplastando su pecho.

"¿Hice lo suficiente?", pensó mientras sus ojos recorrían las calles de Nueva York, aún en calma después de la reciente batalla. La tienda estaba rodeada por patrullas, el sonido de las sirenas se mezclaba con las luces azules y rojas que iluminaban la escena del crimen. La policía arrestaba a los delincuentes, pero Peter sabía que la lucha no terminaba ahí. Nunca terminaba.

Sus pensamientos lo llevaban nuevamente al pasado. Al tío Ben. A esas palabras que resonaban en su mente una y otra vez, como un mantra: "Un gran poder conlleva una gran responsabilidad."

Esa frase había moldeado su vida. Había sido su brújula moral, pero también su condena. Ahora, siendo el único heredero de ese legado, sentía la carga de proteger a los inocentes, pero también el miedo constante de fallarles.

"¿Qué tan justo es esto?" se preguntaba mientras se balanceaba en el borde del edificio, listo para desaparecer en la noche como un fantasma, solo una silueta más entre las sombras.

La voz de la tía May resonaba en su mente, la mujer que se había convertido en su mayor apoyo tras la muerte de Ben. Le había dado esperanza cuando todo parecía perdido. Pero había algo que ni siquiera ella sabía: la dualidad constante de ser Peter Parker y ser el vigilante anónimo. Un héroe para la ciudad, un chico con miedo en su corazón.

Antes de saltar, recordó la voz de Cassandra Webb, esa "tía" que aparentemente conocía desde su infancia. Había algo en su mirada que le inquietaba, como si viera más de lo que decía. Quizá algún día tendría que contarle la verdad. Pero por ahora, no podía distraerse. Había alguien que necesitaba ayuda, y él estaría allí para entregarla.

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Mientras saltaba de edificio en edificio, la adrenalina se mezclaba con la claridad de sus pensamientos. Nueva York podía ser peligrosa, pero también era su hogar. Cada rincón de la ciudad estaba lleno de vida, de historias, de personas que, como él, enfrentaban sus propias batallas.

Su sentido arácnido se activó, una señal clara de peligro inminente. Sin pensarlo dos veces, se dejó llevar por su instinto, balanceándose hacia el origen de esa sensación.

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En cuestión de minutos, llegó a una calle oscura y desolada, lejos del bullicio del centro. Un grupo de hombres armados rodeaba a una figura encapuchada que caminaba lenta, pero con determinación, hacia ellos. No era un ciudadano común. Lo que más llamó su atención no fue el enfrentamiento, sino la sensación extraña que emanaba del individuo encapuchado. Algo en su energía le resultaba inquietante, como si estuviera a punto de presenciar algo más allá de lo normal.

Peter, aún en su papel de vigilante, observó desde la altura de un poste de luz mientras la situación se desarrollaba. Uno de los matones levantó un arma hacia el encapuchado.

—¡Detente o te volamos la cabeza! —gritó el criminal.

La figura, lejos de detenerse, levantó una mano. Un resplandor azul emanó de su palma, y antes de que cualquiera pudiera reaccionar, los criminales cayeron al suelo, congelados, literalmente convertidos en estatuas de hielo.

—¿Qué demonios...? —susurró Peter, asombrado.

La figura encapuchada bajó lentamente su mano y se giró, como si supiera que Peter estaba allí.

—Puedes salir ,Hombre bolsa!—dijo una voz suave que resonaba con una serenidad inquietante.

Peter, desconcertado, bajó de un salto al suelo, manteniendo una distancia segura. Su instinto le decía que esa persona no era un enemigo común.

—¿Quién eres? —preguntó Peter, su voz era más firme de lo que se sentía por dentro. No era solo una amenaza lo que enfrentaba; era algo desconocido.

La figura encapuchada dejó escapar una pequeña risa, sus manos aún brillaban con el resplandor helado de la técnica que había usado. Finalmente, el encapuchado se bajó la capucha, revelando un rostro frío, de facciones afiladas y ojos carentes de cualquier emoción humana.

—Soy solo un recadero más del Kingpin, —respondió con un tono siniestro—. Y pronto tú también lo serás. Con ese poder que llevas, vigilante, eres el siguiente en la lista.

Peter sintió una sacudida en su pecho. Kingpin. Ese nombre traía consigo un cúmulo de recuerdos y peligros. Kingpin el criminal más peligroso de Nueva York, estaba moviendo las piezas de su imperio criminal, y ahora parecía haber puesto los ojos sobre él.

—No soy uno de tus peones, —respondió Peter con firmeza, preparando su postura para lo que estaba por venir—. No importa cuántos envíes, nunca me uniré a ti ni a un jefe criminal .

La figura sonrió, pero no era una sonrisa de satisfacción, sino una de amenaza. Extendió ambas manos, y de sus palmas comenzaron a formarse espirales de hielo, que rápidamente envolvieron todo a su alrededor, congelando los escombros de los criminales y creando un círculo de frío impenetrable.

—No tendrás opción, Hombre Bolsa. O te unes a nosotros... o te mataran.

En un abrir y cerrar de ojos, el suelo a los pies de Peter comenzó a agrietarse y el hielo se extendía rápidamente. Sin pensarlo, Peter saltó hacia el cielo, lanzando sus telarañas para alejarse de la trampa mortal. Sabía que el verdadero combate apenas estaba comenzando, y aunque Kingpin estaba en las sombras, sus peones seguían siendo letales.

—Entonces, ¡que vengan! —gritó Peter, mientras se preparaba para enfrentarse al frío y mortal enemigo que se alzaba ante él.

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Yo soy Peter Parker?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora