El grupo avanzó con determinación por el vasto espacio del almacén, sus movimientos sincronizados como si hubieran luchado juntos por mucho tiempo. Sanji, que se mantuvo en la mitad, apenas pudo dar un golpe o dos porque ninguno dejó que moviera un dedo, por lo que tan solo observó como los cuerpos de los hombres de Niji fueron acumulándose en el suelo. Zoro fue quien, sin dudas, se movió con más agilidad y precisión letales, derribando a los matones con una facilidad casi insultante. Debía estar poniendo todo su enojo en cada golpe.
En seguida, el aire se cargó con el olor metálico de la sangre mezclado con el sudor de cada uno de los presentes. Los gritos de los hombres caídos resonaban por el espacio, pero ninguno de ellos flaqueó o disminuyó su desempeño. Con cada enemigo que derrotaban, avanzaban un paso más hacia la libertad, hacia la salida que vislumbraban a lo lejos, donde la luz de la cochera se filtraba a través de la puerta abierta. La esperanza crecía en sus pechos, y por un momento, Sanji pudo saborear la victoria.
Pero justo cuando creían que estaban a punto de escapar, un ruido ensordecedor retumbó en el almacén. El sonido de un motor potente rugió a lo lejos, y un coche negro, de aspecto imponente y blindado, se detuvo frente a la puerta abierta de la cochera. Sanji sintió cómo su corazón se detenía por un segundo al reconocer el vehículo. No podía ser.
Las puertas del auto se abrieron lentamente, con un crujido metálico que pareció resonar como una sentencia. El rubio se detuvo en seco, sus ojos fijos en las figuras que emergían del vehículo. Primero, Niji bajó del auto con una expresión de triunfo en su rostro, como si estuviera disfrutando de cada segundo de la escena. A su lado, la figura imponente de Judge descendió con una calma inquietante, sus ojos fríos y calculadores recorriendo el almacén y los cuerpos esparcidos por el suelo. El silencio que siguió fue opresivo, como si todo el aire hubiera sido succionado de la habitación. Incluso los matones restantes se detuvieron, alejándose hacia el otro lado del espacio e inclinándose de inmediato en señal de respeto.
Sintió un nudo en el estómago, un frío que lo atravesaba desde dentro que casi lo hizo vomitar. Nunca creyó que Judge realmente podría estar de parte de un plan en el que el objetivo era matar a uno de sus propios hijos. Ni siquiera Ichiji lo podía creer, pero el porqué de la cantidad de subordinados de Niji obtuvo una respuesta. Su padre apoyaba toda aquella mierda, seguramente por la avaricia de lo que Sanji poseía y de lo que representaba. Prefería acabar con su hijo solo por el hecho de que nadie lo superara jamás.
Judge se quedó quieto por un momento, sus ojos se movieron lentamente hacia Sanji, y luego hacia Ichiji, quien estaba a su lado.
— Ya veo porque no estás en tu oficina. —dijo Judge finalmente, su voz profunda resonando en el almacén — No esperaba encontrar a toda la familia reunida aquí. — añadió luego hacia Reiju.
— Padre, ¿qué significa esto? — dijo ella casi gritando, justo antes de señalar a Niji, quien no dejó de sonreír ni un solo segundo. — ¡Este bastardo quería matar a Sanji!
Judge levantó una ceja, sin inmutarse por el tono de su hija. Dio un paso hacia adelante, su presencia como una sombra que se cernía sobre ellos. Sanji tragó saliva, era el mismo hombre que había moldeado su vida a través de la crueldad y la manipulación, y ahora estaba aquí, dispuesto a terminar lo que había comenzado tantos años atrás.
— Es obvio a qué vino. —espetó el rubio, tratando de mantener su voz firme, aunque la furia y la frustración hervían dentro de él. — Viene a ver con sus propios ojos que el trabajo se complete, ¿verdad, papá?
— Sólo tenías que mantenerte a un lado. —respondió Judge con frialdad — Tenías que trabajar en Germa hasta que murieras, era lo único que te pedí. Pero insististe en ser un rebelde y ahora no tengo opción.
ESTÁS LEYENDO
Guardián del peligro (ZoSan +18 )
RandomZoro fue catalogado como uno de los mejores guardaespaldas de su agencia. Por lo mismo, siempre lo buscaban para trabajos peligrosos que terminaban por dejarlo exhausto. Aún así, aceptó cada uno de los encargos con tal de conseguir dinero y sacar ad...