Capítulo 13

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Zoro estaba viendo un programa sobre demoliciones de casas o algo así, la verdad no le estaba prestando atención. En realidad, la televisión estaba prendida solo para que el ruido llenara la habitación.

Movió su pierna arriba y abajo, en un signo de nerviosismo. Estuvo pensando toda la mañana en la orden de Sanji. Y por más que contemplaba todas las ideas que se le ocurrían, no pudo encontrar la razón por la cual su jefe le había dado el día libre. La incertidumbre le carcomía, haciendo que su mente se llenara de suposiciones ¿Habría algún motivo oculto detrás de esa decisión?

Aparte, se preguntaba si de verdad Sanji iba a quedarse todo el día en su casa. Siendo como era, no creía que pudiera quedarse quieto un rato. Siempre fue muy enérgico, yendo de aquí para allá. Ruidoso y parlanchín. ¿Cómo iba a estar un día entero solo?

El programa se acabó, pasando a propagandas. Zoro cambió el canal a uno donde estaban dando una película de acción. El protagonista saltó de un tren en medio de una explosión, cayendo justo en el auto de su compañero de misión. El auto era muy parecido al suyo.

Sintió el calor en su cara, avergonzado por recordar los eventos ocurridos en dicho auto. Ya fue bastante malo que su cerebro lo hubiera dejado toda la noche despierto para rememorar cada segundo, si no que durante el día también lo atacaban pedazos de escenas. Tal vez era una forma en la que su inconsciente le recriminaba por sus acciones.

Bien, no debió dejarse llevar, pero lo hizo y ya no lo podía deshacer. Ahora tendría que superarlo. No más caer en los juegos del rubio ni poner sus manos sobre él.

Menos mal se detuvo a tiempo. Aunque no estaba orgulloso de como lo había rechazado, ya que ahora que recordaba sus palabras, quizás fue demasiado brusco ¿Estaría enojado? Es decir, tenía un poco de derecho, porque si lo pensaba con cabeza fría, él mismo fue el que aceptó tocar al rubio para luego alejarlo con tanta frialdad.

Siendo al revés, Zoro estaría muy cabreado. ¿Es por eso que su jefe le dio el día libre?

Bueno, pero ¿por qué le importaba tanto lo que Sanji pensara o sintiera? Para ser honestos, le preocupaba lo mucho que el rubio le había jodido la mente en tan pocas semanas. Desde que comenzó en este estúpido trabajo, no había día en el que no se sintiera al borde de la locura gracias al principito.

Ayer mismo fue la prueba de ello. Había tocado a Sanji como si quisiera hacerlo, y para colmo, lo había disfrutado. Mierda, se puso tan duro como una roca tan solo rozando su pecho, lamiendo sus pezones. Ni siquiera tenía tetas, por el amor de dios. Cómo podría disfrutar tanto de chupar algo que no existía...Pero lo había hecho. Y no fue lo único que disfrutó. Cuando tomó las redondas nalgas entre sus manos tuvo que forzarse a sí mismo para no girar al rubio y...

Como sea. Sus ganas de follar no fueron tan intensas desde su época de adolescente cuando recién había descubierto lo que era una paja. Tenía que admitir que Sanji prendía algo en él que creyó dormido. Y se enojó.

Se enojó muchísimo, y ni siquiera era porque fuera heterosexual y hubiera tenido un enloquecimiento gay. No. No estaba enojado por sentirse atraído por un hombre, sino por sentirse atraído a Sanji específicamente.

Sanji, quien desde el principio se burló de Zoro, tomándolo como un juego. Sanji, quien se la pasaba coqueteando y provocando. Sanji,...quien era su cliente y a quien debía proteger. Estaba jodido. Sanji no lo tomaba en serio, todo era una especie de broma para él. Solo estaba encaprichado con Zoro, nada más. Y esa sensación de ser un mero pasatiempo era lo que más le enfureció y lo que le había llevado a rechazarlo de manera tan abrupta.

Bueno, tampoco es como si quisiera ser tomado en serio, solo...No sabía.

Miró la hora, el día estaba pasando jodidamente lento.

Guardián del peligro (ZoSan +18 )Donde viven las historias. Descúbrelo ahora