Capítulo 8: Gatita II

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Capítulo 8: Gatita II

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El ruido de los guardias resonaba por los pasillos, intercalado con gritos de alerta y el eco metálico de las botas corriendo en dirección a la intrusa. Observaba desde el panel de seguridad de la oficina de Connors, con la vista fija en las cámaras. La figura que había aparecido en las grabaciones era ágil, moviéndose como un felino a través del complejo de Oscorp. Su traje imitaba el pelaje de un gato, en un blanco y negro que brillaba bajo la luz artificial del edificio. El antifaz que cubría su rostro solo añadía misterio a la escena, y con cada movimiento, los guardias tropezaban, como si estuvieran bajo un hechizo de mala suerte.

Black Cat, pensé, aunque nunca había oído hablar de ella en esta Tierra. Sin embargo, esa velocidad, esa agilidad sobrenatural, y la manera en que se deslizaba entre los obstáculos, todo apuntaba a que estaba entrenada en algo mucho más allá de lo común. Y ahora, esa mujer estaba robando una mochila llena de experimentos y datos de Oscorp, algo que no podía permitir.

Mientras observaba el caos en las cámaras, Connors, en un arranque de desesperación, agarró su muñón donde alguna vez tuvo un brazo. Se retorcía de dolor o frustración, tal vez ambos, como si estuviera luchando por contener algo dentro de él. Pero en lugar de quedarse, salió de la oficina a toda prisa, dejándome solo.

No tengo tiempo que perder, pensé, y me apresuré hacia el elevador cercano. Al entrar, casi me estrello contra una figura familiar: la supuesta pasante que había visto minutos antes. Pero algo en su postura, en la manera en que se movía, me hizo darme cuenta de que no era solo una pasante. Ella era Black Cat. Había sido un disfraz, una fachada perfecta para entrar sin levantar sospechas.

—¿Tú? —murmuré, sorprendido.

—Yo —respondió ella, una sonrisa felina dibujándose en sus labios. Su mirada era astuta, como si hubiera estado planeando esto desde el principio.

Sin pensar, lancé mi brazo hacia la mochila que llevaba, tratando de arrancarla de sus manos. Sabía que dentro de esa mochila podría haber experimentos peligrosos, algo que Oscorp intentaba ocultar del mundo. Pero ella era rápida, incluso más rápida de lo que imaginaba. En nuestro forcejeo, uno de los contenedores dentro de la mochila se rompió, liberando un líquido que se esparció por el suelo.

—¡Suelta eso! —grité, intentando contener la fuerza que el suero del lagarto me había dado.

Pero Black Cat no solo era rápida, sino también astuta. Con un toque de sus manos, sentí como si el suelo se volviera traicionero bajo mis pies. Tropecé, cayendo de bruces. Cada vez que intentaba levantarme, algo invisible parecía empujarme de nuevo al suelo. Era como si el mismo destino se hubiera vuelto en mi contra, una especie de maldición que ella controlaba con facilidad.

—¿Qué...? —murmuré, sin poder entender cómo me estaba sometiendo de esa manera.

—¿Te gusta? —rió ella—. Un pequeño toque de mala suerte. Hace que las cosas sean más interesantes.

Por más que intentaba moverme, Black Cat ya estaba fuera de mi alcance, deslizándose por el pasillo con una gracia inhumana. Al salir de su rango de efecto, finalmente pude levantarme, aunque con dificultad. Sentía la sangre corriendo por mi brazo, una marca de sus garras que me había dejado durante la pelea.

Me quedé mirando cómo la herida en mi brazo comenzaba a regenerarse, pero esta vez, el proceso era más lento. El suero del lagarto seguía funcionando, aunque de manera imperfecta. Algo dentro de mí no estaba bien, y lo sabía. Mientras trataba de estabilizarme, mi vista cayó sobre una de mis zapatillas. Había una sustancia negra adherida a ella, pegajosa y viscosa. Intenté limpiarla, pero no salía con nada. Era como una garrapata que se había pegado a mi piel y no quería soltarse.

—¿Qué demonios es esto? —murmuré, intentando comprender qué estaba ocurriendo.

La sustancia negra no parecía ser un simple residuo. Tenía vida, o al menos, se movía como si la tuviera. Oscorp había estado jugando con fuerzas que ni siquiera yo podía comprender, y ahora, esa cosa, lo que fuera, estaba conmigo.

Aún sacudido por el encuentro con Black Cat y la extraña sustancia, supe que esto no podía quedar aquí. Connors había huido por alguna razón, y Black Cat tenía algo importante en esa mochila. Miles Warren seguía siendo una amenaza. Todo se estaba entrelazando en una red de caos que no entendía del todo, pero estaba claro que algo mucho más grande estaba en marcha.

Mis sentidos, aún amplificados por el suero, me decían que esto era solo el comienzo.

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Fin del Capítulo 8

Yo soy Peter Parker?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora