Capítulo 19

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ADVERTENCIA: Contenido sexual explícito.



— Mierda, ah... — Sanji dejó escapar un suspiro, sus manos aferrándose al borde del escritorio. La sensación era extraña pero no desagradable.

Zoro sintió la relajación gradual de Sanji, así que continuó con su tarea, asegurándose de que cada caricia y beso fuera suave. Lamió por dentro del agujero, el calor en su lengua. La metió más profundo, queriendo llegar tan lejos como pudiera.

Cuando buscó en internet, después de encontrarse con varios vídeos de porno gay, se topó con un blog que detallaba bastante bien los juegos previos que podrían llevar a que el pasivo encontrara agradable el encuentro sexual. El beso negro era uno de ellos. Cuando lo leyó, al principio le pareció una idea un poco...sucia. Nunca había pensado en hacer ese tipo de cosas a nadie, incluso si se lo pedían. Sin embargo, tener el cuerpo del rubio a su entera disposición le hacía cosas en la mente.

Siendo honestos, tenía una necesidad imperiosa de que Sanji realmente disfrutara la penetración esta vez.

Usó su lengua una última vez para dejar todo bien húmedo, entonces deslizó uno de sus dedos hacia la entrada que de inmediato se frunció en protesta. Su mano libre se dirigió hasta uno de los pezones de Sanji para apretarlo y jugar. Al notar que de nuevo se relajaba un poco, metió el segundo dedo, moviéndolo lentamente para no causar dolor. La entrada de Sanji, aunque aún sensible por la hinchazón anterior, comenzó a acomodarse a la presencia de los dedos de Zoro.

—Zoro... —susurró el rubio, su voz temblando ligeramente.

Zoro levantó la vista, deteniendo momentáneamente sus movimientos.

— Está bien —dijo suavemente—. Aquí abajo estás soltándote de maravilla.

Sanji cerró los ojos, tratando de concentrarse en la corriente agradable que estaba sintiendo en su parte baja para no morir de vergüenza. Quien diría que algún día escucharía esas palabras mientras estaba siendo dedeado.

Zoro continuó con su tarea, moviendo los dedos en un ritmo constante. Los curvó un poco para llegar a...

— ¡Zoro!... dios, sí, sí. — gimió Sanji — Ahí se siente... bien.

Zoro sonrió levemente, sintiendo una oleada de satisfacción al escuchar las palabras de su jefe. Volvió a lanzarse hacia adelante, lamiendo el exterior de la rojiza abertura que le llamaba como si fuera un caramelo. Los gemidos cada vez se hacían más ruidosos, confirmando que estaba haciendo las cosas bien. Levantó la cabeza solo un momento, pero lo que vio hizo que su pene lo amenazara con correrse precozmente.

Sanji estaba con el rostro sonrojado, los ojos brillantes y dilatados. Su cabello se había movido hacia atrás debido a la agitación. Su pecho subía y bajaba, con ambos pezones erectos a la vista.

Retiró los dedos, provocando un leve gemido de Sanji ante la pérdida de contacto, y se inclinó hacia adelante para besarle en los labios con pasión desmesurada.

Sin romper el beso, comenzó a buscar en los bolsillos de sus pantalones, sus dedos tanteando hasta encontrar lo que buscaba: dos pequeños sobres, uno más grande que el otro. Rompió el beso solo lo suficiente para mirar los sobres y luego a Sanji, quien lo observaba con ojos entrecerrados y llenos de anticipación.

Zoro abrió el primer sobre, sacando un preservativo. Con movimientos expertos, lo deslizó sobre su erección.

— ¿Te has hecho ver por un médico? — preguntó Sanji con voz estrangulada. Dios santo, estaba entrando en pánico de nuevo. — Porque no es normal que tengas tan grande tu cosa.

Guardián del peligro (ZoSan +18 )Donde viven las historias. Descúbrelo ahora