Sanji entró a su casa con el ceño fruncido, claramente molesto por el repentino cambio de actitud de Zoro. Quizás, por estar demasiado distraído, solo al cruzar el umbral de la entrada se dio cuenta que las luces de la mansión estaban encendidas. No se supone que debería haber nadie. Su ama de llaves, Violet, salía a las 3 de la tarde y los guardias permanecían a las afueras del edificio durante todo el día.
Se adentró más en la estancia y se detuvo un instante al escuchar el murmullo de voces en el salón. Siguiendo el sonido, llegó al salón principal, donde encontró a Ichiji y a Reiju cómodamente sentados en el sofá, disfrutando de una copa de vino que estaba convencido que había sido robado de su colección exclusiva de licores.
Sus ojos se estrecharon mientras miraba a ambos. La sorpresa se mezcló con la desconfianza. Avanzó un par de pasos hacia ellos, con una expresión tensa.
—¿Cómo entraron? —preguntó, sin molestarse en ocultar su irritación.
Su hermano levantó la vista con una sonrisa despreocupada, pero había un brillo calculador en sus ojos. Reiju, en cambio, parecía más tranquila, aunque una sombra de incomodidad cruzó su rostro.
— ¿Importa? — respondió su hermano con un tono ligero. — Ya estamos aquí, al menos sé un buen anfitrión.
—No confío en ti —dijo Sanji, directo, mirando fijamente a su hermano. — ¿Qué estás haciendo aquí?
— Vine a asegurarme que no estuvieras llorando como un bebé. Desde pequeño has sido el más débil de nosotros, después de todo. — La clara burla salió en un murmullo. — Pero no estabas, lo que es curioso porque saliste antes que nosotros. Debió ocurrir algo en el camino, ¿te atacaron los mosquitos?
Sanji no entendía a lo que Ichiji se refería. Al menos no hasta que Reiju hizo un par de señas apuntando hacia su cuello. El tocó la zona con confusión, recordando de golpe como el maldito de Roronoa lo había chupado en aquella parte. Se ruborizó más por ser descubierto que por otra cosa.
Prefirió permanecer callado ante la acusación de Ichiji, haciendo que el ambiente en la sala se tornara tenso. Solo se escuchó el suave tintineo de la copa de vino cuando su hermana la dejó sobre la mesa, antes de que Ichiji volviera a hablar.
— Te diviertes mucho estos días, Sanji.
— No es de tu incumbencia.
— Claro que lo es, eres mi hermano. Por eso me gusta saber qué haces, dónde estás, con quién hablas...— Ichiji se llevó la copa a los labios, mientras que Reiju se removió en su asiento. — Por cierto, mis contactos me comentaron que te vieron con Fujitora.
Allí estaba, el motivo por el cual estaba en su casa bebiendo su vino. Por supuesto que su hermano se iba a enterar. El idiota parecía tener a gente por todas partes, como si fueran putas cámaras de seguridad. Lo que le sorprendía era que su padre aún no se hubiera enterado, lo que significaba que Ichiji estaba testando el terreno, intentando averiguar los motivos de Sanji antes de pasar la alarma.
Su hermano siempre fue un perfeccionista, quizás por eso era el favorito de su padre, el más confiable y su mano derecha en los asuntos más oscuros de la familia.
— Nos encontramos en el casino. Jugamos blackjack. — Dijo, optando por decir la verdad a medias, buscando que su tono tranquilo pudiera calmar las sospechas de su hermano. Sabía que cualquier señal de vacilación podría ser interpretada como una confesión de culpabilidad. — Y sólo hablamos por media hora, puedes revisarlo en las cámaras de seguridad del casino.
— Bien. Lo curioso es que hace un mes te vieron con Morgan. — Ichiji lo miró fijamente, como si intentara penetrar sus pensamientos. — Me preguntó qué tan casual es encontrarse con dos de los mayores inversionistas del país.
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Guardián del peligro (ZoSan +18 )
RandomZoro fue catalogado como uno de los mejores guardaespaldas de su agencia. Por lo mismo, siempre lo buscaban para trabajos peligrosos que terminaban por dejarlo exhausto. Aún así, aceptó cada uno de los encargos con tal de conseguir dinero y sacar ad...